Wallas
Y nunca sabrás el dolor ajeno, hasta que lo vivas en carne propia.
[…]
La atraigo aún más a mi cuerpo de forma que sus brazos rodean mi cuerpo para abrazarme.
Sus sollozos me despedazan y sus lamentos logran tocar un hueco en mi corazón.
- Em
- Solo quiero quitarlos de mi cabeza - susurra entre lágrimas
- Por favor, háblame - le pido silenciosamente mientras que aparto mechones de su coronilla
El rubio le queda espectacular. No me la imaginaria con otro tono de cabello.
Le doy un casto beso y me tumbo en la cama con ella en brazos. Gime de dolor. Pero no físico.
Siempre la he visto como una chica malcriada que es huérfana. Tenía que trabajar para ganar dinero, era linda pero su descuido personal la hacia aparentar otra cosa. Era amargada con un carácter demasiado prepotente. Tenía ojos en chicos demasiado masculinos. En otras palabras, la juzgué mal.
Fui demasiado prejuicioso con ella. Demasiado injusto.
No me tome el tiempo de saber de ella, de conocerla, de saber que piensa o que ha vivido.
Sufrió, como nadie debería haberlo echo. Fue adoptada, ilusionada, para que luego la usarán como una muñeca inservible.
Una muñeca que me sacó de mis casillas la primera vez que la conocí. Cuando tiró el champán en mi camisa costosa.
«rubia tonta»
No sabía que esa rubia me pediría que la besara una noche en que la lluvia caía violentamente. Tampoco sabía que las hamburguesas que hacen por las calles tengan el poder de influir en ti como para aceptar ese beso.
Sin duda es una travesía.
Cuando vivía en New York papá se encargaba de satisfacerme todos mis deseos. Tenía dinero, chicas, era heredero de una gran fortuna. Tenía la vida echa y resuelta. Pero claro, como no.
Decidí regresar a Inglaterra a pasar tiempo con mamá sin saber que en los confines más ocultos había una rubia queriendo trabajar de mucama en mi mansión.
Cuando tenía trece años mi primer amor fue Sheryl, era muy guapa, inteligente y como todo crío adinerado le di dinero para que me diese un beso. No sabía que ese beso de veinte dólares la convertiría en lo que es ahora.
Nos acostamos cuando tenia quince y ella diecinueve. Mi primera vez.
Las cosas siguieron, me la follaba cada vez que quería o me apetecía. Comencé a salir con otras mujeres, ella se volvió demasiado posesiva. Pensaba que yo era solo de ella.
Se equivocó.
Pero aún así la extrañaba. Hasta que un incordio decidió entrometerse.
Y ahora esta Hit, mi hermano, mi sangre. De pequeños nos prometimos ser fieles a una promesa.
Cuando éramos adolescentes él se enamoró de Cindy, una compañera mía que venía a cada a trabajar conmigo, la verdad era que a mí también me atraía. Entonces comenzó la pelea.
De esa vez, pactamos que nunca peleariamos por una mujer.
Diez años, diez años han pasado y el pacto se rompió.
A veces pienso en Emma, y cuando lo hago pienso que sería mejor renunciar a ella. Hit se la merece. Sé que él la haría más feliz de lo que yo puedo hacerla.
Él no tiene miedo al amor, no tiene miedo a caer miles de veces por ella.
Soy un cero a la izquierda de ellos.
Es hora de buscarme una historia de amor.
Bajo la mirada para ver como la rubia tiene el rostro tranquilo en mi pecho, su respiración es normal y sus mejillas están rojas.
Tan guapa y atractiva como la manzana de la discordia.
<…>
Los vuelvo a mirar, Hit ríe y Emma reprime una carcajada.
Se ve tan joven en el agua.
Todo hace contraste con ella.
El manantial, el musgo verde en las rocas, su cuerpo mojado, su sujetador azul, los árboles alrededor, el sol. Parece la misma pintura del nacimiento de Venus.
Sonrío y recojo mi camiseta.
Ahora debo hacerme a un lado.
Por ella, por mi hermano.
Pero más por mí.
Me pongo la camiseta y el calzado. Recojo mi mochila y me lo llevo al hombro.
- ¿A dónde vas Wallas? - me pregunta Sheryl
Volteo a mirarla. Su especie de bikini me revela partes que eh explorado con demasiados años.
- Me han enviado mensajes para regresar - comunico
- Ajam
No respondo nada y subo nuevamente hacia la finca.
Habrá pasado una hora cuando mi cabello está totalmente seco y el sol ya está queriendo ocultarse tras las grandes montañas.