W Y H. La Guerra Comienza

CAPITULO 36 CAOS

CAPITULO 36
CAOS

Ashley toma a Oliver y Tania y los sube a Kiki para que los lleve a un lugar seguro.

Los soldados del culto comienzan a subir lentamente las extensas gradas del templo, disparando sus rayos purificadores para evitar ser atacados.

May intenta disparar una flecha relámpago hacia ellos, pero es alcanzada por un rayo purificador. Su cuerpo se sacude por la descarga y cae al suelo, débil, pero aún con la voluntad de levantarse. Se tambalea, pero antes de recuperar el equilibrio, vuelve a desplomarse.

Los últimos seis guerreros de Balam llegan y se forman en escudo, sus cuerpos imponentes bloqueando los proyectiles con precisión calculada.

Los rayos caen sin tregua, convirtiendo el campo en un estruendo ensordecedor. Es imposible escuchar otra cosa.

Ahau, consciente de su estado, se retira dentro del templo para descansar y no ser un estorbo.

Cuando los soldados del culto llegan a la cima, abren fuego de inmediato. Sin embargo, todos logran refugiarse detrás de los guerreros de Balam, que al ser artificiales, resisten el impacto sin problema alguno.

W comienza a cargar su ataque de flechas de diamante, mientras May bebe una poción de energía, apretando la mandíbula para ignorar el dolor. Ashley saca su arco y examina cuántas flechas le quedan.

Jeffrey, buscando desesperadamente en el bolso de May, encuentra solo tres runas de fuego.

Balam, con absoluta calma, saca una oz del tatuaje de su tobillo. Su hoja de oro brilla con una elegancia sombría, reflejando la luz de la luna roja.

Sin perder un segundo, la ofensiva comienza desde todos los ángulos.

May y Ashley disparan flechas una tras otra, cada impacto electrocutando a los soldados enemigos. Los rayos iluminan el campo, destellando en una sinfonía caótica de relámpagos y gritos de agonía.

El estruendo aturde a ambos bandos.

W lanza sus flechas de diamante con precisión, atravesando cuerpos sin piedad, masacrando a los enemigos que han alcanzado la cima.

Jeffrey, con extrema rapidez, activa las runas de fuego. En un instante, las llamas consumen a los soldados del culto que avanzaban por las escaleras, envolviéndolos en un infierno ardiente.

Pero la victoria es momentánea.

De la nada, decenas de rayos purificadores impactan a Jeffrey al mismo tiempo. Su piel se siente como si estuviera cubierta por agua helada. Su energía desaparece en un instante, su cuerpo se entumece, su visión se torna borrosa.

Se desploma al borde del templo.

Todos se alarman al verlo inconsciente en el suelo.

W y May corren a ayudarlo, pero los soldados del culto ya han iniciado un nuevo avance, subiendo por ambos lados del templo.

W, con los músculos tensos por la desesperación, descubre un nuevo ataque. Al enfocar el brillo de su espada, logra crear una luz cegadora. La usa para aturdir al enemigo y luego se lanza contra ellos, partiéndolos a la mitad con una estocada rápida.

May lo cubre disparando flechas congelantes a los soldados que intentan atacarlo por la espalda.

Los demás mantienen la defensa en el otro extremo, dejando solo a Ashley en el centro de la acción.

—Carajo —exclama, molesta, antes de correr a ayudar a Jeffrey.

Lo levanta con el brazo izquierdo y, con la derecha, empuña sus cuchillos, lista para lanzarlos si la atacan. Pero antes de reaccionar, es alcanzada por un rayo purificador.

Ashley cae al suelo. Sigue consciente, aunque su cuerpo se siente pesado. Con esfuerzo, intenta arrastrarse hacia el centro del templo.

Un grupo de cuatro soldados del culto llega con furia asesina, sus espadas listas para atravesarla a ella y a Jeffrey.

Sin previo aviso, Oliver y Tania aparecen cabalgando sobre Kiki a toda velocidad. La rinoceronte embiste a los soldados, obligándolos a retroceder.

Los niños bajan de Kiki y, con gran valentía, intentan arrastrar a Ashley y Jeffrey fuera de peligro, pero su peso los supera.

La luna, ahora completamente roja, transforma los ojos de todos los monstruos, tiñéndolos de un fulgor escarlata.

Un resplandor rojo brota de las miradas de Tania, W, Ashley y Balam.

Desde abajo, los ojos de H, Elmer y Óscar arden con un tono carmesí aún más intenso.

Tania siente una oleada de poder, su cuerpo fortaleciéndose repentinamente. Ahora es capaz de arrastrar a Ashley con mayor facilidad, aunque sigue luchando con el esfuerzo.

Un enemigo se acerca rápidamente, su mirada enfocada en ella. Al ver el brillo en los ojos de Tania, suelta una estocada con intención letal.

El tiempo parece ralentizarse.

El reflejo de la espada brilla como un presagio de muerte.

Tania queda paralizada por el miedo.

Su mente revive el trauma de hace pocos días, cuando sus padres murieron de la misma manera, en un ataque del culto.

Su respiración se corta, su cuerpo no responde.

Pero antes de que el filo la alcance, Oliver interviene.

Se interpone entre la espada y Tania, recibiendo el golpe en el estómago.

El sonido del corte resuena como un eco cruel.

Oliver cae al suelo, su sangre empapando su camisa, tiñéndola de rojo.

Tania mira la escena con terror puro.

Pero dentro de ella, algo cambia.

El miedo sigue ahí, pero ahora se mezcla con ira. No es solo pánico, es furia absoluta.

Sin pensarlo, lanza una bola de sombras hacia el atacante.

De la oscuridad surge una figura: una copia del líder del culto, pero cubierto de sombras negras.

El soldado retrocede aterrado.

Pero la copia del líder se abalanza sobre él.

Cada golpe es brutal, su cara se deforma con cada impacto, las sombras se tiñen de rojo con cada puñetazo.

Los demás soldados del culto llegan, pero la copia no se detiene. Se lanza contra ellos con violencia tortuosa.

Tania llora desesperada, gritando a Oliver mientras lo sostiene.




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