Wade

Capítulo 18

¡Hoy es cumpleaños de una hermosa mujer! Cumple nada más y nada menos que ¡20 años!
Cumpleaños feliz
Cumpleaños feliz
Te desea la Rosii
Cumpleaños feliz 💕

Elizabeth
— ¡Eres un maldito imbécil! – Acusé señalándolo con mi dedo índice. – ¿En que estabas pensando? ¿¡Me quieres arruinar la existencia!? – Grité irritada.–
Wade no me prestó nada de atención. Pasó de largo cerrando la puerta de entrada con su pie derecho y se encaminó hasta la cocina repleto de bolsas llenas de comida.
Aiden se había despedido de mi algo nervioso, excusándose de que tenia que llevarle algunas cosas a su hermana con urgencia.
Obviamente era mentira. Wade lo había espantado.
Lo seguí dispuesta a cantarle lo estúpido que había sido.
No me había dirigido la palabra en todo el viaje, y yo mucho menos. Todo se limitó a la música que transmitía la radio mientras el conducía algo apurado.
— ¡De esta no te vas a librar, coprófago! – Grité mientras entraba en la cocina. Cómo había pensado, se encontraba ordenando las cosas que habíamos comprado. – ¿Ves normal lo que has hecho? ¡Era mi Crush! ¡Mi amor platónico!
— ¿Cobrofago? ¿Cocrofago? ¿Que cojones es eso? – Preguntó en respuesta mientras cogía un bote de mayonesa y lo guardaba en la nevera.
— Coprófago. – Repetí. Me acerqué a él y me senté en la encimera, cruzándome de brazos.– Es come mierda en un lenguaje más elegante.
— Elegante. –Dijo dejando su tarea de lado para mirarme.– Elegante mis huevos, querida.
Rodeé los ojos exahusta. Wade era una persona algo difícil para entablar una conversación normal. Observé como guardaba las cosas en sus respectivos lugares. Estaba consciente de que había intentado cambiarme de tema. No quería hablar sobre lo que había ocurrido con Aiden, y eso me molestaba.
Había espantado al único chico que me había interesado en estos años. Siempre con una sonrisa y una conversación agradable.
Quería tomar ese café con él.
Sonaba como una niña pequeña a la que le habían quitado su piruleta. Y quizás fuera así, pero no podía evitarlo.
— ¡No me cambies de tema, maldita sea! – Chillé exasperada. Me bajé de un salto de la encimera y lo enfrenté. – ¡Por tu culpa no me va a llamar!
— No me extraña. – Opinó parándose durante unos segundos. Mordió su labio inferior y me miró dejando sus dientes a relucir.– Quizás si compro una pajarita, mis huevos podrían ir de gala esta noche. ¿Qué tal lo ves?
— Lo veo tan estúpido como lo eres tú. –Ataqué pinchándolo con mi dedo índice en su pecho. Este me sujetó la mano algo molesto, pero no la apartó de él.– ¿Por qué has hecho eso, Wade? ¡Podría haber tenido una cita! ¡Y tú me lo has arruinado!
Por un momento lo miré y me imaginé lo que había dicho: dos huevos con una pajarita en una gala rodeado de gente hablándoles.
Comencé a reír confundiéndolo.
Al cabo de unos segundos entendió y comenzó a reír conmigo.
— Te lo has imaginado. –Aseguró. Su mano seguía sujetando a la mía proporcionándole un poco más de calor. Sus ojos miraban cada detalle de mi rostro. Los dos estábamos sonriendo como dos imbéciles. – Sr Huevón y Sra Huevina. – Nombró haciéndome reír más.
— ¡Lo estás volviendo a hacer! – Me quejé mientras me alejaba un poco de él. Este dejó de sujetar mi mano, dejándola caer. Por unos segundos extrañé su cercanía. Su toque en mi cuerpo. – ¿Por qué lo has hecho?
Me miró algo nervioso. Sus ojos abandonaron los míos y comenzó a acomodar la última bolsa que quedaba.
Lo odiaba. Odiaba cuando se ponía así. Estaba claro que no quería hablar de este tema, pero no me había dado las razones por las que lo había hecho. Y yo las exigía.
