LOS NUEVOS Y LOS ANTIGUOS
La urgencia había reemplazado el drama. La revelación de la existencia de Lord Vladimir Von Corvus y la amenaza de los Ancestrales exigía acción inmediata. El primer objetivo de Tony y sus hermanos era encontrar a Zill.
Tony se reunió con Phove y Alia. La sala de conferencias, ahora su centro de operaciones, estaba abarrotada de pantallas cartográficas y datos de rastreo rudimentarios.
—Zill es la otra llave que Boris busca —resumió Alia, señalando un punto en el mapa al noroeste, una región de picos nevados y tormentas constantes—. Su ubicación siempre es la más difícil. Él se mueve donde la Legión Lycan no espera que lo busquemos.
—Zill es obstinado, como tú —dijo Phove, con una media sonrisa, recogiendo su equipo—. Y es Lycan, su transformación es la de un depredador adaptado a la crioclima. Por eso lo llaman la Sombra Blanca.
El apodo hacía justicia a la leyenda. La forma Lycan de Zill era famosa en la Legión: un lobo enorme, de pelaje tan blanco y elegante que parecía tallado en hielo, permitiéndole desaparecer en los entornos nevados.
Tony no perdió tiempo. Se puso en contacto con los otros dos hermanos Corvus, Zolan y Kalea, quienes ya estaban en la periferia buscando a Zill.
***(Phove:*** ¿Algún rastro, Zolan? Necesitamos movernos. Boris nos lleva la delantera*.)*
***(Zolan:*** Es casi imposible, Phove. Zill se cubre bien. Su Escuadrón 6 es pequeño, solo cinco personas incluyéndolo, pero son seguidores files. Están entrenados para el aislamiento. Es más fácil encontrar una aguja en un pajar nevado.)
Tony tomó la comunicación. ( Tony: Busquen el frío, Zolan. Zill no se esconde, se camufla. El rastro de bajas Valpuris en las zonas más heladas es su firma. Vamos para allá.)
La búsqueda comenzó. Tony, Phove y Alia emprendieron el viaje, dejando atrás la relativa seguridad de la base Lycan.
Antes de partir, Tony reunió al Escuadrón 7 en el hangar. El ambiente era tenso. Darío, Sofía, Sasa y Garra estaban presentes, observando a los tres Von Corvus.
—La misión de las coordenadas ancestrales no se detiene —dijo Tony, con voz firme—. Pero la base es lo primero.
Tony se dirigió a Luka. Luka, el experto en comunicaciones, tragó saliva, sintiendo el peso de la responsabilidad.
—Luka, el mando es tuyo. Si la base es atacada, la prioridad es la supervivencia y la protección de los datos. No permitas que esto se convierta en un campo de batalla innecesario. Darío te asistirá en estrategia y Sasa en defensa.
—Lo haré, Tony —respondió Luka, con un nudo en la garganta.
—Y en cuanto a ti, Lía —Tony se acercó a ella. Su voz se suavizó ligeramente, pero la orden era clara—, te quedas. Necesito que seas los ojos de Luka en el combate. Conoces los protocolos mejor que nadie.
Lía asintió, aunque la frustración la carcomía. Quería estar a su lado.
Tony le dio una palmada en el hombro, un gesto que valía más que mil palabras. Luego, se giró hacia el resto de la Legión.
—Volveremos. Mientras tanto, si demuestran lealtad, serán recompensados con la verdad. Si fallan, no habrá piedad. Confío en ustedes.
Con eso, Tony, Phove y Alia subieron a su vehículo de transporte blindado, dejando la base en manos de la nueva generación.
La persecución se extendió por tres días. Las coordenadas los llevaron a una región dominada por una nieve densa y un frío tan extremo que la tecnología Lycan apenas funcionaba. Era el terreno ideal de Zill.
Finalmente, en una garganta helada, el rastreador de Phove gritó la alerta. Oyeron gritos de combate y el crujido de hielo rompiéndose.
Tony, Phove, Alia, y, uniéndose a ellos, Zolan y Kalea, corrieron.
El espectáculo era brutal: Zill y los cuatro miembros de su Escuadrón 6 estaban siendo acorralados. Boris, con una gran cantidad de Valpuris de bajo rango, los había emboscado.
Zill, en su imponente forma de Sombra Blanca, se movía con gracia letal, a pesar de estar herido. Su pelaje blanco estaba teñido de rojo. Los Valpuris simples caían bajo sus garras, pero el número era abrumador.
—¡Zill! —gritó Tony, y su voz hizo eco en las montañas.
Boris, blandiendo su espada de sangre (la reliquia que usaba para sus entrenamientos sádicos), estaba concentrado en Zill. Al escuchar a Tony, el rostro de Boris se iluminó con una sonrisa loca.
—¡Tony! ¡El maldito que mato a mi padre! ¡Viniste a jugar!
La batalla se armó de inmediato. Los hermanos Corvus cargaron, creando una línea de defensa improvisada.
Tony se interpuso entre Boris y Zill. La furia Lycan de Tony se encendió, pero su control era absoluto.
—Aún hay resentimientos por tu padre, ¿eh, Boris? —dijo Tony, su voz gélida, mientras desenvainaba su propia espada de energía.
Boris rugió de colera. Atacó, buscando cortar a Tony, pero la precisión de Tony era superior. Sus espadas chocaron con un sonido metálico. Boris, aunque joven, era rápido, pero su locura lo hacía predecible para un Alfa experimentado.
En segundos, los Corvus (Tony, Phove, Zolan) habían desbaratado el ataque Valpuri. Boris, al ver que estaba superado en rango, retrocedió con frustración.
En ese momento, desde lo alto de una cornisa, cayó una figura. Era Ivanov.
¡Fwip!
Una espada atada a una cuerda larga (un arma Valpuri especializada, diseñada para el alcance y la captura) cayó desde el aire. Ivanov, con la precisión fría de un cyborg, lanzó el arma.
La hoja pasó rozando a Tony, pero dejó un corte superficial y limpio en su brazo.
Tony sintió el ardor y miró a Ivanov.
—Parece que no te quieren ni en el infierno, Ivanov —bromeó Tony, con un tono burlón, a pesar del corte.
Ivanov ignoró la broma, hablando a través de su sintetizador de voz. —Retirada. La misión está cumplida.
Boris, gritando de rabia por la interrupción, se vio obligado a obedecer. Los Valpuris simples lanzaron granadas de humo y se replegaron.
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Editado: 24.12.2025