CAPITULO 6
JEFFREY
W y su grupo llegan a las puertas de Trieste. La oscuridad de la noche es eliminada por las grandes linternas de aceite que adornan los muros de la ciudad. Se sorprenden por lo diferente que está el muro, ya que parece hecho de un material blanco, elegante y resistente.
Sara queda maravillada por la inmensidad del muro, ya que es mucho más grande que el muro de Leknes.
—Estos muros se ven muy seguros —dice Sara con mucha admiración, sus ojos brillando con la luz de las linternas.
A lo que May le contesta un tanto enojada:
—No seas idiota, estos muros fueron renovados, solo son seguros si le agregaron runas nuevas de protección.
Sara nuevamente ignora el tono de May y solo pregunta cómo funcionan las runas de protección de los muros.
W le responde con paciencia:
—Cuando se construye un muro de protección para una ciudad, primero se crea el muro con ladrillos de piedra caliza. Luego, con una pintura especial, se crean runas de protección cada diez metros. Estas runas deben llegar desde el suelo hasta el límite del muro hacia arriba. Normalmente, esto es suficiente para proteger los muros de monstruos de nivel bajo y medio, ya que ningún ataque físico o de energía puede atravesarlos.
A Sara le parece interesante todo el tema de las runas, debido a que siempre busca mejorar en sus técnicas de pelea, y las runas son tan simples que hasta los humanos pueden usarlas.
Mientras finalizan su caminata y llegan a las puertas, logran ver una cara conocida.
Lágrimas salen de los ojos de May y mucha alegría llena su corazón. Corre lo más rápido que puede y abraza a uno de los dos guardias.
—Han pasado más de cien años y aún me recuerdas —dice el guardia, con una sonrisa nostálgica.
Este guardia es Jeffrey.
W no lo reconoce hasta que dice esas palabras y corre a abrazarlo también, sintiendo una calidez que no experimenta desde hace mucho tiempo.
Mientras tanto, Sara sonríe por el momento emotivo, sintiéndose feliz de ver a W tan contento.
Todo es risas y alegría por un momento.
Sara se siente muy contenta, ya que no ha visto a W sonreír desde que H apareció en Leknes.
W le presenta a Sara, y se saludan con mucha confianza.
—¿Qué los trae por aquí? —pregunta Jeffrey con una sonrisa de oreja a oreja.
May le dice que le contará todo, pero que tienen el tiempo en su contra, así que necesitan un mapa y otras cosas.
Jeffrey les dice que sabe dónde conseguir las mejores armaduras de la península.
Lo siguen adentrándose en la ciudad.
Cruzando las gigantescas puertas hechas de hierro que protegen Trieste, miran por primera vez la ciudad en más de un siglo.
La calle principal, empedrada y elegante, se extiende como un tapiz de lujo a través del corazón de la ciudad, llegando hasta las puertas imponentes del Castillo de Trieste. La vista se prolonga hasta el fondo, donde la silueta del castillo se recorta contra el cielo nocturno, como un gigante dormido.
Mientras caminan hacia el lugar guiados por Jeffrey, W y May comienzan a contarle todo sobre la misión.
Jeffrey queda sorprendido por todo, y aún más por lo de H.
—¿Entonces dices que H solo se fue caminando sin destruir nada? —pregunta Jeffrey, con incredulidad en su voz.
A lo que W contesta:
—Sí, ¿por qué? ¿Lo conoces?
Jeffrey no puede mentirle a su amigo, así que le dice la verdad:
—Verás, H es conocido por todos los reinos cercanos. Algunos mercaderes ambulantes dicen que es temido en todo el continente. Es conocido por destruir reinos, eliminar ejércitos de un solo ataque y, a lo que más le temen, es a su animal espiritual.
W se sorprende por todo lo que Jeffrey acaba de decir y pregunta algo confundido:
—¿A qué te refieres con animal espiritual?
Jeffrey se extraña de que W no lo sepa, pero se lo explica:
—Verás, los animales espirituales de los brujos, magos y hechiceros varían dependiendo del individuo. Por ejemplo, el de H es el quetzal y el tuyo es el águila. En mi caso, al ser un vampiro, mi animal espiritual y el de todos los vampiros siempre será el murciélago. Igual con los hombres lobo, cuyo animal espiritual siempre será el lobo, igual la gente gato y los demás. Ahora, el elemento espiritual varía según el individuo sin importar la raza de monstruo. Cuando un monstruo es lo suficientemente fuerte, puede transformarse en su animal espiritual y convertirse en él, agregándole ataques según su elemento, pero la transformación es a niveles colosales.
W se queda perplejo ante tanta información y pregunta qué tan grande es la forma del espíritu animal, a lo que Jeffrey contesta que solo ha visto a un mago usando su forma de animal espiritual, el cual era una rata y medía casi veinte metros de largo desde la cabeza hasta la cola. Nos intentó atacar, pero logramos ahuyentarlo con runas de hielo, ya que su elemento era el fuego.
Jeffrey vuelve al tema del espíritu animal de H. En su voz se nota un poco de miedo al contar, puesto que hay historias que dicen que H ha eliminado a toda una flota de barcos de guerra en el golfo de México usando solo un ataque de su espíritu animal. Se le atribuyen millones de muertes por todo el continente según los comerciantes errantes.
Todos quedan sorprendidos por las palabras de Jeffrey y, por alguna razón, un silencio incómodo los invade por unos segundos, pero ya han llegado a su destino.
—Bueno, es aquí —dice Jeffrey sonriendo un poco después de tan interesante conversación.
Han llegado a un bar elegante en el centro de la ciudad.
La noche envuelve la fachada del Salón Dorado como un manto de terciopelo, y las luces cálidas que emanan de sus ventanas parecen una invitación a entrar en un mundo de sofisticación y lujo.
Los faroles de hierro forjado, colocados a cada lado de la puerta, proyectan un resplandor dorado que ilumina el camino de grava y los jardines bien cuidados. Las lámparas de aceite dentro de los faroles parecen pequeñas estrellas que brillan en la oscuridad.