PALABRAS DE LEALTAD
El humo del cigarrillo de Tony se arremolinaba en el aire de la sala de conferencias privada, mezclándose con la tensión palpable entre los tres hermanos Von Corvus. Phove y Alia, los recién llegados, esperaban la reacción de Tony. El silencio solo era roto por el zumbido distante de la maquinaria de la base.
Tony no era un hombre de paciencia. Apagó el cigarrillo con un gesto seco y miró a sus hermanos, sus ojos Lycan fijos en la cruda verdad de su linaje.
—Ya tengo el plan, la baliza, la amenaza ancestral y la historia de un padre que mueve peones después de dos décadas de silencio. Todo muy noble, Phove, Alia. Pero falta uno. ¿Dónde está Zill? —preguntó Tony, su voz grave, la pregunta teñida de escepticismo.
Phove, el mayor, se recostó en la silla, sus músculos tensos. —Esperabas encontrar a toda la familia reunida, ¿verdad, Tony? Sabiendo quién es Kan, eso es un chiste malo.
—No espero nada de él —replicó Tony, con brusquedad—. Solo espero la verdad de mis hermanos.
Alia, la estratega, tomó la palabra, con una calma que contrastaba con la brusquedad de Phove.
—Zill es... como tú. Muy parecido a ti, de hecho. —Alia hizo una pausa, midiendo sus palabras—. ¿Recuerdas cuando padre nos impuso el control de los escuadrones y la obediencia estricta? Pues Zill se marchó. No quiere saber nada de la Legión, del linaje, ni de los planes de Kan. Él quiere su propia vida, su propio destino, sin el peso del apellido.
Tony soltó una risa seca, sin humor. —Así que tenemos a un rebelde idéntico al que está sentado frente a ustedes. ¿Y eso es una sorpresa?
—No es una sorpresa, es un problema —intervino Phove, golpeando la mesa suavemente con su puño. El sonido era firme, autoritario—. Nuestro padre lo sabe. Pero Zill tiene el mismo poder que tú, Tony. Él también es una llave. Si Boris lo encuentra primero...
Tony frunció el ceño, su mente ya en la compleja dinámica familiar.
—¿Y qué están haciendo Kan o ustedes al respecto? ¿Una carta amable pidiendo que vuelva?
—Zolan y Kalea fueron a verlo —explicó Alia, refiriéndose a otros dos hermanos que Tony conocía de forma muy cercana, ya que eran más cercanos a Kan—. Fueron a verlo, no a forzarlo. A ver si entraba en razón. Está en juego mucho más que el orgullo de nuestra familia o la disciplina de la Legión. Si los Ancestrales despiertan, Zill estará en la línea de fuego, lo quiera o no. Y si él no está con nosotros, estará contra nosotros. No por traición, sino por negligencia.
Phove se inclinó hacia adelante. —Hay una presión inmensa sobre nosotros, Tony. Padre nos forjó a todos para esto. No para la Guerra de la Sangre, sino para la amenaza aún mayor de los Ancestrales. No hay tiempo para caprichos personales.
La conversación se prolongó por varios minutos, cubriendo la logística del viaje, los puntos débiles de Boris, y la jerarquía de los escuadrones que Kan había establecido en secreto. Tony, aunque forzado, asimiló la información con la eficiencia de un Alfa.
Mientras Phove y Alia se sumergían en la cartografía de las coordenadas Valpuris, Tony sintió un conocido tirón en su mente. Era la firma psíquica de Kan.
Tony cerró los ojos, el cigarrillo a medio consumir en sus dedos. La telepatía era un privilegio y una maldición de la sangre Corvus.
***(Tony:*** Kan. )
***(Kan:*** Me alegra que mis hijos hayan encontrado el camino de vuelta. La sangre llama, Tony. Tu misión está clara*.)* La voz de Kan en su mente era poderosa, antigua, resonando con la autoridad de un rey.
***(Tony:*** La misión está clara, pero mis condiciones también. No voy a abandonar la base ni a mi escuadrón. Me los has dejado durante veinte años, y ahora son míos. No los pondré en peligro si no es estrictamente necesario, y no los dejaré para ir a tu lado. Si la guerra viene, los Ancestrales me estarán esperando aquí, con los que necesito a mi lado. Los que son leales*.)*
Kan guardó silencio en la conexión. Era un silencio calculador.
***(Kan:*** Siempre fuiste obstinado, hijo. Pero esa lealtad es un arma de doble filo. No entiendes el poder que enfrentas*.)*
***(Tony:*** No lo entenderé a menos que me lo digas. ¿Qué estoy enfrentando realmente? ¿Por qué ahora? El tono de Tony era de desafío.
***(Kan:*** Ve a Sasa. Ella tiene parte de la información que te daré. Pero para las respuestas definitivas, tienes que venir a mí. En el reino. Allí está la verdad completa*.)*
Kan cortó la conexión abruptamente, dejando a Tony con un vacío mental. Tony abrió los ojos, la frustración era palpable. Sabía que Kan lo estaba manipulando, usando la intriga para forzar su regreso.
Tony se levantó y salió de la sala, dejando a Phove y Alia en la planificación. Caminó directamente hacia el laboratorio de Sasa, la científica Lycan, buscando hechos fríos y no la política familiar.
Sasa, absorta en monitores holográficos, apenas notó su entrada.
—Necesito algo, Sasa —dijo Tony, sin preámbulos—. Algo real contra una amenaza que se supone es mítica. Dime la verdad sobre los Seres Ancestrales.
Sasa se giró, ajustando sus gafas. Su frialdad habitual no flaqueó, pero sus ojos denotaban una profunda fascinación.
—Señor Tony. Los Ancestrales no son un mito, son un mito real —Sasa habló con la precisión clínica que Tony respetaba—. Durante dos décadas, la Legión ha estado recopilando información oscura. Son tres seres. Tres entidades de poder inimaginable que existieron durante la separación de Lycans y Valpuris. Casi azotan al mundo. Su poder era tan inmenso que su propia existencia dañaba a la raza Lycan y Valpuri por igual.
—¿Tres? Dame detalles. —preguntó Tony
—La leyenda habla de que ni siquiera respetaban a su propia raza. Eran monstruos de poder puro, por eso fueron sellados. Lo que sabemos es lo siguiente:
Sasa activó el holograma, mostrando tres siluetas oscuras, cada una envuelta en una energía distinta:
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Editado: 24.12.2025