CAPITULO 12
NOTICIAS INESPERADAS
W y May se despiertan en el hospital de Trieste. A medida que abren los ojos, ven un techo de tejas de barro, con vigas de madera oscura que se cruzan entre sí. La luz del sol se filtra a través de una pequeña ventana con barrotes de hierro, iluminando el espacio con un tono cálido y suave. El olor a hierbas medicinales llena el aire, mezclado con el aroma terroso de la madera.
Ambos, adoloridos, no saben muy bien cómo logran regresar. W siente un dolor punzante en todo su cuerpo, como si cada músculo hubiera sido desgarrado y vuelto a unir. May, con una mueca de dolor, intenta incorporarse, pero el peso de sus heridas la obliga a quedarse recostada.
—¿Cómo llegamos aquí? —pregunta W, su voz ronca y débil. Comienzan a hablar de lo que pasa, pero W solo recuerda que empuña la espada, sin recordar lo que sucede después. May le dice que cuando empuña la espada, están acorralados y sus ojos se cambian de color de azul a blanco, alternándose rápidamente. Con un grito de furia, derriba a casi todos los enemigos de un solo ataque. W se asusta porque no recuerda eso. Su mente es un torbellino de confusión y miedo.
Son interrumpidos por Sara y Jeffrey, quienes entran sanos y salvos. Jeffrey les dice que Sara los arrastró uno por uno fuera del bosque y fueron llevados a la ciudad por unos soldados que fueron a investigar la explosión. W le agradece a Sara con mucho cariño, sus ojos llenos de gratitud y alivio. May, con la cabeza agachada, murmura un "gracias", sintiendo una mezcla de vergüenza y alivio.
Momentos después, entra Robert sonriendo y los felicita por haber cumplido la misión. W se enoja con él por enviarlos a una misión suicida.
—No nos dijiste que era tan peligroso, casi morimos por tu culpa —dice W enojado, quejándose del dolor de sus heridas.
Robert suspira y le contesta:
—Hace mucho que no luchabas. ¿Crees que lo que te espera en tu viaje será más fácil? No, te envié a esa misión para que practicaras, porque eres muy débil. Dejaste que la espada te controlara y eso muestra que aún no eres lo suficientemente fuerte para controlarla a ella.
Robert sale de la habitación y entra el doctor. El doctor les dice que W y May ya tienen sus heridas desinfectadas y listas para que las sanadoras los curen, pero que hay una noticia que deben saber. Resulta que Sara se desmayó cuando llegaron a la ciudad y, cuando la curandera la está sanando, descubre que Sara está embarazada. Esto los deja sorprendidos a todos. W siente un nudo en el estómago, mientras que May abre los ojos con incredulidad.
Un par de horas después, ya han sido curados todos. Están en el bar de Robert preparando las cosas para su siguiente objetivo, el cual es cabalgar en Kiki, la rinoceronte, hasta Cancún. Sara está sentada reflexionando en una mesa aparte y llega W a hablar con ella. W le dice que lo correcto es que ella se quede en Trieste hasta que vuelvan. Sara le dice que no soportaría quedarse esperando sentada. W le pide que piense en el bebé y que su deber ahora es protegerlo. Sara suspira y agacha la cabeza, sintiendo una mezcla de frustración y resignación. Robert le dice que hay un cuarto arriba para que se quede. Sara se levanta y se va hacia el cuarto, cerrando la puerta con fuerza.
Robert, mientras observa a Sara subir las escaleras hacia la habitación, voltea hacia W con una expresión seria, pero con un atisbo de preocupación que rara vez muestra.
—Escucha, W —dijo, con un tono más grave que de costumbre—. Cerca de Cancún, hay un templo maya. Allí vive alguien que podría ayudarte. No es cualquier persona; sabe cómo tratar con armas como esa espada tuya. Podría enseñarte a controlarla… y a usarla como se debe.
W lo mira con desconfianza, aún dolido por la misión suicida anterior, pero no puede evitar sentir un pequeño destello de esperanza mezclado con su enojo.
—¿Por qué no me dijiste antes? —pregunta W, sin poder ocultar un toque de reproche en su voz.
Robert suspira y cruza los brazos.
—Porque no era el momento. Tú mismo lo viste hoy: dejaste que la espada te controlara. Si sigues así, ni tú ni los que te rodean sobrevivirán. Pero si logras dominarla… bueno, tal vez encuentres el poder que buscas.
Por un momento, se hace un silencio incómodo entre ambos. W aprieta los puños, procesando las palabras de Robert, mientras su mente se llena de dudas.
Los demás preparan todo para el viaje en un ruidoso silencio. W, May y Jeffrey dejan la ciudad rumbo a Cancún, mientras que Sara los mira triste desde la ventana, sus ojos llenos de lágrimas contenidas.
Pasan las horas y es más de mediodía. W y Jeffrey, al ser monstruos, pueden recorrer grandes distancias saltando, pudiendo ahorrar mucho tiempo, mientras que May, quien es una híbrida, va en la espalda de W, aferrándose fuerte para no caerse con cada salto que los acerca cada vez más a Cancún.
A May se le ve feliz; de alguna forma, está disfrutando del viaje aunque no esté saltando.
Jeffrey pregunta dónde piensan acampar, a lo que W responde que en el lugar en el que estén al anochecer, ya que de noche es muy peligroso recorrer largas distancias así, ya que no se ve nada.
May se confunde un instante, ya que no conoce esta faceta de aventurero de W.
Todo esto mientras dan saltos que los ayudan a recorrer cien metros.
Se detienen un momento para caminar normalmente, ya que se han cansado.
Pero sin notarlo, son acorralados y atacados por un hombre misterioso, quien les dispara un rayo purificador a los tres.
Caen al suelo, casi sin fuerzas para levantarse.
El hombre misterioso se presenta como Urney, el primogénito del líder y bendecido con la fuerza de un monstruo para destruir a los monstruos.
Urney saca cuatro espadas de sus tatuajes, las cuales brillan de diferentes colores.
—Saben, cuando me asignaron purificar esta región, creí que solo tendría que someter humanos, pero con ustedes me divertiré mucho —dice Urney sonriendo, mientras toma la espada azul oscuro y la blanca.