Wallflowers never die

Somewhere only we know

 

17 febrero, 2005

¡Qué cosa para más inútil!

Mi tía Adriana me regaló un diario. Si, de esos que tienen un candado para que supuestamente nadie más pueda leer todos tus secretos escritos en él.

Nunca antes había tenido uno, pero mi madre me enseñó a ser agradecida ante todo tipo de situaciones, incluyendo las veces en que debo sonreír al recibir un regalo que no me sirva para nada.

¿Que podré escribir en este diario? ¿Para qué escribir mi vida en un papel rosa que solo yo leeré?

De todos modos no soy para nada interesante.

¡Que flojera!



 

18 Febrero, 2005

"Hola diario, Esto es demasiado ridículo para mi gusto pero estoy muy muy aburrida aquí en mi cuarto y en realidad no creo que a nadie más le interese escuchar mi quejas, así que trataré de darte un propósito en esta vida. Al menos lo tendrás tú, porque yo aún no descubro cual es el mío.

Esto me está gustando, al menos solo eres un montón de papeles juntos y no puedes burlarte de mi existencia.

Pero vamos por partes, hay mucho material para eso.

Soy Brianna Cooper, tengo 13 años e insisto en que mi vida no es emocionante.

Hace unas semanas, mi familia y yo nos mudamos a Magdalena. Durante los primeros días, no soportaba ir a las clases de verano del nuevo colegio. Si voy a pasar mis vacaciones en el "Francis Bellezzi", es porque repetí dos cursos en el colegio anterior.

Me resulta terrible tener que ser la nueva en todo. ¿Y a quién no?

Quiero decir, conocer el resto de Magdalena no ha sido tan deprimente como escuchar una clase de matemática por horas, pero extraño mucho a mis amigas del "Galena Mirav". Sobre todo a Mikaela, ella fue mi primera amiga en ese colegio. Aunque también extraño a Erin. ¿Quién diría que ella y yo terminaríamos siendo amigas?

Digamos que no soy muy sociable así que solo eran ellas y aun así tuvo que pasar casi un año entero para que nos lleváramos bien, al menos en el caso de Erin. Con Mika fue un poco más fácil.

Justo cuando ya empezaba a tener amigas mis padres me trajeron a Magdalena y mi casi vida social se desvaneció, una vez más.

En cuanto al resto, llegué a la conclusión de que tenían ese algo insoportable y superficial que no me agradaba en absoluto. Jamás encontraba algún tema en común para compartir con ellas.

Si se trata de chicos mi experiencia es casi nula, pues el "Galena Mirav" es solo para niñas, y en los anteriores colegios nunca llegué a tener una verdadera amistad con ninguno. Pero creo que estoy bien así.

Además, no sabía que existían algunos chicos capaces de hacer cosas como la que me hicieron a mí, justo un día después de haber llegado a Magdalena.

Resulta que en este lugar, es una costumbre, o mala costumbre diría yo, salir a las calles a mojar a tus amigos con globos llenos de agua durante el mes de Febrero, es a lo que le llaman "carnavales".

Pero como siempre hay una gran parte de gente que distorsiona el "juego", convirtiéndolo en un acto prácticamente vandálico en el que no es necesario que estés de acuerdo o no en jugar con ellos, es más, no necesitan ser tus amigos para reventar globos con agua en tu cara y además de eso, bañarte con pintura y talco.

Para mi mala suerte, tuve que toparme con un grupo de enfermos, que no pudieron darme una peor bienvenida a este lugar de mierda.

Uno de ellos tocó mi trasero mientras los demás me arrojaban los globos con agua. Jamás en mi vida me había sentido tan humillada. Fue la primera vez que me sucedió algo así y me dan náuseas cada vez que lo recuerdo.

A pesar de esa asquerosa primera anécdota, siento que debo darle otra oportunidad a este sitio, reconozco que este clima me ha venido bien.

Todo por aquí es distinto. Los paisajes no son para nada desagradables. En el distrito de donde vengo no había tantos parques como en este, todo era un conjunto de casas antiguas, de verdad muy antiguas. Sólo conocí algunas calles ya que no me quedé lo suficiente para eso.

Aquí todos parecen conocerse, la mayoría de las personas se saludan entre sí al pasar.

Pero a pesar de tener una hermosa vista al mar por las mañanas, y por primera vez, mi propio cuarto sin un odioso hermano mayor jodiéndome todo el tiempo, todavía no me acostumbro aquí.

Tampoco quiero acostumbrarme.

Mi familia y yo, nos hemos mudado de un distrito a otro, cinco veces, para ser precisa. Mi abuela materna, que en paz descanse, nos llamaba "Los gitanos". Yo era muy pequeña, así que no entendía muy bien porque nos llamaba así. Ahora lo entiendo.

Es por eso que me siento como un extraterrestre todo el tiempo, nunca he llegado a entablar una amistad que durase más de un año con nadie.

Los únicos humanos con los que he socializado en las clases de verano del "Bellezzi" son Miranda Alenya y José Gabriel Barton. Los dos parecen ser buena onda. Sé que los conozco solo un par de semanas, pero son los únicos que han sido amables desde que llegué.

Casi todos los días me invitan a caminar con ellos por las calles de Magdalena después de las clases de verano. Nos encanta la misma música, así fue como los conocí. Yo llevaba los audífonos puestos en el salón y gracias a un movimiento torpe que hice, se soltaron de mi walkman, lo que causó que toda la clase se enterara de que me gustan las canciones de Avril Lavigne.




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