Capítulo 41
ADIÓS
May lanza la flecha con tal poder que su propio arco es destruido, desintegrándose en una fina lluvia de polvo. La flecha dorada y blanca, recorre su camino dejando una estela luminosa de decenas de metros de largo, serpenteando por el aire como un hilo de luz.
Mientras tanto, el Líder se retuerce, intentando liberarse, sacando más y más púas de hielo de su cuerpo. Estas, afiladas como dagas, salen disparadas en todas direcciones, algunas silbando peligrosamente cerca y otras impactando. Una roza el rostro de Ashley, dejando un corte sangrante, y otra se clava en la espalda de H.
La flecha impacta justo en el centro del cuerpo de la cobra, cubriéndola de múltiples rayos blancos que logran alcanzar a Jeffrey, Ashley y H, obligándolos a soltar al Líder.
—¡Ay, mierda! —exclama May, y luego, con voz decidida, le grita a W—: ¡Ahora!
W corre a toda velocidad hacia el cuerpo de la gigantesca cobra, que cae con brutalidad a la tierra junto con las demás bestias. Al chocar contra el suelo, levantan una inmensa nube de polvo que casi alcanza a W, pero este, con un salto ágil, se eleva por los aires.
La cobra desaparece en una gran nube de vapor, dejando ver al Líder, algo aturdido. W aprovecha esta oportunidad para lanzar grandes monolitos de diamante de más de cinco metros de largo, que se clavan con brutalidad alrededor del Líder, creando una prisión brillante.
Este saca su tridente, pero todavía no recupera el equilibrio del todo. W lanza una gran púa de diamante, más grande que él mismo y electrificada. Al impactar contra al Líder, decenas de rayos caen sin cesar sobre este, crepitando con furia.
Balam pregunta a Ahau con seriedad, sin apartar la mirada del campo de batalla:
—¿Debemos intervenir ahora?
A lo que Ahau responde con la misma seriedad, sus ojos fijos en la escena:
—No, hasta que todos estén en los barcos.
W cae al suelo casi sin energía. Su respiración se agita, pero lentamente logra controlarla, recuperando el aliento con esfuerzo.
Un rayo cae sobre el gran tigre, haciendo que Ashley regrese a su forma normal. Al levantarse, con algo de dolor visible en su gesto, se limpia la sangre del corte de su cara. Jeffrey y H también se destransforman, envueltos en una gran bola de fuego que los devuelve a su forma normal.
El silencio es ruidoso, pesado y denso, solo roto por las respiraciones agitadas de los presentes. Todos caminan hacia W, quien está tomando un respiro, sus músculos tensos por el esfuerzo.
Jeffrey, mientras camina, comienza a toser, una tos seca que resuena en el aire. H, a su lado, camina con la mano izquierda en las costillas, pero sin que su rostro exprese el más mínimo dolor.
El Líder yace tirado boca abajo, rodeado por los cinco monolitos de diamante, casi destruidos, que aún resplandecen débilmente bajo la luz del minisol.
May comienza a correr hacia W. Ashley llega donde están los chicos, reunidos, observando al Líder. Todos permanecen en silencio, solo escuchando el ritmo de sus propias respiraciones.
—Si eso es lo mejor que pueden hacer, entonces estoy muy decepcionado —exclama el Líder mientras comienza a levantarse, cojeando ligeramente. Aparentemente tiene el brazo izquierdo roto y varios cortes sangrantes cubren su cuerpo.
Este momento asusta a todos. May, al verlo levantarse, corre a buscar armas entre los cadáveres cercanos. Jeffrey y W retroceden varios pasos, sus ojos fijos en la figura que se yergue. Ashley y H, por su parte, sacan sus armas, preparándose para lo inevitable.
El Líder truena su cuello con varios tics de dolor, un sonido seco en el silencio, y saca su tridente, exclamando con una sonrisa cruel:
—Por poco y los sobreestimo.
Se lanza hacia H a toda velocidad. Este toma la espada de Hefesto y le lanza acero ardiente, pero el Líder aguanta el dolor aunque le caiga en la cara, su piel chispeando y humeando.
H bloquea la primera estocada, pero no tiene fuerzas para atacar, sus brazos temblan. Ashley, con su látigo, atrapa el brazo roto del Líder.
Jeffrey, con su mazo de guerra, se arroja, lanzándose hacia él para atacar, pero el Líder se da la vuelta con una velocidad sorprendente y, con su tridente, atraviesa el pecho de Jeffrey matandolo al instante.
Un silencio rotundo cae sobre el campo de batalla, tan espeso que parece absorber hasta el aire. El tiempo se detiene por un instante, el horror grabado en los rostros de los presentes.
W se lleno de ira, sus ojos arden, y se lanza hacia el Líder, intentando matarlo con su espada, movido por una furia descontrolada.
El Líder, de una patada, lanza a H lejos y de un golpe estrella a W contra Ashley dejándolos inconscientes.
Balam y sus cinco guerreros llegan, atacando al Líder con hachas, guadañas y espadas, una ráfaga de metal y furia. Mientras tanto, Balam ayuda a H a levantarse.
Llega Ahau, moviendo la tierra como si fuera agua, llevándolo sin caminar hacia May. Con voz seria, le dice:
—Llévalos al muelle.
La eleva, creando una plataforma de tierra y piedra a sus pies, y la lleva consigo hacia donde están los demás, con una velocidad sobrenatural.
El Líder, uno a uno, parte por la mitad a los guerreros de Balam con una eficiencia brutal.
Cuando se dirige hacia H para matarlo, es golpeado por columnas de tierra que salen del suelo y lo atacan sin piedad.
Ahau y May llegan al lugar. Moviendo la tierra con un gesto, trae a Ashley y W, quienes están inconscientes, flotando suavemente.
—Desde ahora yo me encargaré —exclama Ahau, mostrando una sonrisa enigmática. Y sin dejarlos responder, los lleva a todos, moviendo la tierra, hacia las ruinas del templo, quedando solo él y el Líder.
H levanta a Ashley con cuidado, mientras Balam se echa a W al hombro y todos comienzan a correr hacia el bosque. Sin embargo, H se detiene por un instante, voltea hacia Ahau y luego sigue a Balam y May.