Mara Rolling
La hermosa tierra italiana me ha dado la bienvenida desde hace más de catorce horas en las que me he mantenido viajando a mi destino final; Verona, la ciudad del trágico amor, la ciudad de Romeo y Julieta. He grabado varias cosas y estoy preparándome para hacer un video para mi canal y mostrarles a mis suscriptores donde estoy y todas las maravillas que me rodean.
Muchas veces sucede que me topo con personas que me reconocen como “La chica viajera” o “¿Tú eres la de YouTube?” y muchas clases de cosas más. En fin, es increíble que estas personas se conecten e identifiquen conmigo, que cuando me reconocen en la calle me pidan una foto para postearla en redes. Además, en el transcurso de mis viajes hago uso de mi talento como artista y pinto un cuadro referente al lugar en el que estuve y lo subasto en mis redes, gran parte de lo que gano como pintora e influencer me ayudan a pagar mis viajes, la otra es por la herencia que nos dejaron mis abuelos paternos a mí y a mi hermana.
Bajo del taxi cuando el chofer me indica que llegamos, no puedo evitar no maravillarme con el edificio, la arquitectura de esta ciudad es fantástica. Pago el transporte y bajo mis maletas y resto de pertenencias, el botones del edificio se encarga de ayudarme a llevarlas a la habitación que había reservado con anterioridad por internet, es lujosa, elegante y me siento como alguien importante caminando por este piso de mármol con mis botines de cuero, sonrío mientras el joven me explica lo necesario del lugar y los servicios que presta, como el que tienen un bar, restaurante y piscina, pero eso ya lo sabía. El chico se despide dejándome en la puerta de mi habitación, hago uso de la llave y la abro
¡Dios! Corro a lanzarme en la cama King perfectamente ordenada y como lo imagine, es tan suave que sé que dormir aquí será la gloria. Arrastro mis maletas adentro y cierro la puerta, me quito mis botas y las dejo a un lado de la cama, que las cortinas se levanten con el paso de la brisa me hace notar el balcón. Camino hasta este y quedo estupefacta, es increíble la vista que este lugar me da, a mi lado hay otro balcón vacío separado del mío por medio metro, tal vez. Inspecciono el lugar desde todos los ángulos posibles.
—Sí, aquí es—Decreto, yendo al interior de la habitación por una mesa y silla que llevo hasta ubicarlas en el lugar que considero perfecto—Esta es la vista que quiero cada mañana al desayunar y cada noche al cenar
Me siento y la verdad es que no puedo explicar con palabras la sensación de paz y tranquilidad que se instala en mi interior. Esto es lo mío, vivir así.
—Podría morir aquí y sería extremadamente feliz—Sonrío a la ciudad despierta de Verona
Alessandro Rossi
Subo los escalones que me dejaran frente a las grandes puertas de la empresa Rossi, ajusto el botón de mi traje y sujeto con fuerza el maletín que llevo en mi mano. Estoy por entrar cuando dos guardaespaldas de mi padre me bloquean el paso haciéndome fruncir el entrecejo, intento esquivarlos, pero me lo impiden. Uno de ellos habla a través de su intercomunicador avisando de mi llegada.
—¿Que está pasando? Debo trabajar, a un lado—Nuevo intento por entrar, mismo resultado
Es cuestión de minutos para que las puertas se abran mostrándome a Alonso Rossi con una castaña guindada de su brazo; Giada Rossi, mi madre. Los miro con el entrecejo fruncido y frustrado por tanta estupidez.
—Dile a tus escoltas que se aparten, no estoy para juegos—Demando
Mis padres comparten una mirada antes de que mi madre tome la palabra
—Tienes la entrada prohibida a la empresa, y serás revocado de tu puesto de trabajo por una semana
La miro como si estuviese loca, ¿En serio?, bufo soltando el botón de mi traje y moviendo la cabeza en señal de desacuerdo.
—¿Qué ridiculeces dices?—Pregunto
—Alessandro, te lo pedí por las buenas, ahora será por las malas—Alonso me arrebata el maletín y me mira directo a los ojos—A las cinco sale tu auto con rumbo a Verona
Bufo
—No soy un niño al que deban controlar, dejen de joder con eso—Me frustro tratando de arrebatarle el maletín al señor Rossi
Mi madre da un paso al frente plantándose con esa mirada de superioridad que siempre se carga cuando alguien desobedece o no cumple con lo que ella quiere
—No te estamos preguntando, Alessandro vas a ir a Verona a tomarte una ridícula semana de vacaciones, te has entregado tanto al trabajo que a penas y te veo, ¡Ya ni en tu casa duermes a veces!—Comienza—Te casarás dentro de poco, de manera precipitada y con alguien a quien no sabes si amas en verdad
—Es mi vida, madre, mía y yo decidiré cuando tomar unas vacaciones, y ya he dejado claro que no quiero ninguna queja con respecto a mi compromiso—Me exaspera—No sé qué carajos se fumaron ambos, pero lo que sí sé es que se van a ir a su casa y dejarme trabajar en paz
Alonso Rossi se yergue en su lugar arreglando las mangas de su traje antes de caminar hacia mí y tomarme con demasiada fuerza de la chaqueta de mi traje
—Cuando en tu estúpida cabeza te des cuenta que lo hacemos por tu bien, agradécenos, pero ahora mismo quiero tu terco culo en el auto y una llamada más tarde que me confirme que estas en Verona, porque vas a ir Alessandro, no es pregunta, es orden—Nos mantenemos la mirada antes de que se voltee y demande a sus guardaespaldas:—¡Llévenselo!
Los dos hombres se acercan a mí y lo cabreado que estoy solo me hace dar un paso hacia atrás impidiendo que me hagan pasar un mal rato en las afueras de la empresa donde cualquiera podría verme. Les doy una última mirada a mis padres antes de dirigirme al auto que me espera, lo que me faltaba, que se les fundiera la cabeza, tengo veinticinco años ¡Joder! ¿Qué creen que soy?
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A regañadientes bajo del auto, pude haberme resistido más, lo sé, pero ya no tenía ánimos de seguir escuchando las pataletas y sermones que ese par de ancianos tenían para darme. Verona me dio la bienvenida hace media hora en la cual lo único que hice fue revisar mi móvil en espera a ver algo acerca de la empresa, pero, como era de esperarse los señores Rossi cumplieron, fui revocado, por lo que mis deberes los debe estar cumpliendo alguien más.