CAPITULO 5
LA RAZON
Junto con el atardecer, las gemelas llegan a su base. Es una pirámide maya rodeada por un muro de seis metros de alto, cubierto de enredaderas y musgo. La base está fuertemente vigilada por los guardias que patrullan el muro de piedra desde arriba.
Uno de los guardias ordena que abran las puertas, ya que las reconoce desde lejos.
Ana, sarcásticamente, mientras las puertas se abren lentamente, dice:
—Hogar dulce prisión, nunca me aburro de estar encerrada en este lugar.
Juana se enoja y le responde:
—Cállate antes de que te escuchen.
Las puertas se abren y ellas entran. Rápidamente, veinte guardias las rodean y les apuntan con sus lanzas.
Ana, bostezando y haciendo notar lo aburrida que está, dice:
—¿No se aburren de la misma rutina una y otra vez?
Juana se enoja más y le dice, apretando los dientes:
—Solo dales tus malditas cosas y cállate.
El lugar por dentro es muy espacioso. Como construcción, solo tiene la pirámide maya y un par de almacenes. Todo está libre de vegetación y muy bien cuidado.
Las gemelas son llevadas al interior de la pirámide, ya que debajo de esta hay un complejo subterráneo con decenas de habitaciones muy bien ventiladas y construidas de manera que no se sienta que están a decenas de metros bajo tierra.
Bajan cinco pisos por debajo de la pirámide y son llevadas a su cuarto. Es una habitación muy espaciosa con dos camas dignas de la clase alta y una repisa llena de libros que mide cinco metros de largo y cuatro de alto.
Ana se acuesta en su cama y se prepara para dormir. Le dice a Juana:
—Si vas a regalarme algo, hazlo cuando despierte.
Juana prefiere evitar la discusión y se pone a leer el único libro sobre la armadura de diamante que existe.
Las horas pasan y, después de esperar cuatro horas encerradas en su habitación, las gemelas son llamadas para ver al líder de su facción.
Bajan ocho pisos y, después de recorrer un largo pasillo lleno de armas, llegan al cuarto del líder.
El líder es quien dirige la facción radical llamada "el culto". Esta facción está empeñada en erradicar del continente a todo aquel ser que use magia o que se considere sobrenatural, ya que para ellos son seres de oscuridad y deben ser eliminados. También someten y esclavizan a todo aquel humano que no se incline ante ellos.
El nombre del líder es desconocido, pero todos los integrantes del culto lo llaman "el líder" y dicen que está libre de pecado y es alguien con un alma pura.
Al entrar al cuarto del líder, se ve un espacio con una chimenea y una cama junto a esta. Cubriendo las paredes, hay decenas de libros en sus estanterías.
En la cama está sentado el líder, un hombre de piel negra, musculoso, calvo y sin barba, de más o menos un metro ochenta de altura.
Las gemelas se sientan en la cama junto al líder, y este las recibe con una gran sonrisa.
Se levanta de su cama, dejando ver su ropa blanca.
El líder saca el mapa de la armadura de diamante de uno de sus cajones y, sonriendo, les dice:
—Mis niñas, perdón por el incómodo silencio, pero es que estoy emocionado.
Ana, devolviendo la sonrisa de forma burlona, le dice:
—¿Bueno, nos vas a dar el mapa o qué?
Juana, muy enojada, le dice:
—Ana, por favor, compórtate.
El líder calma a Juana y les dice de forma educada:
—Mis niñas, no confiaría en nadie más para esta misión. Sus maletas ya están listas, su viaje será de diez días para llegar y diez para volver.
Juana toma el mapa y, de forma cortés, le dice:
—Es un honor que nos haya elegido para esta misión. Daremos todo de nosotras para que la misión salga a la perfección.
Ana, aburrida de tanta tontería, le pregunta al líder:
—¿Y ustedes qué harán en nuestra ausencia? ¿Van a hornear galletas para nuestro regreso?
El líder se ríe de forma sarcástica, se sienta en medio de ellas y les contesta:
—Nosotros, al amanecer, comenzaremos a purificar la península. Con nuestro ejército atacando cada ciudad de la península de Yucatán, podremos llenar de paz los corazones de todos nuestros hermanos. Y cuando ustedes regresen con la armadura de diamante, purificaremos todo el continente.
Es un momento incómodo. Las gemelas se levantan, y Juana se despide cortésmente.
Ana, con una sonrisa que ilumina su rostro, dice:
—Espero que nos dejen un poco de diversión cuando regresemos de nuestra misión.
Entonces, con su equipo listo, emprenden su viaje. Debido a que son mitad brujas, tienen más fuerza y velocidad que un humano normal. Comienzan a correr y luego dan saltos que las llevan a quince metros de altura.
Pasada la medianoche, deciden descansar después de un par de horas corriendo y saltando.
Juana, molesta, le reclama a Ana:
—Si no hubiera detenido tus estupideces, ya estaríamos muertas. ¿Acaso no puedes controlarte? ¿O acaso no quieres ser libre?
Ana se detiene, con lágrimas en los ojos y gritando de ira y tristeza, le contesta:
—Perdón por no ser perfecta como tú, perdón por no poder fingir como tú, perdón por no tratar con respeto a las personas que durante años no hicieron más que violarnos.
Juana comienza a llorar, cayendo de rodillas, recordando todo lo que han vivido.
Durante la guerra, pocos meses antes de que el muro encerrara todo el continente americano, en Francia, el rey descubrió que su cocinero mantenía relaciones con una bruja. Ese delito merecía la pena de muerte, pero él prefirió entregar a la bruja y a sus hijas, mitad brujas, para evitar que lo mataran.
El rey de Francia envió a la bruja junto con sus hijas de tan solo cinco años a luchar en la guerra contra el continente americano.
Durante el viaje de Europa hacia América, los soldados abusaron de las tres. Durante los meses que duró el viaje, las sometieron diariamente, y la madre de las gemelas no pudo soportarlo y murió antes de llegar al nuevo mundo. Los soldados tiraron su cuerpo al mar.