W Y H. La Guerra Comienza

CAPITULO 16 LA NIÑA

CAPÍTULO 16
LA NIÑA

Urney toma la espada de Héracles y retrocede. Su arrogancia lo ha llevado a su posible muerte; por primera vez, siente ansiedad al ya no tener las demás espadas. No sabe si ganará.

La niña que Urney mantiene prisionera está a su lado, sosteniendo el bolso con pociones de vida. Urney toma una cadena que lleva en la cintura y esta se extiende para sujetar las cadenas de la niña.

Mientras tanto, los demás están en posición de defensa, excepto Ashley, quien se ha enojado con H.

—¡Eres un maldito! ¿Cómo te atreves a usarme como señuelo para tus estúpidas estrategias? —le dice con un tono de enojo casi infantil, golpeándolo una y otra vez—. ¡Debes avisarme antes de hacer esas tonterías! Eres un idiota, ¡tonto, tonto, tonto!

H no se mueve y, con su icónica seriedad, le dice:

—¿Acaso crees que te pondría en peligro por una tontería así? Si lo hice fue porque sabía que estarías bien. No te pondría en peligro si no supiera que voy a ganar.

Por alguna razón, Ashley se sonroja.

Urney se pone en posición de ataque mientras sostiene a la niña como escudo. Su corazón ha perdido toda confianza y ahora está lleno de miedo. Su mente intenta desesperadamente idear un plan para escapar.

—Si quieres la espada, tendrás que luchar —dice Urney, confiando en la fuerza que le otorga la espada de Héracles.

Ashley le dice a Sara y Oliver que retrocedan, pues esta batalla es solo de H y Urney.

Urney se fortalece con la espada de Héracles tanto que sus músculos crecen y rompen sus mangas. H saca la espada de Hades y la espada de Ares de sus tatuajes; estas le otorgan la fuerza de guerrero y el fuego del inframundo. Los ojos de Urney cambian de negros a café claro, pues ahora está recibiendo poder de la espada. Mientras tanto, el ojo derecho de H se vuelve azul cian por la espada de Hades y el izquierdo rojo carmesí por la espada de Ares. Ambas miradas brillan con intenciones asesinas.

Y la batalla comienza.

Urney se lanza sobre H, dando un gran salto. Da una estocada al aire y envía una potente ráfaga de viento hacia él. H lo esquiva y opta por ataques cuerpo a cuerpo. Salta hacia Urney mientras este todavía se encuentra a gran altura; sus espadas chocan en el aire mientras van cayendo, y las chispas caen junto a ellos. H logra enviar con fuerza a Urney al suelo, pero este cae de pie, cargando un ataque con su espada.

—¿Qué está haciendo? —pregunta Oliver al ver la luz que emite la espada de Héracles.

A lo que Ashley le responde:

—Cuando un monstruo quiere hacer el máximo daño con un arma mágica, necesita llenar de maná dicha arma y decir el cántico, que en simples palabras es el nombre del ataque.

Oliver se queda asombrado ante tal situación.

Mientras H va cayendo, se prepara para dar una estocada letal a Urney, pero este pone a la niña como escudo. La niña, con mucho miedo, se cubre la cara con sus desnutridas manos. H, como puede, mueve su cuerpo en el aire para esquivar y no dañarla, y cae al suelo de forma violenta.

Entonces, Urney corre hacia H, quien aún no se levanta, y dice el cántico con mucho orgullo y sed de sangre:

—Katabasis.

La espada brilla cegadoramente y Urney lanza una estocada que envía una potente ráfaga de viento, causando una explosión. No se ve nada por el polvo y el humo.

—Ja, veo que los rumores de que tenías compasión por los niños eran reales, lo cual no entiendo ya que supuestamente no tienes emociones. Pero ya no importa, ya estás muerto —dice Urney sonriendo.

—No... No puede ser... ¿El señor H murió? —pregunta Oliver con lágrimas en los ojos.

Ashley les dice que sigan observando.

Del humo, sale H y hace retroceder a Urney de un puñetazo. Con sangre en la nariz, Urney dice, sorprendido y confundido a la vez:

—¿Cómo? ¿Por qué no te mueres?

Y la pelea continúa. Urney lanza varias estocadas con odio y ganas de matarlo con cada ataque, pero H las esquiva. Cuando H intenta darle una estocada, Urney pone a la niña como escudo. H desvía sus estocadas, pero esto hace que Urney logre darle rodillazos y puñetazos.

—Es inútil. Mientras ese cobarde tenga a la niña de escudo, H no podrá ganarle —dice Sara con un tono serio, mientras mira la pelea fijamente, buscando una forma de ganar.

Entonces, Ashley le dice que tiene una idea.

Mientras tanto, Urney y H están chocando espadas; el ruido es ensordecedor. La niña cubre sus oídos y se nota que le duele estar tan cerca de la pelea. Sus manos y piernas comienzan a sangrar por el roce de las cadenas.

Ashley, con rapidez y determinación, usa el látigo que le ha obsequiado a Oliver. Con un movimiento preciso, logra enganchar las cadenas que unen a Urney y la niña. Con todas sus fuerzas, tira, haciendo que la niña caiga al suelo. La pobre grita de dolor, sus frágiles manos tratando de amortiguar la caída.

Sara, viendo la oportunidad, lanza una flecha trueno directamente al rostro de Urney, aturdiéndolo momentáneamente. Sin embargo, el impacto también afecta a H y a la niña, quienes se tambalean ligeramente por la descarga.

Aprovechando el momento, Ashley se lanza hacia Urney con la intención de romper las cadenas, pero él responde con un rodillazo que la hace retroceder con dolor.

Sin embargo, Urney no se percata de H, quien se mueve con una velocidad impresionante. En un solo movimiento fluido, H le atina una patada en el estómago. Sin tocar el suelo y con la espada de Ares ya en su mano, rompe las cadenas que unen a Urney y la niña. Con otra patada, envía a la niña volando hacia los brazos de Ashley.

Ashley la atrapa con suavidad, intentando calmarla mientras sus ojos azules están llenos de miedo. La niña se aferra a Ashley, agradecida por la liberación.

Urney, viendo que su escudo humano ha sido liberado, cambia su estrategia. Con una sonrisa forzada y un tono conciliador, dice:




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