Emma
Frío hacía cuando piensas en una persona que ha logrado entrar en tu corazón y se fue como un "frío" viento de invierno.
[...]
Ato mi cabello en una alta coleta. Ha pasado unas horas y no puedo concentrarme. El examen que rendiré hoy se ve demasiado complicado, realmente no sé qué hacer.
Estudié, como todos, pero mi cerebro no es igual a otros. Mientras ellos estudiaban en escuelas privadas con uniformes pijos, yo tuve educación en el orfanato y en algunas escuelas hechas por los sacerdotes de la comunidad en Chicago.
Me siento nerviosa.
Nerviosa no, aterrada.
Reprobar el examen conlleva curso de verano que no pienso consentir pues en unos meses estaré en Chicago de vuelta porque los Mac'Onell ya están terminando los papeles de adopción. Y aunque me haya tomado por sorpresa me agrada la idea de pertenecer a una familia por lo que no dudé en decir que sí cuando me preguntaron si quería ser una Mac'Onell. Aunque ya vaya a cumplir dieciocho años, en Estados Unidos aún se le considera como menor de edad. Pues no puedes pedir una cerveza sin mostrar tu identificación de que tienes veintiún.
Termino de limpiar los estantes arriba del refrigerador y me acerco al fregadero donde me lavo las manos. Son las diez y media del mediodía por lo que veo en el reloj, en media hora debo estar al pie de la montaña caminando dos cuadras hacia el paradero donde tomaré un autobús.
Me seco las manos húmedas y me dirijo escaleras abajo donde hay piscina y vestidores, usualmente suelo usarlos pues hay duchas térmicas y suelen ser más que relajantes cuando te la pasas de un lado al otro limpiando.
Entro al vestidor de mujer y me deshago de mi ropa antes de entrar a una de las duchas. Abro el grifo y dejo que el agua fría despierte mis células.
Según eh oído las catatumbas fueron construidas por el más anciano de los Winston, fue en mediados de la primera guerra mundial, era un manantial hermoso. Luego las siguientes generaciones construyeron la mansión encima de esta. Pero creo que la mejor inversión de todo el linaje Winston, fueron estás piscinas.
Este lugar cuenta con una piscina olímpica, un chacuzzi, y una hermosa piscina llena de plantas donde cae un arroyo de agua pura proveniente del bosque. Sin duda los Winston son afortunados por tener un lugar sacado de cuento de hadas. Aunque estos años el señor Winston ha realizado diversos campeonatos de waterpool porque es benefactor. Es por eso que hay vestidores de damas y caballeros e incluso gradas.
Me jabono el cuerpo y dejo que la regadera borre toda impureza. Siempre me he sentido sucia, desde ese año.
Quito los pensamientos de la cabeza y apago el grifo saliendo de la ducha como dios me trajo al mundo. No hay nadie que pueda ver mi desnudez por lo que no me preocupo. Eso y que no encuentro donde estarán las jodidas toallas.
Me agacho a mi mochila tirada en el suelo y saco unas bragas nuevas.
Recuerdo que cuando estaba en Chicago llegaban donaciones de ropa interior para nosotras. Claro, todas eran sencillas, de algodón con florecitas de adorno. Y siempre eran las mismas tallas. Como si el benefactor pensara que todas tenemos la misma contexturas que su hija que tal vez eligió los modelitos.
Saco mi falda y blusa.
Me abrocho el sujetador luego de ponerme las bragas. Estas son sencillas, de algodón, sin ningún diseño. Mientras que mi sujetador es de igual material. No me considero sexi, aunque haya varias personas que dicen que tengo un cuerpo bonito y debo presumirlo. Pero simplemente no me gusta, y no compro lencería bonita porque al fin y a cuenta no se las muestro a nadie, y mi ejemplo es este, un sujetador rojo con unas bragas amarillas.
Mis "hermanas" tienen todo su cajón llenos de encaje, hilo, o algún nuevo diseño de Victoria'Secret. No les entiendo su afán por esas cosas.
Me abrocho la camisa y me pongo la falda. Lo siguiente son las medias largas y los zapatos. Termino con todo y con mi intento de corbata y le doy una mirada al espejo mientras me peino.
Se ven las arrugas de mi camisa, el nudo es un fiasco, mi cabello enmarañado. Bajo la mirada y veo que mis zapatos no están lustrados, solo son un zapatos bajos de cuero con evilla. Son mis zapatos de secundaria.
Termino de alistarme y guardo mi ropa en mi mochila, en la preparatoria tengo otra mochila donde guardo mis cosas por lo que no me preocupo en nada.
Salgo de las catatumbas y subo a la primera planta con la humedad de mi cabello en mi camisa.
- ¿Ya te vas Emma? – me pregunta Virginia
- Si, ya se hará tarda, cuídate – le digo a la señora y abro la puerta de la mansión
Saludo a los vigilantes y camino.
No es una montaña con escalinatas de mármol que te conducen hacia la mansión ni nada por el estilo, es una simple montaña grande en colina arriba, en donde al pie siempre se encuentra un auto al servicio de la familia para transportarlos arriba. Cosa que agradezco pues ellos pudieron hacer escalones, pero prefirieron conservar la belleza del lugar. Sus árboles son enormes y me dan sombra suficiente para no acordarme que aún estamos de día. Hay césped por todos lados y metros a la redonda, animales. Es un lugar de ensueño.
Veinte minutos me demoro en bajar finalmente. Me despido de los guardias y les pido que abran el gran cercado. Si, parece un palacio.