CAPÍTULO 14 - LINAJE SECRETO

LINAJE SECRETO

​La frase de Tony en el hangar —"Así que decidieron venir"—, cargada de resentimiento familiar y no de amenaza, había sido la clave para la Legión. La revelación de la hermandad Von Corvus golpeó a Lía con una verdad que la hizo sentir enferma. Su mentor, el líder en quien confió, era hijo del mismísimo hombre que había orquestado su mundo.

​Lía se quedó helada. Ella era una Lycan incompleta, una marginada en el mundo de la sangre pura, y ahora su única ancla era parte de la dinastía más secreta y peligrosa. Tony era un hijo de Kan, el Alfa.

​El shock fue demasiado grande. Lía sintió que el hangar se le venía encima. Giró sobre sus talones y huyó, ignorando la mano extendida de Darío. Corrió por los pasillos oscuros de la base con una desesperación ciega, buscando un rincón donde la mentira no pudiera alcanzarla. Se refugió en la bahía de mantenimiento, detrás de un muro de cajas de herramientas y repuestos, donde se derrumbó, temblando.

​*—*Tony es un Von Corvus... ¿todo fue una mentira? —

​

​Garra, el veterano, no tardó en encontrarla. Su presencia silenciosa era un refugio seguro, un pilar que la Legión a menudo olvidaba. Él se sentó a su lado, con su rostro curtido y sabio.

​—Sabía que pasaría, niña —dijo Garra, con su voz grave, la única que no juzgaba—. Kan es su padre.

​—¿Lo sabías? —Lía lo miró, con los ojos ardiendo por lágrimas de rabia y traición—. ¿Y lo dejaste engañarme? ¿Lo dejaste protegerme?

​—Tony no te ha engañado, Lía. Te ha protegido de una verdad aún más fea. Una verdad que él mismo vive cada día. La culpa que ves en él es real.

​Lía exigió respuestas. Ella necesitaba la verdad, no la protección.

​—Cuéntame todo, Garra. Ahora.

​Garra asintió. Se tomó un momento, y el ambiente se cargó con el dolor de veinte años de secretos reprimidos.

​**[Flashback: El Origen de Lía]**
​Garra recordó la noche fatal, hace dos décadas, un punto de inflexión que cambió la vida de un joven Tony Von Corvus para siempre. Era una misión de rescate en la periferia donde habitaban humanos, durante un ataque brutal de un escuadrón Valpuri.

​Tony, joven, impulsivo y lleno de una furia Lycan indomable, lideraba un equipo de rescate. En un edificio derrumbado, encontraron a una mujer humana, agonizando, embarazada de varios meses y envenenada por las garras Valpuris.

​*—*"¡No quiero que muera!" gritó Tony, sosteniendo a la mujer. Su voz estaba llena de desesperación.

​Tony sabía que la conversión Lycan a humanos era un riesgo casi mortal; el shock genético a menudo mataba al huésped. Pero la madre, con un último aliento, le rogó que salvara al bebé.
​*—*"Salvala a mi Lía, por favor..." —mientras se tocaba el vientre.

​Tony, desesperado y actuando contra todo protocolo, intentó la conversión. Pero sabía que tal vez no sobreviviría si la transformaba en Lycan, el shock fue demasiado. La mujer no resistió. El proceso se detuvo, mientras moria lentamente. Tony sintió que había fallaba. Se culpó de haberla matado.

​*—*"Ya no hay nada que hacer, Tony. Tenemos que irnos," dijo Garra en ese momento.

​Tony se negó. Puso su oreja sobre el vientre inerte de la mujer. Escuchó algo. Un latido débil, pero firme.
​Con sus garras, en un acto de desesperación absoluta, liberó al bebé. Era una niña pequeña, cubierta de sangre y líquido amniótico.

​*—*"Ella no murió" explicó Garra, con una voz cargada de tristeza—. El intento fallido de conversión, combinado con el veneno, la obligó a un acto de supervivencia impensable. Ella absorbió toda la fuerza vital Lycan que quedaba en su madre. Consumió la esencia.

​Garra miró a Lía, fijamente. *—*Tú no eres una Lycan incompleta, Lía. Eres lo opuesto. Eres una pura sangre, sin la debilidad de la herencia humana. El precio fue la vida de tu madre.

​Tony, al saber lo que eras, decidió cuidarte. No por lealtad a Kan, sino por la culpa de una vida que le quitó a otra. Él te protegió de esa verdad. Los Von Corvus cargan mucha responsabilidad y riesgo Por eso es tan serio y aislado de los suyos.

​Lía se abrazó a sí misma, las lágrimas fluyendo. El dolor de su origen, la deuda de vida con Tony, la asfixiaba. No era una traidora, era una superviviente de un sacrificio de sangre.

​De vuelta en el hangar, Tony mantuvo la compostura. El deber era primero. Hizo pasar a sus dos hermanos, Phove y Alia, a una sala de conferencias privada, dejando atrás a una Legión completamente desorientada.

​La puerta se cerró.

​El silencio duró menos de un minuto. El instinto de supervivencia de la Legión fue rápidamente reemplazado por la curiosidad más básica.

​Darío, fue el primero en acercarse a la puerta. Le siguió Sofía, la curandera. Luego Luka y hasta la fría científica Sasa se reunieron cerca. Se inclinaron, orejas pegadas al metal, intentando escuchar la conversación secreta de los Von Corvus.

​*—*"Escuché algo sobre el Escuadrón 2..." susurró Darío.

​—"¡Cállate, nos van a escuchar!" replicó Sofía.

​En ese momento de máxima concentración, la perilla de la puerta giró.

​Tony abrió la puerta de golpe.

​El grupo de fisgones se dispersó torpemente, como niños sorprendidos en la despensa. Darío tropezó, fingiendo interés en un cable. Sofía se puso a examinar una mancha invisible en la pared. Sasa, con una frialdad excepcional, se puso a mirar al techo, como si estuviera analizando la estructura del panel.

​Tony los miró, encendiendo otro cigarrillo, con una sonrisa irónica en su rostro. La tensión dramática se rompió por completo.

​—Maldita sea —dijo Tony, su voz grave—. ¡Huele a perros fisgones aquí dentro! ¡Lleven su curiosidad a otro lado!

​El grupo se encogió, avergonzado. Tony cerró la puerta de golpe, dejando fuera a la Legión.

​Dentro de la sala, el ambiente volvió a ser denso. Tony se enfrentaba a sus hermanos.

​—Phove, Escuadrón 2. El mayor de los presentes. —Phove era grande, musculoso, con una cicatriz sobre el ojo que le daba un aire de matón respetable.