W Y H. La Guerra Comienza

CAPITULO 38 EL PODER DE LA LUNA ROJA

CAPÍTULO 38
EL PODER DE LA LUNA ROJA

Un silencio abrumador llena la cima del templo, tan denso que casi se puede tocar. El viento, que minutos antes bramaba con furia, ahora se calma, sin siquiera susurrar entre las hojas de los árboles. La atmósfera, cargada de la tensión de la batalla, se vuelve pesada, casi opresiva.

Tania se desploma de rodillas, su respiración agitada como la de un corredor extenuado. Ashley corre hacia ella, el rostro surcado por una profunda preocupación.

—Estoy bien, estoy bien —dice Tania, con un cansancio notable en su voz, intentando tranquilizarla.

De un salto ágil, H aterriza cerca y se acerca rápidamente al círculo que rodea a Oliver. El niño, apenas consciente, se alegra al verlo llegar y, con voz quebrada por el dolor y el agotamiento, le dice:

—Señor H, hice lo que me pidió: protegí a Tania.

H suspira. Doblando una rodilla, nivela su mirada con la del niño y le habla con seriedad:

—Fuiste muy valiente.

Oliver comienza a llorar, un llanto que mezcla el dolor físico de su herida con el miedo creciente que lo invade.

—Señor H, quiero seguir con ustedes, no me quiero ir todavía.

W, debilitado tras salir del modo Berserker, se acerca corriendo, el rostro contraído por la tristeza al presenciar la escena.

—H, debe haber algo que se pueda hacer —dice W, su voz teñida de desesperación.

Ashley suspira, su voz temblorosa por el llanto.

—No hay otra opción, H, debes hacerlo.

H extiende su mano hacia Oliver, la palma abierta. Al ver esto, Jeffrey reacciona con una velocidad sorprendente, extendiendo su propia espada y colocándola en el cuello de H. La furia arde en su voz y en su mirada carmesí.

—No permitiré que transformes al niño en un monstruo como nosotros.

En ese instante, Oliver pierde el conocimiento.

H voltea a ver a Jeffrey de reojo y, con un movimiento rápido, usa la sangre de sus heridas para lanzarla como cuchillas a las piernas de Jeffrey. Este cae, aguantando el dolor, y exclama con aún más furia:

—¿Crees que el niño será feliz de ser tu esclavo el resto de su vida?

Todos los presentes voltean a ver a H con incredulidad, el asombro pintado en sus rostros. Con un tono que roza el regaño, Sara pregunta:

—H, ¿de qué está hablando?

Ashley responde por él, su voz grave y seria:

—Al ser transformado, perderá su libre albedrío. Solo podrá recuperarlo si H muere o le da su libertad.

Jeffrey añade, igual de enojado:

—Sinceramente, dudo que H lo libere.

Ashley lo encara, gritando:

—¡H me salvó la vida transformándome en esta cosa y me dio mi libertad!

Los demás, alrededor, deciden no intervenir, permaneciendo expectantes ante la creciente tensión.

H, con la mano aún extendida hacia Oliver, pronuncia un cántico en latín, las palabras resonando con una extraña autoridad:

_Luna sanguinea, audi precem meam,_
_Transforma hanc animam humanam in creaturam noctis._
_Nega humanitatem eius et da ei animam felinam,_
_Tibi hunc mortalem trado ut eum magicis lavare possis,_
_Et mihi fidelem servum reddas._

El cuerpo de Oliver comienza a brillar incandescentemente, un color azul tan cegador que supera el brillo del minisol en el cielo. Todos los presentes cubren sus ojos, la intensidad de la luz llenando el espacio.

En segundos, el brillo azul desaparece. Un silencio profundo se instala mientras todos, aún aturdidos por la luz, observan fijamente. En los brazos de May, Oliver comienza a hacer pequeños movimientos y, de repente, se levanta y comienza a toser.

Tania, W, Sara y Ashley dan varios pasos hacia atrás, dándole espacio. Sus rostros se iluminan con alegría, y una sonrisa genuina aparece en cada uno. Tania, Ashley y Sara sueltan lágrimas de pura felicidad.

Oliver abre los ojos, que ahora brillan con un intenso color rojo, idéntico al de sus compañeros. Tania corre a abrazarlo, y al instante, Ashley y Sara se unen al abrazo, formando un nido de alivio y cariño.

Tania mira a H y, entre lágrimas, le agradece.

Oliver se levanta, y las tres chicas se apartan. Se toca el estómago y nota que, aunque está manchado de sangre, la herida ha desaparecido sin dejar siquiera una cicatriz. Con su lengua, toca sus dientes y siente que ahora tiene colmillos en la fila superior.

—¿Qué me pasó? —pregunta Oliver, confundido.

Ashley le responde con un tono serio, casi de disculpa:

—La única forma de salvarte era transformándote en un monstruo. Has dejado de ser humano, ahora eres un hombre gato.

—¿Ahora podré ser su compañero, señor H? —pregunta Oliver mientras se acerca a él, una chispa de esperanza en sus ojos.

H le pone la mano en la frente. Su palma brilla con una luz blanca que también emana de los ojos de Oliver. H retira su mano y le responde:

—Siempre lo fuiste.

Tania pregunta con incredulidad:

—¿Qué ha sido ese brillo?

Ashley, sonriendo, le responde:

—H le ha dado su libertad.

Jeffrey suspira, un alivio palpable recorriendo su cuerpo. En su rostro se mezclan el arrepentimiento y otras emociones complejas, revelando su pesar.

Oliver abraza a H, quien no corresponde el abrazo, pero le da unas palmaditas en la cabeza.

Ahau sale del templo y se acerca a ellos. Sus movimientos parecen más lentos, la aceleración de la petrificación cobra su precio, y sus venas verdes resplandecen incandescentemente bajo su piel.

—Muy bonito el momento, pero la verdadera batalla está por empezar. El líder es el enemigo a vencer.

Las sonrisas en el grupo se apagan, pero al ver a Oliver, una pequeña chispa de fe se enciende en ellos, la esperanza de que todo saldrá bien.

Balam entra en escena y, con una sonrisa de confianza, intenta calmarlos mientras camina con un cubo de agua en la mano.

—No hay de qué preocuparse, tenemos de nuestro lado a H, el monstruo más poderoso, fuerte e invencible del continente.




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