W Y H. La Guerra Comienza

CAPITULO 11 IRA

CAPITULO 11
IRA

Imar y los demás han preparado todas las defensas desde que el soldado huyó asustado. Han pasado veinte minutos desde que les advirtió la llegada del "Ave de la Muerte".

Preparan todo: bastones con runas y purificadores, lanzas, espadas, arcos, todo lo que hace falta para detenerlo. Son más de cien soldados del culto, esperando al enemigo.

Una silueta se ve a lo lejos acercándose con velocidad. Los soldados preparan sus armas y atacan lanzando de todo: flechas, rayos purificadores, fuego y lanzas de hielo.

Todo lo que lanzan impacta creando grandes explosiones donde está la silueta, levantando mucho polvo y creando bastante humo. Después de treinta segundos, Imar ordena que se detengan. Uno de los soldados grita: "¡Arriba!".

Es H. Sus ojos café brillan como estrellas. Con Ashley inconsciente en sus manos, aterriza detrás de Imar y sus soldados.

Imar lo reconoce y se congela del miedo.

—No puede ser, tú deberías de estar muerto. No importa, yo mismo te mataré —dice Imar con miedo y odio en su voz, y se lanza hacia H.

Imar, con su espada, intenta atinar sus estocadas, pero H las logra esquivar con Ashley en sus brazos.

H lanza a Ashley decenas de metros hacia arriba y crea una barrera protectora mientras ella sigue inconsciente.

Todos comienzan a atacar a H, pero este se transforma de nuevo en quetzal, incinerando todo a su paso.

Las casas comienzan a incendiarse mientras que la gran llamarada que H crea al transformarse recorre casi medio pueblo.

Por alguna razón, la mayoría de los soldados están ilesos cuando la llamarada desaparece.

H, transformado en un quetzal gigante, vuela hacia Ashley y la toma suavemente con sus patas, y se va volando mientras los rayos del sol van saliendo.

Imar se enoja y comienza a maldecir a H mientras todos los sobrevivientes intentan apagar el fuego y reunir los cuerpos.

Da la orden de seguir la dirección en la que H se ha ido. Sacan un mapa y ven que hay una ciudad pequeña en esa dirección: la ciudad de Ipala.

Treinta soldados, incluyendo a Imar, se suben en los murciélagos gigantes y parten en busca de H.

Después de diez minutos volando, H se destransforma en el aire cayendo dentro de la ciudad cerca del centro médico, envuelto en una gran bola de fuego azul cian que se asemeja a un meteorito. Al caer, el fuego no quema nada pero se expande y desaparece formando un domo.

Muchos soldados de la ciudad de Ipala llegan a defender la ciudad creyendo que H es una amenaza.

Más de cien hombres apuntan a H con sus espadas, arcos y flechas.

H, con Ashley en brazos, se acerca lentamente. Sus pasos secos de sus pies descalzos resuenan en el silencio del ambiente.

H mira fijamente al que parece ser el comandante y le dice con una voz inexpresiva:

—El culto está en camino, prepárense para defenderse.

El comandante se queda paralizado. H camina hacia el centro médico, cruza las puertas y deja a Ashley allí para que la atiendan.

Los soldados se quedan asustados por la noticia. Uno pregunta por qué deberían creerle a un monstruo. El comandante responde:

—Yo le creo, porque no nos ha atacado.

H sale del centro médico y se para en la puerta de este. Los soldados lo rodean, ignorantes de lo que se avecina.

El ataque del culto no se hace esperar.

Lanzas de hielo llueven del cielo y caen sobre los habitantes de Ipala, matando al comandante, a varios de los soldados y a muchos civiles.

H saca la espada de Efesto, haciendo brillar su tatuaje, y esta aparece frente a él.

Se clava al suelo y H la levanta con la mano derecha. La espada es de un acero gris casi negro y con una empuñadura que aparenta cota de malla.

Al portarla, los ojos de H pasan a ser grises.

Carga la espada con su maná.

H, con la espada de Efesto en su mano, hace una estocada en el aire, dejando una estela de energía que brilla como una llama azulada. De esta estela surgen agujas de acero ardiendo, que se disparan hacia los soldados del culto como una lluvia de fuego, iluminando el cielo matutino con un resplandor rojizo.

Las agujas comienzan a atravesar los murciélagos; cinco de los treinta caen y el resto esquivan el ataque.

H repite el ataque varias veces mientras que los soldados de Ipala lanzan flechas hacia los murciélagos y los demás evacuan a los civiles.

Imar logra esquivarlo todo y embiste a H, haciendo que este se estrelle contra una pared.

H se levanta y se pone en posición defensiva.

Imar saca su mazo de guerra y lo lleva arrastrando. Este comienza a congelar el suelo, dejando un rastro de hielo a su paso y de este emergen púas de hielo.

—Sabes, creí que serías más fuerte. Quiero que luches para que tu muerte sea más dulce —dice Imar mientras camina lentamente hacia H arrastrando su mazo.

Imar le ordena a los demás ir por refuerzos y estos obedecen rápidamente.

H empuña la espada y sus ojos vuelven a ser grises.

Entonces comienza la pelea.

Imar intenta darle un mazazo a H, pero este lo esquiva con una gran rapidez.

H lanza una estocada directa al cuello, pero Imar lo bloquea con su mazo.

Forcejean mientras parece que H va perdiendo.

Imar le da una patada con tal fuerza que lo hace atravesar una pared.

—¿De verdad eres H? ¿El monstruo más poderoso del continente? ¿El hechicero más fuerte que existe? ¿El "Ave de la Muerte"? ¿O son solo leyendas? —dice Imar gritando y burlándose mientras camina lentamente hacia H.

Entonces, de la nada, salen lanzas de sangre hacia Imar, pero este activa una barrera de protección.

Cuando las lanzas se detienen, sale H y le da un puñetazo con tal fuerza que rompe la barrera y le atraviesa el estómago.

Imar pierde el equilibrio, pero en segundos lo recupera y le da a H un codazo en la espalda, ya que este todavía tiene su mano en el estómago de Imar.

H cae al suelo, sacando el brazo.




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