Wanderlust

Capitulo 4


Alessandro Rossi

Una punzada en mi cabeza es la encargada de traerme de vuelta a la realidad, me remuevo en mi sitio sintiendo que mi alrededor esta distorsionado, abro con lentitud mis ojos y me encuentro en un rincón de mi habitación, estoy tirado en el sitio como un trapo viejo.

¿Qué me sucedió?

Trato de levantarme, pero el dolor de cabeza me ataca, a eso se le suma el ardor en mi rostro y una nueva punzada, esta vez, en mi estómago.

¿Qué hice ayer?

Cuando al fin logro ponerme de pie camino hasta mi baño para llevarme la sorpresa del siglo con mi aspecto: mi pómulo derecho esta amoratado y muy inflamado, mi cabello vuelto un desastre, parezco un zombie con el par de bolsas que adornan la parte baja de mis ojos. Levanto mi camisa y me encuentro a un hematoma adornando una zona cercana a mis costillas izquierdas.

¿Me pelee? ¿Con quién?

Las lagunas mentales no son de gran ayuda, hago una mueca al percatarme del espantoso olor que desprendo, bebi hasta olvidar mi nombre, de eso estoy seguro. Bajo mi camiseta y es ahí que noto las manchas de pintura que se encuentran en esta. Me apoyo del lavabo del baño tratando de recordar que sucedió, pero no puedo, mi último recuerdo es yendo por otra botella al bar del hotel. Tal vez fue allí, tal vez tuve un desacuerdo con algún sujeto en el bar. Reacio a tratar de recordar lo que no puedo, me desvisto entrando en la ducha para borrar los rastros del alcohol de mi cuerpo.

Unos cinco minutos, aproximadamente, tardo bajo la ducha dejando que el agua fría me empape, toques resuenan en la puerta de mi habitación de manera escandalosa, tomo una de las toallas de baño y la envuelvo en mi cintura  mientras que la otra la uso para secar mi cabello. La persona del otro lado de la puerta continua insistiendo hasta el punto de hacerme fruncir la nariz con la punzada de dolor que me taladra la cabeza

—Voy, un segundo—Aviso caminando y sintiendo la acidez en mi estómago

De qué vomito hoy, vomito.

Abro la puerta consiguiendo a una mujer del otro lado, está cruzada de brazos y la expresión en su rostro me dice que está molesta. Detrás de ella un empleado del hotel, ambos me miran esperando alguna palabra de mi parte, pero en realidad no sé que deba decir

—¿Puedo ayudarles? —Increpo

—¿Puedo ayudarles? —Repite indignada la castaña—¡Claro que puedes, idiota! —Eleva su voz y yo frunzo mi ceño—¡Una botella de casi trescientos mil euros! ¿Quien eres? ¿Hijo de la reina de Inglaterra o qué carajos?

¿Qué?

—No sé a qué se refiere—Defiendo, tiene un acento extranjero, estadounidense

Explaya sus ojos y tensa su mandíbula, juro que está conteniendo las ganas de gritarme de nuevo.

—¡Yo te diré a qué me refiero! —Grita energúmena moviendo sus manos de un lado a otro—¿Es acaso una venganza por lo de anoche? ¿Lo estás haciendo a modo de descobrarte? Porque creeme que si es así te voy a castrar italiano presumido ¡Hijo de tu gran madre!

Trago lentamente y aferro aún más mi mano de la perilla de la puerta. El sujeto detrás de la castaña se ha mantenido en silencio y yo estoy fuera de contexto.

—¿Anoche?

La chica pasa sus manos por su cabello

—Anoche—Afirma asintiendo y yo comienzo a rezarle al de arriba porque no sea lo que creo que es—Ya pague el estúpido cuadro que rompí. Luego este hombre toca a mi puerta asegurando que anoche un hombre fue por el whisky más caro que tenían ¡Una reserva de la cual en el mundo solo hay diez ejemplares! ¿¡Acaso no conoces el vodka!? —Se altera nuevamente

Recuerdo ir al bar por otra botella, pero no recuerdo haber pedido algo tan caro... ¿O sí?

—Lamento el infortunio, pero ¿Cómo está segura que esa botella la pedí yo? —Contraataco

Más vale que no, está mujer parece que me matara en cualquier momento con la mirada. Alza su dedo índice y me señala de manera acusadora. Sus labios se funden formando una fina linea con estos y de esta forma me permito ver sus nudillos, están maltratados y algo hinchados... Ya va, ¿Qué?

—Dijiste, no, aseguraste—Sisea con recelo—Que tú habitación era la trece, o sea mí habitación—Señala—Descontaron el costo de la estúpida botella de mi tarjeta ¡Más te vale que me pagues si no quieres que se repita lo de anoche!

—Señorita Rolling por favor, permítame hablar con el señor Rossi—Interrumpe el hombre detrás de ella—Soy el señor Gregorio D'Angelo, fuí enviado luego de que la señorita aquí presente, presentara su inconformidad en la recepción. Espero pueda acompañarnos para esclarecer lo ocurrido lo antes posible

Frunzo el entrecejo

—¿Acompañarlo, a dónde?

—Solo tomaremos un café en el restaurante, no llevaremos el asunto a mayor nivel pues creo que hablando entre nosotros podremos resolver la confusión—Explica el sujeto

Es alto y delgado, tiene un perfecto corte que lo hace ver moderno aún con el blanco de su cabello por las canas, sus ojos son de un tono verde claro y usa un par de gafas mientras me sonríe de manera amistosa. Por otro lado la leona me esta mirando como si fuese una gacela, la necesidad de preguntarle qué ocurrió realmente anoche me invade, pero dado el hecho de que está que me vuela la cabeza mejor me trago las palabras.

Asiento aceptando la petición del señor D'Angelo

—Permitanme un par de minutos para arreglarme—Pido y ellos aceptan

Cierro la puerta y voy a mi armario por ropa, sin duda ayer fue un día memorable, no lo digo yo, lo dice mi cara y el resto de mi cuerpo la respalda.

•••

Mantengo los lentes de sol para evitar las miradas curiosas de los demás huéspedes, un jugo de naranja y un par de aspirinas descansan en la superficie de la mesa frente a mí. Al igual que al otro lado una castaña con una actitud de pocos amigos.

La que ahora sé que es mi vecina, la señorita Rolling, como la llama D'Angelo no pierde ninguna oportunidad para atacarme verbalmente, puesto qué, sea lo que sea que haya hecho anoche en su contra no se le va a olvidar. Por otro lado, el par de trogloditas que tengo a mis espaldas se niega a darme la información que necesito para resolver esto y no me queda de otra que solo esperar hasta que el señor Gregorio aparezca.



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Editado: 26.03.2023

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