W Y H. La Guerra Comienza

CAPITULO 37 SUDOR Y LÁGRIMAS

CAPITULO 37
SUDOR Y LÁGRIMAS

Al escuchar los gritos desgarradores de la pobre niña, W voltea bruscamente. Sus ojos se abren con horror al ver a Jeffrey y Ashley desplomados en el suelo, inertes como muñecos rotos. Tania, con el rostro bañado en lágrimas, sostiene a Oliver entre sus brazos, su camisa empapada de un carmesí que se extiende como una mancha de pintura abstracta. La vida se le escapa a borbotones.

La imagen se clava en la mente de W, llenándolo de un miedo helado y una impotencia paralizante. Una sensación gélida, como si un torrente de agua helada inundara su pecho, le corta la respiración.

De repente, un rayo de energía purificadora, blanco y cegador, desciende del cielo y golpea a W con la fuerza de un martillo divino.

Cae al suelo, sus piernas convertidas en gelatina, apenas capaz de sostenerse.

May, con la precisión de una cazadora experimentada, dispara una flecha certera que silba en el aire y se clava en el cuello del hechicero que lanzó el rayo. La sangre brota como una fuente oscura. Con una mezcla de preocupación y determinación reflejada en sus ojos esmeralda, ayuda a W a levantarse.

-Si no hacemos algo rápido, el niño morirá - dice, su voz cargada de urgencia.

W, sin responder, cierra los ojos. Busca en su interior, calmando el torbellino de emociones que amenazan con consumirlo. Poco a poco, su corazón encuentra un ritmo constante. Al abrir los ojos, su color diamante habitual se ha transformado en un rojo intenso y brillante.

Activa el modo Berserker, un estado donde el dolor se desvanece y solo queda la furia.

Con un tono grave, cargado de autoridad, W le dice a May:

-Ayuda a los niños.

May lo mira por un instante, sorprendida por la intensidad en su mirada, pero reacciona de inmediato y corre hacia los heridos.

Un grito bestial, nacido de lo más profundo de su alma, escapa de la garganta de W. Se lanza contra la horda de soldados del culto, una marea de rostros fanáticos y armaduras oscuras, que apenas son contenidos por los guerreros de Balam.

Con una agilidad sobrenatural, W los mata uno a uno. Su espada, un relámpago de acero en la penumbra, los corta como si fueran simples hojas de papel. La sangre llueve a su alrededor, tiñendo el suelo de un rojo escarlata.

Rodeado por sus enemigos, que apuntan sus báculos hacia él, W levanta su espada.

-¡Destello! - grita.

Un brillo cegador emana del arma, una explosión de luz que aturde a todos los que lo rodean.

Sin darles tiempo a recuperarse, W lanza estocadas furiosas.

-¡Flechas de diamante! - exclama.

De las estelas dejadas por la espada, surgen brillantes y puntiagudos pinchos de diamante, disparados frenéticamente hacia los soldados del culto. La escena se convierte en una carnicería. Los gritos de agonía se mezclan con el sonido metálico de los pinchos al atravesar la carne y la armadura.

Los cuerpos caen despedazados en segundos.

May y Sara llegan corriendo para ayudar a Tania con Oliver.

May ejerce presión sobre la herida, su rostro contraído por el dolor y las ganas de llorar.

Tania se aferra a Sara, rogándole por ayuda.

Su voz se quiebra con cada palabra, y las lágrimas resbalan por sus mejillas como un torrente descontrolado. Sara la deja junto a May y corre rápidamente hacia Ahau, mientras a su derecha W sigue masacrando al enemigo. A su izquierda, Balam y sus guerreros contienen a los soldados del culto para que no suban a la cima por el frente y la izquierda del templo.

-Ahau, por favor, cura a Oliver como curaste a W hace rato - dice Sara, luchando por recuperar el aliento.

Ahau suspira, su mirada fija en el suelo, su voz vacía de esperanza.

-Lo siento, él es humano. Mi magia no tendría efecto.

Ahau le da tres pociones a Sara y le da unas indicaciones. Ella corre de nuevo por el medio del caos. Les da a Ashley y Jeffrey una poción de vida a cada uno. En segundos, recuperan su salud y energía por completo. A Oliver, le da un brebaje de salud que le da unos momentos más de vida.

Este despierta. Al abrir los ojos, se encuentra rodeado por Ashley y Sara, quienes, alteradas, buscan la manera de salvarlo; May y Tania, con lágrimas recorriendo sus rostros, presionan su herida; y Jeffrey, quien prefiere no mirarlo y vigilar que no los ataquen.

Entre respiraciones ahogadas, Oliver comienza a llorar mientras intenta hablar:

-Se...señorita Ashley...

Ella se acerca a él, limpiando sus lágrimas para aparentar fortaleza.

-Aquí estoy - dice entre sollozos.

Oliver continúa:

-Perdón por no haber sido fuerte. Yo solo quería ser el compañero de aventuras de usted y el señor H, pero ahora creo que voy a reunirme con mis padres.

De la oscuridad del bosque, surgen dos luces rojas que brillan con gran intensidad. A toda velocidad, se dirigen hacia Elmer y Óscar.

Estos sienten ansiedad, pero se ponen en posición de defensa. Sin embargo, no logran hacer nada ante su ataque. H golpea a Óscar con una patada al pecho, estrellándolo contra el templo, haciéndolo temblar. Todos en la cima pierden el equilibrio por un momento.

Elmer intenta acertar una estocada, pero H, en lugar de esquivarla, detiene la katana con la mano, cortándose profundamente.

Elmer siente miedo al no poder quitarle su espada y ver a H ensangrentado, con su camisa hecha casi trizas, sostenida apenas por la manga izquierda, dejando ver la sangre y los moretones de su torso.

H rompe varias costillas de Elmer de un codazo al centro de su pecho, haciéndolo caer de rodillas.

Óscar se levanta y, con furia, intenta levantar escombros grandes.

La sangre de todas las heridas de H levita y se junta en el aire para posteriormente formar flechas y lanzarse a toda velocidad hacia Óscar. Este siente miedo al ver los proyectiles acercarse a toda velocidad hacia él. Lo impactan, perforando sus piernas y brazos, haciéndolo caer entre gritos de dolor mientras la sangre regresa al cuerpo de H.




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