Wade

Capítulo 20

Elizabeth
Estar rodeada de gente ahora mismo para mi era un sueño. Después de pasar tantos días entre cuatro paredes – exageraba muchísimo –  estar en un centro comercial era la mejor sensación que había experimentado en días.
Niños correteando buscando a sus madres, chicas llenas de bolsas de ropa mientras tomaban un café en una de las cafeterías..
— Como te separes un centímetro de mi, compraré unas esposas y te esposare a mi. – Y Wade interrumpió mi hermosa paz. Lo dijo en voz baja, mientras cruzábamos las puertas de una tienda de ropa de hombre.
— Eso quisieras tú. –Ataqué alejándome lo que él me permitía. Me tenía agarrada de la mano, como si fuésemos una pareja.
Se alejó unos metros de mi para mirar unos cuantos pantalones que le habían llamado la atención. Eran de colores oscuros con una raja en cada rodilla.
Cada día la moda se hacía más estúpida. Con menos tela, más te costaba. Y debería ser al revés.
Me crucé de brazos observando a Wade que cogía todos los pantalones que le gustaba. Vestía muy bien para no ser modelo. Y tenía un cuerpo de escándalo.
Wade levantó la cabeza buscándome con la mirada. Cuando sus ojos chocaron con los míos, se acercó a mí.
— Te dije que no te separaras de mi. – Gruñó con la voz baja, intentando que la dependienta no se diera cuenta.– Si te he traído es para que salieras un poco, no me hagas arrepentirme.
— No voy a estar detrás tuya como una perra, Hall. –Escupí observando nuestro alrededor. La dependienta no paraba de mirar con ojitos a Wade, y eso extrañamente me molestó.– No me moveré de aquí. Compra lo que tengas que comprar.
— Podrías ayudarme. –Ofreció este. Negué con la cabeza y observé cómo Wade se volvía a alejar de mi algo tristón.
Miré de nuevo a la dependienta: una pelirroja de no más de 23 años. Alcé una ceja al ver como corría hasta Wade. Cruce mis brazos y observé cómo hablaban.
Sonrisita aquí, allá y delante de mis narices.
Me acerqué a ellos aún con los brazos cruzados. Wade me vio de lejos y me regaló una hermosa sonrisa. La dependienta, confusa, volteó la cabeza buscando con su mirada a la persona que le había robado la atención del chico.
Él me había jodido con Aiden. Creo que se merecía lo mismo, o incluso peor.
— ¿Ya te decidiste? – Pregunté cuando estuve lo suficientemente cerca para que me escucharan.– 
— Estaba aquí hablando con Lucía. –Respondió con una sonrisa. Miró a la chica y está le sonrió al segundo.– ¿Cuál según tú, me quedaría bien?
— Con el cuerpo que tienes... –Se puso la mano en el mentón disimulando estar pensando. No tienes neuronas para pensar, querida.– Te quedaría bien todos. Me encantaría tener un novio con tú.
Esto era el colmo. No tenía respeto por nadie. ¿Y sí yo fuera su novia? Ahora mismo le estaría diciendo de todo.
Me entraron unas ganas de cogerla de los pelos y meterla en un cubo de basura lleno de vómitos de borrachos del bar.
Wade me había arruinado mi cita. Y yo podría arruinarle su tonteo con la dependienta.
Sonreí y la miré.
— Es una lástima que sea mi novio, ¿verdad? – Fingí una sonrisa. Wade abrió la boca alarmado dispuesto a decir algo. Lucía en cambio me miró algo nerviosa. Chúpate esa, perra.– Bebé, enséñame lo que has escogido para la cena con mis padres. –Añadí
— ¿Bebé? – Preguntó Wade con un hilo de voz. Apreté más mi agarre en mis propios brazos enojada. Fulmine con la mirada Wade y este retrocedió.
La chica no se alejaba de él y eso me estaba poniendo nerviosa. 
Te voy a reventar la cabeza, perra sarnosa.
Me acerqué a Wade y enrollé mi brazo con el suyo, pegándome a él.
Su cercanía para mi era el quinto cielo. Su toque me dejaba un hormigueo placentero. Causaba tantas cosas en mi que era imposible explicarlas con palabras.
— ¡Mi amor! –Grité entusiasmada. La dependienta me miró súper mal, pero seguí mostrando mi sonrisa falsa. Besé el cachete de Wade y dejé escapar un gran sonido.– ¡Estoy tan contenta desde que nos comprometimos! –Me acerqué a su oreja y le dejé un beso en el lóbulo. – Pienso hacerte el amor en todas posiciones. – Susurré lo suficientemente alto para que lo escuchara la dependienta.
— Estaré en el mostrador por si necesitan algo. – Se excusó Lucía y se alejó de nosotros como si su vida dependiera de ello.
Me alejé de Wade complacida por mi actuación. Agarre todos los pantalones que sujetaba y los llevé hasta el mostrador donde Lucía se encontraba haciendo caja.
Mi supuesto prometido estaba siguiéndome como si fuera su dueña. Nunca pensó que Elizabeth Brooks pudiera ser así.
Pero podía ser peor.
— Se lleva todos. – Anuncié con una sonrisa.
La dependienta me miró mal pero hizo su trabajo. A regañadientes, Wade pagó sus pantalones y al fin pudimos salir de la tienda.
Llevaba varias bolsas en sus brazos. Era digno de exposición. Tenía el ceño fruncido, eso significaba que le había  molestado.
— ¿Por qué cojones has hecho eso? –Exigió saber cuándo estábamos lo suficientemente alejados. Se adelanto dos pasos y se puso enfrente de mi, impidiendo que siguiera caminando.– No fue gracioso, Brooks. Me merezco una alegría de vez en cuando. – Se cruzó de brazos, enfrentándome.–
— ¿Una alegría de vez en cuando? ¿Eres imbécil? – Hice una pregunta obvia, pero seguí hablando.– Delante mía no vas a coquetear con ninguna tía, porque tú no me dejas hacer lo mismo. –Ataqué.– ¡No me dejaste quedar con mi Crush!
— ¡No es tu Crush! –Gritó harto de mi. Me crucé de brazos igual que él y frunci un ceño.
La gente nos miraba disimuladamente. Estábamos llamando la atención pero realmente me daba igual.
¡Me quería enfrentar! ¡El muy anormal después de lo que me hizo!
— ¿Y tú que sabes? –Pregunté enojada.– Si apenas me conoces. ¿Te tengo que recordar que al principio me dejaste a mi suerte? ¡Eres un imbécil, maldita sea!
Se que había hecho muy mal con abrir el cajón lleno de mierda, es cierto. Le estaba echando cosas en cara que quizás no debería haberlo hecho, pero me sacaba de mis casillas.
Las luces del centro comercial se apagaron. La gente comenzó a ponerse nerviosa al ver que la luz no volvía.
Wade se pegó a mi y comenzamos a andar por donde veíamos que había espacio para pasar.
Unos gritos resonaron por todo el lugar.
Y después, solo se escuchaban disparos.



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En el texto hay: mentiras, risas, amor

Editado: 13.06.2018

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