Wallas
Cuando buscar olvidar a alguien comienzas con el reemplazo, buscas a una persona igual o similar.
[...]
El frio aire de New York golpe mi rostro mientras la señorita que tengo al lado me sujeta el brazo con firmeza. Sería una gran novia ahora que me pongo a verla. Tiene el cabello rubio corto, unos ojos miel bien bonitos, un cuerpo algo flácido, es alta con piernas largas, inteligente e hija de uno de los socios de papá. Lilian Grower.
Una joya sin duda, sino fuera demasiado posesiva.
- ¿Iremos al central Park luego? – vuelve a preguntarme
Asiento, le había prometido ir a pasear a su perro cuando salgamos del trabajo.
- Claro Lilian – respondo
Ella sonríe y se aferra más a mi brazo.
La he tenido así desde que fui a recogerla a su casa.
Y la paciencia se me agota.
Finalmente me logro despegar de ella cuando tomamos la intersección para ir a su oficina. Me despido con un beso en la mejilla y me doy media vuelta para irme.
Tomo el ascensor y una mujer alta y jovial toma de la mano a su pequeño hijo quien parece nunca haberse subido a un ascensor.
Sonrío y presiono la planta baja.
Extrañamente no he recibido ninguna llamada de mamá. Me duele haberla dejado sabiendo que mi tiempo con ella era de más meses pero tuve que hacerlo ¿no? No me la iba a pasar sentado viendo como mi hermano enamora a Emma a sabiendas de que yo también caería a sus encantos.
Como dicen, es mejor prevenir que lamentar. Pero lo estoy lamentando ahora.
Me recuesto en la pared del elevador y saco mi móvil para buscar galería.
Le había tomado varias fotos a Emma, todos sin consentimiento en realidad. Abro la primera miniatura y el cuerpo de una mujer en la cocina aparece. Su cabello rubio lo llevaba en una coleta alta que mostraba lo redonda de su cara, su ceño está fruncido y el uniforme le queda tan espectacular que no entiendo porque no le dije que lo utilizara siempre. En esa foto batía dos huevos que le mandé a preparar.
La siguiente imagen es ella, con su uniforme húmedo. Fue el día que la fui a buscar a la preparatoria. Llovía a cántaros. En ella parece Emma dando saltitos de la escalera. Su uniforme cuenta con una blusa blanca, una corbata, una falda plisada corta a cuadros, y medias altas, he visto a Guilian con el mismo uniforme años tras años pero verla a Emma con el me hizo querer ser adolescente de nuevo. La rubia llevaba las medias en sus tobillos, su cabello se le pegaba al rostro y su corbata había abandonado el lugar mostrando un blanco cuello.
Ese día accedí a su petición, la besé.
Aún recuerdo el día que fui a la preparatoria para las pasantías que mamá quería anunciar a los estudiantes. No quería, Hit tampoco, pero nos obligó. No sabía que me encontraría con la rubia.
<< Miro a Hit de mala gana y me adentro al aula. Mi ojos reposan en todos los alumnos, una vista panorámica, unas sonríen coquetamente y mi meuca de disgusto no es para nada disimulada. Claro, hasta que una maraña rubia capta mi atención. Está cabizbaja y rápidamente la reconozco, porque el primer día en la mansión también estaba cabizbaja. Sonrío y oigo como unas alumnas suspiran.
Hit debe estar cumpliendo su sueño de ver a estudiantes suspirando por él.
Ruedo los ojos.
Mi mente está tan abstracta que no recuerdo que dije pero si he oído como Hit mencionaba el nombre de Emma. Entonces ella levanta la vista.
Su maraña rubia la lleva recogida en una coleta alta donde rizos perfectos caen como cascadas tras ella, mechones adornan su rostro y sus iris azules se enganchan a los mío >>
Se veía tan angelical en ese momento. La mayor parte del tiempo asistía a la recepción donde siempre había un evento (era nuestro pero lo alquilábamos) en busca de Emma. Me había dicho que renunció la misma noche que me derramó el champán, me sentí culpable, a lo mejor la habían visto y por mi culpa había perdió el empleo. Tuve referencias de ella, que era torpe, algo distraída que siempre hablaba sola y que ocasionaba problemas con los comensales.
Supe por la hermana René que ella le obligó a renunciar pues no le gustaba que estuviera hasta muy tarde. También supe por una de las empleadas, Virginia, que Emma trabajaba en un pub.
Entonces mis ideas se ordenaron, la camisa que me había dado era de su trabajo, como ella me lo dijo. Era tan idiota para creerle en ese entonces.
No me fíe del pub e indagué, era mesera y atendía la caja registradora. Y lo más curioso de todo que era el pub donde Sheryl solía trabajar de bailarina. ¿Cómo no me di cuenta antes de la belleza rubia? Pudo haberme servido un trago, la pude haber tenido frente a mis narices y no la noté. Porque estaba perdidamente enamorado de la pelirroja que ahora me causa repugnancia.
Sin duda fui el más idiota de todos los Winston
¿Tan ciego me encontraba?
La siguiente imagen es mi favorita, está ella dormida en el auto, su mejilla reposa en el cristal de la ventana, al igual que su hombro, sus labios están entreabiertos y una fina línea blanca muestran los bellos que son sus dientes.