CAPITULO 27
DESEQUILIBRIO
El guerrero de Balam toma a los niños de la mano con fuerza.
Tania, paralizada por el miedo, es incapaz de usar sus poderes. Desesperada, intenta soltarse, clavando sus pequeñas uñas en los brazos del guerrero.
De repente, el guerrero los suelta y cae al suelo. Su cabeza rueda hasta detenerse junto al cuerpo desmayado de Matthew.
Jeffrey queda atónito, buscando al atacante. Sin darse cuenta, H aparece detrás de él.
Un escalofrío recorre la sangre de Jeffrey. Se voltea rápidamente, solo para recibir un puñetazo brutal en el estómago que lo estrella contra un pino.
Con dificultad, Jeffrey se levanta. Lo primero que ve es a los niños corriendo hacia H y abrazándolo.
—¿Acaso los has hechizado? Bueno, no me importa. Veo que estás sangrando… Haré que pagues por lo que hiciste —dice Jeffrey, cargado de ira, mientras se abalanza contra H con su martillo de guerra.
Jeffrey canaliza toda su fuerza y lo ataca desde arriba, dando un salto para aplastar a H, sin importar que los niños estén junto a él.
Un ruido seco, similar a un aplauso, resuena en el aire, acompañado por una gran nube de polvo.
Cuando el polvo se disipa, Jeffrey suelta el martillo y cae al suelo, retrocediendo al ver que H ha detenido el arma con una sola mano, sin inmutarse.
Sin dejar que el impacto de ese momento desaparezca, H destruye el martillo, aplastándolo con ambas manos.
Jeffrey observa con una tormenta de emociones agitándose dentro de él. Se arrodilla, golpeando el suelo con fuerza mientras grita con dolor—no por el martillo, sino por no haber cumplido su venganza.
Desde su interior, una gran bola de fuego emerge, cubriendo casi todo el claro. H extiende su barrera protectora para cubrirse y proteger a los niños.
La bola de fuego desaparece y, en su lugar, surge un murciélago gigantesco, de veinte metros de altura. Su presencia es intimidante para los niños, pero ni siquiera eso es suficiente para que H cambie su expresión vacía.
—Niños, no puedo protegerlos y luchar al mismo tiempo —dice H, mirándolos de reojo.
Tania y Oliver lo abrazan, rogándole entre llantos que no los deje solos.
H le entrega a Oliver una daga, su mirada aún fija en la criatura.
—Dijiste que querías ser mi compañero de aventuras. Ahora te pido que cuides de Tania. Quiero que demuestres tu valor.
Oliver aprieta la daga, conteniendo las lágrimas, y toma el brazo de Tania, arrastrándola con él.
Tania suplica que la suelte, pero Oliver se mantiene firme en su propósito de protegerla.
H exhala un ligero suspiro mientras la sangre de su herida comienza a girar a su alrededor.
Su piel palidece aún más, y el sudor perla su frente.
Jeffrey lanza un ataque, pero su falta de práctica en esta forma se hace evidente.
Mientras tanto, H clava varias lanzas de sangre en las piernas del murciélago, haciendo caer a la colosal bestia.
Al igual que llegó, la criatura se desvanece en una bola de fuego.
H también cae, debilitado por la cantidad de sangre que ha perdido.
Jeffrey, agotado, se tambalea al levantarse. Saca su espada y camina lentamente hacia H, consumido por la sed de venganza.
—¿Recuerdas esta espada? —pregunta Jeffrey, su voz cargada de perturbación y cansancio—. Es la misma que usaste para matarla.
Oliver se interpone, apuntándole con la daga.
—No permitiré que le haga daño al señor H.
Tania corre y se coloca junto a Oliver.
Jeffrey aprieta los dientes.
—Cuando H muera, me lo agradecerán.
Tania, aterrorizada, lanza una bola de energía negra hacia Jeffrey. De ella surge una figura espectral: una copia idéntica de la mujer que perdió.
Jeffrey tiembla. Sus manos están rígidas, su mandíbula tensa.
—¡Maldita! —grita, desgarrando su garganta, mientras corre hacia Tania con furia y empuñando su espada con intenciones asesinas.
Pero un rayo proveniente de la espada de Ashley lo retrocede.
Jeffrey se queda sin energía para levantarse y solo puede ver cómo Ashley se acerca.
Entonces, la voz de Sara rompe el aire.
—¡Ashley, no lo mates!
Ashley se gira con furia.
—¡Quiso matar a los niños! ¿Qué carajos te pasa?
—Lo conozco. Viaja con W y May —responde Sara mientras corre hacia Jeffrey.
Uno de los guerreros de Balam aterriza con May en la espalda.
—¿Qué mierda está pasando aquí? —pregunta, evaluando la escena.
Ashley apunta su espada a May. La energía comienza a acumularse en la hoja, preparando un ataque.
—Ella es mi… ella también está con W —dice Sara, tocando el hombro de Ashley—. Lo prioritario ahora es ayudar a H.
Ashley, tras un instante de tensión, baja la espada y corre hacia H, que sigue inconsciente.
W aterriza en la escena, su mirada recorriendo el campo. Ve a un hombre tirado a lo lejos, a Jeffrey inconsciente cerca de él, y a H inconsciente varios metros adelante.
Cuando sus ojos encuentran a Sara, corre hacia ella sin dudarlo.
Sara lo abraza con fuerza.
—¿Qué haces aquí? —pregunta W, con un destello de felicidad en su voz.
Sara le contesta —Te lo explicaré luego. Mientras tanto… no dejes de abrazarme.
Jeffrey despierta en un cuarto de ladrillos sin ventanas. Con dificultad, logra salir.
Se encuentra en la cima del templo, y lo primero que ve es a Ahau curando a H.
Alrededor de H, expectantes, están Sara, W, los dos niños, May, Ashley y Balam.
Una energía verde, similar a humo, sale de los dedos de Ahau y se desplaza hacia la herida de H, cerrándola lentamente.
Ashley nota la presencia de Jeffrey y, de inmediato, extiende sus manos, invocando la espada de Zeus y la espada de Deméter. Se coloca en posición defensiva.
W se interpone entre ambos.
—Hagamos una tregua, en nuestra situación no podemos darnos el lujo de pelear.