Emma
Era la primera vez que me gustaba algo
[…]
El aire soplaba, el sol estaba en su máximo fulgor y los árboles brindaban sombra suficiente para protegernos del el.
Subo unas rocas y veo como Sheryl camina a paso ligero por el bosque arrastrando a Wallas con ella.
Se ha puesto unos shorts super cortos, una camiseta a tiras y zapatillas. Su cabello en una grandiosa cola y su maquillaje parece no haberse arruinado durante estas tres horas de caminata.
En cambio yo...
Llevo puesto unos shorts y una camisa, la camisa del trabajo que tanto estuve.
Suspiro y me aferro a mi mochila.
A mi lado está Jorge que no deja de lanzarme indirectas.
Bueno, no diría indirectas porque me ha dejado muy en claro que quiere que sea su novia.
- ¿Eres rubia natural, cierto? - me pregunta el mismo
Volteo a verlo, su cabello pelirrojo, tan característico de los Winston está perfectamente cortado y se mueve algunos mechones de su cabellera gracias al aire veranal.
- No recuerdo haberme pintado el cabello - bromeo y Jorge ríe
- Sincera y graciosa, perfecto Emma - dice el niñito - tienes diez puntos a tu favor
- ¿Qué?
Reprimo la risa.
- A este paso podrías volverte una Winston
Río y revuelvo su cabello de modo juguetona y sigo caminando.
Los Winston se mueven con facilidad. En cambio yo no, soy una chica de ciudad. Bueno, lo era antes de mudarme a Inglaterra.
- Familia, un descanso - avisa la mamá de Wallas - hay un arroyo cerca, puedo oírlo - se lleva las manos a su oreja haciendo un ademán a oír algo
- No sería mala idea Nicole - la apoya su cuñada que no sé su nombre
Todos parecen haber cambiado de expresión que de un momento para el otro ya están caminando con apuro hacia el arroyo.
Yo, sin muchas ganas, llego minutos después al arroyo, cuando ya todos están tirando prendas superficiales para poder meterse al agua.
Me siento en el gras junto a una señora, supongo que también Winston, y observo como se ríen.
La señora Nicole se ha quitado los vaqueros y la camisa para quedar en bragas y una camiseta a tiras bastante decente. Al igual que las otras personas adultas que simplemente se quitan los pantalones.
Entonces mis ojos van hacia Wallas que reposa parado mirando el agua, a su lado Sheryl que ahora está en bragas y sujetador. El pelirrojo la inspecciona, de una manera demasiado obvia.
Recuerdo esa vez que los encontré en la cocina y las ganas de vomitar se vuelven a presentar.
Sheryl se percata de que la observa y hace movimientos demasiado de zorra para acercarse.
En poco tiempo veo como Wallas se quita la camiseta y mis ojos caen en él.
¡Santo Jesús resucitado! ¡Resucitame que acabo de morir!
Su pecho blanco me deleita. Si bien no tiene abdominales pero eso no me molesta. Más bien tiene buen físico, su espalda es ancha y sus pectorales están firmes. No veo ningún rastro de cicatrices y siento envidia. Pues mi cuerpo parece un mapa de ellos.
Apartó mi mirada peligrando de que se de cuenta y me pille en pleno acto.
Finjo mirar a Jorge que también imita a su primo.
Río al ver como quiere lucir sexi.
- ¿Disfrutando de la vista Emma? - me pregunta el pequeño y niego en carcajadas
Escucho un chapuzón y sé ahora, que se han metido al agua.
Una extraña sensación me recorre el estómago.
- Vamos linda, métete al agua - anima el primo de Wallas que sin darme cuenta tenía al lado
- Josué déjala en paz - chilla Jorge
Los primos se miran.
- Soy Josué - extiende una mano para estrecharla
Su cabello es negro, sus ojos de igual color, su tez blanca y sus labios demasiados gruesos. Parecen dos fresas. O un melocotón.
Me sorprende que este Winston no sea pelirrojo.
Estrecho su mano.
- ¿No te meteras al agua? - me pregunta y le echo una rápida mirada a su prima.
Su cuerpo parece completamente relajado en el agua al lado de Wallas.
- No gracias - sonrío de lado y juego con un poco de hierba seca
- Vale
Asiento y veo como todos disfrutan del agua.
<…>
Son las cuatro de la tarde, muchos ya se han ido, y solo quedamos cuatro personas. Josué, Sheryl, Wallas y yo.
La pelirroja sigue en ropa interior, Josué ahora está sin camiseta reluciendo unos abdominales bien marcados. Mientras que yo sigo sentada en el césped quejandome internamente del adormecimiento que me ha dado.
- ¿Emma? - elevo mi mirada para encontrar la de Wallas parado en frente de mí