EL OCASO DE LOS ANCESTRALES
El suelo de la ciudadela de piedra se sacudió con una vibración que parecía provenir del centro mismo de la tierra. Un pilar de energía carmesí estalló desde el sello central, lanzando fragmentos de roca mística hacia el cielo oscurecido. Vladimir, el Soberano, finalmente había despertado. Su sola presencia era un peso físico que dificultaba la respiración. Rock, Phove, Zolan, Kalea y Alia se encontraban en la primera línea de contención, pero la diferencia de poder era insultante.
—¡Mantengan la formación! —gritó Rock, transformándose en su forma más pesada para intentar embestir al Ancestral recién despertado.
Vladimir ni siquiera se movió. Con un gesto displicente de su mano, una onda de choque de gravedad pura aplastó a Rock contra el suelo, rompiendo su armadura y dejándolo inconsciente en un instante. Phove cargó con su maza de púas, pero Vladimir atrapó la pesada bola de hierro con dos dedos, fundiendo el metal con un simple pensamiento antes de golpear a Phove en el plexo solar, enviándolo a volar contra una pared de piedra. Zolan, Kalea y Alia intentaron un ataque combinado desde tres flancos, pero el Soberano era una sombra inalcanzable; se movía entre ellos como un susurro, golpeando puntos vitales con una precisión que los dejó tendidos y heridos de gravedad en cuestión de segundos.
—¡Bastardo! ¡Mira lo que has hecho! —rugió Tony desde el otro lado del campo, pero su camino estaba bloqueado por el general carmesí.
—No te distraigas, cachorro —siseó Cassian Draco, levantando su enorme espada—. Tu lucha es conmigo.
Tony, en su forma de Lycan de pelaje oscuro desatado, no estaba solo. Luka se posicionó a su izquierda, recargando proyectiles de energía mística, mientras Inti y Rumi se flanqueaban a la derecha con sus lanzas de obsidiana brillando con un fuego solar interno.
—¡Por los que cayeron en Argentina! —gritó Luka, disparando una ráfaga que cegó temporalmente a Cassian—. ¡Ahora, Tony!
Inti y Rumi se lanzaron como rayos. Sus lanzas no eran simples armas; eran reliquias diseñadas para perforar la esencia Valpuri. Inti clavó su punta en la juntura del hombro de la armadura de Cassian, mientras Rumi golpeaba la rodilla del gigante con un tajo de su escudo de piedra reforzado. Cassian rugió de dolor, una llamarada de fuego brotando de su herida, pero Tony aprovechó ese segundo de vulnerabilidad.
—¡ESTO ES POR DARÍO Y SOFÍA! —gritó Tony, saltando sobre el hombro de Cassian.
La espada de luz de Tony brilló con una intensidad negra y azul. Cassian intentó atraparlo, pero Luka disparó un proyectil sónico que desestabilizó el equilibrio del Ancestral. Tony, con un movimiento fluido y cargado con todo su odio, deslizó el filo de su arma por la garganta descubierta del gigante. La cabeza de Cassian Draco se separó de su cuerpo en una explosión de chispas y humo negro. El coloso carmesí cayó de rodillas antes de desplomarse definitivamente, convirtiéndose en ceniza que el viento andino comenzó a dispersar.
A varios metros de distancia, la cacería de Silas Blackwood era igual de feroz. Zill, transformado en su Sombra Blanca, se movía a una velocidad que dejaba imágenes residuales. Silas intentaba mantener su distancia usando sus barreras psíquicas, pero Valian, movido por el dolor de la muerte de Dorian, peleaba con un desprecio absoluto por su propia vida.
—¡Vas a pagar por Dorian! ¡Vas a pagar por cada gota de sangre! —gritaba Valian, lanzando hachas arrojadizas que explotaban al contacto con el escudo de Silas.
Wara, desde un risco superior, disparaba flechas de hueso que silbaban con una melodía de muerte, obligando a Silas a concentrar su defensa en un solo punto. Phove, recuperándose a duras penas del golpe inicial de Vladimir, se unió a Kalea para presionar los flancos.
—¡No dejen que respire! —ordenó Zill, su voz resonando con una autoridad gélida—. ¡Kalea, corta su escape!
Kalea expandió su hoz ceremonial y realizó un tajo circular que obligó a Silas a descender de su posición elevada. En el momento en que sus pies tocaron el suelo, Zill ya estaba allí. Con un movimiento tan veloz que el aire estalló en un estruendo sónico, Zill agarró el brazo derecho de Silas. El Ancestral intentó usar sus uñas para herirlo, pero Zill era más rápido.
—¿Recuerdas lo que le hiciste a Lía y a Garra? —dijo Zill, sus ojos blancos brillando con una luz asesina—. ¡Voy a devolverte el favor!
Con una fuerza bruta alimentada por la rabia, Zill arrancó el brazo de Silas de un tirón seco. El grito del Ancestral fue un alarido psíquico que hizo sangrar los oídos de Valian y Wara. Sin darle tiempo a recuperarse, Zill giró y arrancó el otro brazo, dejando a Lord Silas Blackwood mutilado y sollozando en el polvo.
—¡ZILL, TERMINA CON ÉL! —gritó Valian, con el rostro cubierto de lágrimas y sangre.
Zill no necesitó que se lo dijeran dos veces. Apuntó su cañón largo directamente al pecho del mutilado Silas y disparó a quemarropa. El impacto desintegró el torso del Ancestral, dejando solo un rastro de escarcha púrpura que se evaporó al instante.
Pero la victoria fue efímera. Un rugido inhumano, diez veces más potente que cualquier cosa que hubieran escuchado antes, sacudió toda la montaña. Vladimir, al ver a sus dos generales caer, abandonó su pretensión de forma humana. Sus huesos crujieron y se alargaron, su piel se tornó de un color grisáceo y unas alas membranosas, similares a las de un murciélago pero de proporciones gigantescas, brotaron de su espalda.
—¡INSECTOS! —la voz de Vladimir ya no era lenguaje, era un comando divino que obligaba a los Lycans a arrodillarse por la pura presión—. ¡HAN MATADO A MIS HERMANOS, PERO SOLO HAN ASEGURADO SU PROPIA AGONÍA!
Vladimir, transformado en un Valpuri monstruoso, voló hacia Tony y Zill con una velocidad que rompió la barrera del sonido. Con sus garras masivas, atrapó la cabeza de Tony en una mano y la de Zill en la otra. El impacto fue tan fuerte que ambos soltaron sus armas. El Soberano descendió en picada, arrastrando los rostros de los dos hermanos contra los escombros de la ciudadela, destruyendo muros de piedra y altares mientras los lanzaba finalmente contra la base de la pirámide central.
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Editado: 24.12.2025