Wanderlust

Capítulo 5

Alessandro Rossi

Junto mis manos sobre la barra del bar, solo me he quedado observando el lugar, gracias a la jugarreta de Alonso me es imposible si quiera respirar en este sitio sin ocasionar una deuda. El trozo de papel que me dejó D'Angelo se encuentra arrugado después de que lo hiciera una pequeña bola... ¿Su contenido?

Tik tak, piccolo 《Tik tak, pequeño》

Se me tensan los musculos de solo pensar en que fui tan estúpido como para creer que mis padres verdaderamente estaban preocupados por mi salud física y mental al entregarme a la compañía. Ascendi sabiendo que no lo tendría fácil, sabía que los lujos de ser el hijo del dueño eran escasos para mí, puesto que mi padre nunca me los dio. Esforzarme por ganar su confianza al punto de tenerme al frente fue uno de mis mayores logros y ahora, ahora todo se esta tambaleando frente a mis ojos.

Estoy contra la espada y la pared, sin duda quiero seguir con mi trabajo, no hay día en el que no me vea estando a cargo y sé que el trabajo que he venido desempeñando nadie, mas que yo, lo haría tan bien. Las cifras subieron incalculablemente marcando la diferencia y sé, no, sabemos todos que no sería sino gracias a mi mandato, sé quienes son aptos para ciertos cargos, sé mover a las personas y dejarlas en los sitios correctos donde no dudo que sacarán su potencial dejando en alto nuestro nombre. Y en eso me parezco a Alonso Rossi, él también sabe reconocer el talento de los demás y si sabe lo que le conviene tendrá que aceptarme con matrimonio de por medio.

Miro a mi alrededor y solo capto a los turistas bulliciosos, meseros haciendo su trabajo y luego, estoy yo, luciendo tan patético que doy pena. Me levanto de mala gana arreglando uno de los botones de mi camisa y dirigiéndome a mi habitación, debo pensar bien las cosas, sé que todo esto debe tener una solución factible para mí y no voy a caer en las redes de mi padre. Lo que principalmente me tiene tan encolerizado no es el hecho de que me haga escoger, es la poca confianza que tiene en mí, teme que al casarme con Antonella su familia ponga sus manos en la compañía, o bueno, Francesca Bianchi, con esa aura de codicia, lo haga. ¿Cree que no puedo manejar la situación? Se supone que el matrimonio es con Antonella, no con sus padres.

Como es de esperarse el par de simios me siguen el ritmo y no dudo en que ellos sean parte de todo este circo, me tuve que haber visto como un completo estúpido. Pulso el botón del ascensor y me mantengo impaciencia a esperar que las puertas se abran, estoy en un punto cercano a la entrada del hotel, por lo qué, se me hizo casi que imposible huir del torbellino castaño que me estrella contra la pared sujetándome del cuello de la camisa, los guardias que se supone tengo para mi protección se mantienen inmóviles observando igual de sorprendidos que yo.

—¿Pero... qué?

Quién es mi vecina de piso me suelta sin alejarse y manteniendo su postura intimidatoria, que verdaderamente no da miedo si contamos que mide como un metro sesenta. Recibimos las miradas curiosas de las personas que circulan por el vestibulo y un par de empleados se dirigen a nosotros a lo que ella los echa alegando que es un asunto privado, y ya sé a lo que se refiere, en una de sus manos se encuentra roto el cheque que le di hace un par de horas como pago por la botella. Las puertas del ascensor al fin se abren y de su interior sale una pareja sonriente y feliz, nada parecido a quienes entramos.

—Señorita Rolling—Trato de hablarle en un tono tranquilo

Ella pulsa el boton que da a nuestro piso y le muestra el dedo medio al par de idiotas, que no hicieron nada por mí hace unos segundos, impidiendoles la entrada:

—Usen las escaleras, trataré de dejarlo en una pieza—Masculla entre dientes

Las puertas se cierran y puedo notar como Lauro sonríe con malicia; imbécil.

—Puedo explicarlo—Suelto rápidamente cuando sus ojos cafés me atraviesan con auténtico rencor

—Oh, claro que puedes, y lo harás—Resopla

Paso saliva y observo el pequeño sitio, la verdad no es que quiera contarle mis problemas a una completa extraña...

—Verá, sé que se siente timada y me disculpo nuevamente—Ya no sé cuantas veces he pedido disculpas hoy, estoy rebasando mi límite—Pero ocurrió un inconveniente con mi cuenta bancaria es por eso que el cheque rebotó

—¡A mí no me interesan esas tonterías! —Vocifera moviendo sus brazos—Solo quiero mi dinero de vuelta, tengo demasiados planes como para dejar que esa plata se pierda por un niño nacido en cuna de oro que no sabe apreciar el valor de las cosas

Parpadeo sintiéndome claramente ofendido

—¿A quién le dices nacido en cuna de oro?

Aferra sus manos a sus caderas y alza una de sus cejas

—A tí—Formo una (O) con mis labios y ella continúa—Es más que obvio que te la pasas derrochando el dinero con la primera tontería que se te viene en mente y es muy tu problema, pero ahora resulta que yo también estoy involucrada—Se toma el puente de la nariz con sus dedos y suelta un suspiro lento antes de decir:—he tratado de ser amable...

—¿¡Amable!? —Escupo anonadado sintiendo que sus palabras deben de ser una completa broma y me quito los lentes que traía—Mi ojo dice todo lo contrario—Recuerdo señalando el sitio y ella bufa

—Eso fue porque eres un completo idiota—Defiende y realmente tiene razón. —¡No me cambies el tema! —Me suelta un manotazo haciéndome saltar—¡Necesito el dinero ahora, no cuando se te de la gana, pizzero!

—¿¡Cómo qué pizzero!? —Mascullo nuevamente ofendido, nunca en mi vida he hecho una pizza con mis dos manos—Eso es muy discriminatorio de tu parte

—A la cuenta de tres—Susurra tomando una lenta respiración que hace que sus fosas nasales se expandan.

Me mantengo estático a algunos pasos, de seguridad, lejos de ella. Alzo mi ceja

—¿A la cuenta de tres, qué?

Sus labios se curvean en una sonrisa muy macabra y las puertas del ascensor se abren dejando salir la respuesta de mi acompañante de la mano de un rugido:



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Editado: 26.03.2023

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