Sí algo había aprendido de Wade era que su rostro era un retrato de lo que sentía.
Se notaba cuando estaba enfadado, cuando estaba feliz y hasta cuándo estaba algo triste, pero por alguna razón no podía terminar de leer como se sentía en estos instantes.
— Respóndeme. –Exigí elevando un poco más la voz. Cuando hubo terminado de acomodar la última bolsa, me enfrentó. Me miró de arriba a abajo, estudiándome.
— Por que me ha dado la gana. – Respondió tajante. Se cruzó de brazos y esperó a que explotara. Rodeé los ojos y esto pareció enojarlo un poco más.– Si realmente le interesas te llamará.
— Si tú no lo hubieras arruinado, quizás ahora mismo estaría tomando un café con mi Crush. – Escupí alejándome de él. Después de mirarlo durante cinco segundos a los ojos, suspiré indignada y me acerqué a la nevera.
Noté su mirada detrás mía. Estaba muy enfadada con él. No podía darse la libertad de besarme como ha hecho para después mandarme a la mierda. Y cuando intento ignorarlo y seguir con mi vida, me destrozaba los planes.
Maldito infeliz.
— Si piensas que me arrepiento, te estás engañando a ti misma. –Informó apoyándose en la encimera donde había estado minutos antes. Se cruzó de brazos y observó como abría el frigorífico.– Tampoco te pediré disculpas, si es lo que estás buscando.
— Afortunadamente ya no espero nada de ti. – Confesé mientras sacaba el zumo de naranja que habíamos comprado.– Absolutamente nada.
— No sabes lo que me duele eso –Se burló de mi. Una sonrisa apareció por su cara. Le  volví a dar la espalda.
No lo aguantaba. Suspiré intentando quitar un poco de tensión en mis hombros.
Una risita sonó por la cocina. Me giré y le fulmine con la mirada.
Lo ignoré segundos después y me puse de cuclillas para alcanzar un vaso de cristal. Vertí el zumo de naranja en él
— No me ignores, Brooks. –Exigió tajante.
— Olvídame Hall. 
— No te voy a pedir perdón. –Gruñó acercándose a mi. –
— No necesito tus disculpas. –Recalqué alejándome más de él.
Su mirada transmitía diversión. Le gustaba hacerme rabiar, tanto como molestarme.
Wade era la primera persona que me había hecho pasar tal vergüenza. No entendía como podía ser así. Pensaba que después de lo ocurrido con Edler nos llevaríamos mejor.
Pero me equivocaba.
— Olvida lo que ocurrió, fue una simple broma. – Pidió elevando las manos.– No me jodas que eres la típica niñata a la que no se le puede hacer unas bromitas...
— ¿Broma? –Pregunté con burla. – No me jodas tu, Wade. –Grité. Este se sorprendió y me permitió seguir hablando.– No soy ninguna de tus chupa culos, maldita sea. No te voy a permitir que te metas en mi vida como has hecho. –Anuncié. Este me miró desconcertado.– A partir de ahora quiero que te mantengas alejado de mi. ¡No quiero que me dirijas ni la palabra! ¿Entiendes? Espero que sí, porque la próxima vez que se te pase por la cabeza molestarme, lo vas a lamentar el resto de tu vida.
Quería hablar. Podía notarlo. Su cara estaba algo más roja de lo normal mientras que sus puños estaban cerrados. Estaba enfadado, pero yo lo estaba más.
Después de mirarlo durante unos segundos, le di la espalda dispuesta a irme.
— Quizás la que debería de meterse en mi vida eres tú. Te arrepentirás de tus palabras... –Advirtió comenzando a andar. Podía notar como estaba a mis espaldas. – Eloísa. – Escupió con asco.
Su hombro chocó con el mio y salió de la cocina como una bala.
Y como siempre, Wade me dejaba con las palabras en la boca.



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En el texto hay: mentiras, risas, amor

Editado: 13.06.2018

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