War Blood: La revelación Corvus

CAPÍTULO 16 - LOS NUEVOS Y LOS ANTIGUOS

LOS NUEVOS Y LOS ANTIGUOS

​La urgencia había reemplazado el drama. La revelación de la existencia de Lord Vladimir Von Corvus y la amenaza de los Ancestrales exigía acción inmediata. El primer objetivo de Tony y sus hermanos era encontrar a Zill.

​Tony se reunió con Phove y Alia. La sala de conferencias, ahora su centro de operaciones, estaba abarrotada de pantallas cartográficas y datos de rastreo rudimentarios.

​—Zill es la otra llave que Boris busca —resumió Alia, señalando un punto en el mapa al noroeste, una región de picos nevados y tormentas constantes—. Su ubicación siempre es la más difícil. Él se mueve donde la Legión Lycan no espera que lo busquemos.

​—Zill es obstinado, como tú —dijo Phove, con una media sonrisa, recogiendo su equipo—. Y es Lycan, su transformación es la de un depredador adaptado a la crioclima. Por eso lo llaman la Sombra Blanca.

​El apodo hacía justicia a la leyenda. La forma Lycan de Zill era famosa en la Legión: un lobo enorme, de pelaje tan blanco y elegante que parecía tallado en hielo, permitiéndole desaparecer en los entornos nevados.

​Tony no perdió tiempo. Se puso en contacto con los otros dos hermanos Corvus, Zolan y Kalea, quienes ya estaban en la periferia buscando a Zill.

​***(Phove:*** ¿Algún rastro, Zolan? Necesitamos movernos. Boris nos lleva la delantera*.)*

​***(Zolan:*** Es casi imposible, Phove. Zill se cubre bien. Su Escuadrón 6 es pequeño, solo cinco personas incluyéndolo, pero son seguidores files. Están entrenados para el aislamiento. Es más fácil encontrar una aguja en un pajar nevado.)

​Tony tomó la comunicación. ( Tony: Busquen el frío, Zolan. Zill no se esconde, se camufla. El rastro de bajas Valpuris en las zonas más heladas es su firma. Vamos para allá.)

​La búsqueda comenzó. Tony, Phove y Alia emprendieron el viaje, dejando atrás la relativa seguridad de la base Lycan.

​Antes de partir, Tony reunió al Escuadrón 7 en el hangar. El ambiente era tenso. Darío, Sofía, Sasa y Garra estaban presentes, observando a los tres Von Corvus.

​—La misión de las coordenadas ancestrales no se detiene —dijo Tony, con voz firme—. Pero la base es lo primero.

​Tony se dirigió a Luka. Luka, el experto en comunicaciones, tragó saliva, sintiendo el peso de la responsabilidad.

​—Luka, el mando es tuyo. Si la base es atacada, la prioridad es la supervivencia y la protección de los datos. No permitas que esto se convierta en un campo de batalla innecesario. Darío te asistirá en estrategia y Sasa en defensa.

​—Lo haré, Tony —respondió Luka, con un nudo en la garganta.

​—Y en cuanto a ti, Lía —Tony se acercó a ella. Su voz se suavizó ligeramente, pero la orden era clara—, te quedas. Necesito que seas los ojos de Luka en el combate. Conoces los protocolos mejor que nadie.

​Lía asintió, aunque la frustración la carcomía. Quería estar a su lado.

​Tony le dio una palmada en el hombro, un gesto que valía más que mil palabras. Luego, se giró hacia el resto de la Legión.

​—Volveremos. Mientras tanto, si demuestran lealtad, serán recompensados con la verdad. Si fallan, no habrá piedad. Confío en ustedes.

​Con eso, Tony, Phove y Alia subieron a su vehículo de transporte blindado, dejando la base en manos de la nueva generación.

​La persecución se extendió por tres días. Las coordenadas los llevaron a una región dominada por una nieve densa y un frío tan extremo que la tecnología Lycan apenas funcionaba. Era el terreno ideal de Zill.

​Finalmente, en una garganta helada, el rastreador de Phove gritó la alerta. Oyeron gritos de combate y el crujido de hielo rompiéndose.

​Tony, Phove, Alia, y, uniéndose a ellos, Zolan y Kalea, corrieron.

​El espectáculo era brutal: Zill y los cuatro miembros de su Escuadrón 6 estaban siendo acorralados. Boris, con una gran cantidad de Valpuris de bajo rango, los había emboscado.

​Zill, en su imponente forma de Sombra Blanca, se movía con gracia letal, a pesar de estar herido. Su pelaje blanco estaba teñido de rojo. Los Valpuris simples caían bajo sus garras, pero el número era abrumador.

​—¡Zill! —gritó Tony, y su voz hizo eco en las montañas.

​Boris, blandiendo su espada de sangre (la reliquia que usaba para sus entrenamientos sádicos), estaba concentrado en Zill. Al escuchar a Tony, el rostro de Boris se iluminó con una sonrisa loca.

​—¡Tony! ¡El maldito que mato a mi padre! ¡Viniste a jugar!

​La batalla se armó de inmediato. Los hermanos Corvus cargaron, creando una línea de defensa improvisada.

​Tony se interpuso entre Boris y Zill. La furia Lycan de Tony se encendió, pero su control era absoluto.

​—Aún hay resentimientos por tu padre, ¿eh, Boris? —dijo Tony, su voz gélida, mientras desenvainaba su propia espada de energía.

​Boris rugió de colera. Atacó, buscando cortar a Tony, pero la precisión de Tony era superior. Sus espadas chocaron con un sonido metálico. Boris, aunque joven, era rápido, pero su locura lo hacía predecible para un Alfa experimentado.

​En segundos, los Corvus (Tony, Phove, Zolan) habían desbaratado el ataque Valpuri. Boris, al ver que estaba superado en rango, retrocedió con frustración.

​En ese momento, desde lo alto de una cornisa, cayó una figura. Era Ivanov.

​¡Fwip!

​Una espada atada a una cuerda larga (un arma Valpuri especializada, diseñada para el alcance y la captura) cayó desde el aire. Ivanov, con la precisión fría de un cyborg, lanzó el arma.

​La hoja pasó rozando a Tony, pero dejó un corte superficial y limpio en su brazo.

​Tony sintió el ardor y miró a Ivanov.

​—Parece que no te quieren ni en el infierno, Ivanov —bromeó Tony, con un tono burlón, a pesar del corte.

​Ivanov ignoró la broma, hablando a través de su sintetizador de voz. —Retirada. La misión está cumplida.

​Boris, gritando de rabia por la interrupción, se vio obligado a obedecer. Los Valpuris simples lanzaron granadas de humo y se replegaron.




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