San Petersburgo, Rusia.
Dos semanas después...
Todos estaban en posiciones. Se encontraban en la sala principal esperando las instrucciones para el ataque, faltaba solo una hora y la adrenalina de Joe y los demás podía sentirse en toda la sala.
Era el momento de asumir.
—Pasillos 2,4 y 5 despejados - dijo Martin, líder de la escuadra, por el intercomunicador.
Angelo y Antonio habían decidido enviar espías para colocar cámaras y micrófonos especiales justo una semana antes de comenzar el ataque. La mansión de Diego Montero se encontraba a veinte minutos de viaje, ya que la sala donde estaban todos no era la de la mansión de Angelo, si no la de su mentor, Antonio.
Jade se encontraba realizando estiramientos corporales, usaba un pantalón holgado color negro y una sudadera corta, mostrando su hermoso abdomen.
—¿Y el chaleco antibalas? - cuestionó Joe . Jade sonrió de lado y se encogió de hombros.
—No me gustan - murmuró. Joe estaba por replicar pero nuevamente, la voz del intercomunicador los puso alerta.
—Hay alrededor de cincuenta hombres en el pasillo 3, permiso para despejar.
—No - Joe corrio hacia Mike y tomo la radio - permiso denegado, avancen hacia el pasillo 6 y esperen nuevas órdenes.
—Mensaje recibido, cambio.
—¿Pero que carajos? - Angelo se acercó a Joe hecho una furia - No estarás pensando ir detrás de aquellos cincuenta sicarios tú solo, ¿verdad?
—No iré solo - bufó - pero Martin está en el pasillo 5 ¡no podemos hacerlos retroceder solo para despejar el pasillo 3!
—Tiene razón - dijo Antonio palmeando el hombro de Angelo - nos arriesgamos demasiado
—De acuerdo - suspiró minutos después - iremos todos excepto el niño rata de ahí - señaló con burla a Mike, quien se encontraba tecleando la computadora con un chocolate en la boca.
—Tranquilo - murmuró con la boca llena - no tengo deseos de morir.
—Nadie morirá hoy - aseguró Joe, retando a su hermano con la mirada - todo depende de cómo hagas tu trabajo.
Mike asintió enérgicamente, sentado en el escritorio junto con una computadora y un monitor sensorial.
A su alrededor había envoltorios de barras de chocolate.
El chico era un desastre, pero brillante.
—Es hora - afirmó Jade guardando su celular en el bolsillo trasero de su pantalón. - Andrew acaba de entrar a la reunión de Diego Montero, ya sabes - rodo los ojos - el tipo cree que harán una alianza.
—Andando - Joe hecho a correr junto con Jade y los demás.
Subieron en la primer furgoneta junto con unos veinte sicarios. Detrás suyo, Antonio y Angelo los seguían en el auto junto con otras furgonetas repleta de sicarios.
—¿Estás nerviosa? - susurró a Jade al sentir su respiración agitada.
—Es la adrenalina - sonrió - ¡A patear esos traseros! - exclamó alzando las dos manos al aire.
Joe soltó una carcajada y cerró los ojos con fuerza al sentir el delicioso aroma a vainilla que emanaba de su cabello, ahora crecido y con su color natural.
—Deberías recoger tu cabello - murmuró aún con los ojos cerrados.
—Me gusta llevarlo suelto, ya sabes, ser una sicaria con estilo - bromeó codeando a Joe.
—Me gusta tu estilo, pero tengo entendido que eres más que una sicaria.
—Aún no - bufó - se supone que debo casarme con Andrew para asumir el papel de "esposa del jefe de la mafia rusa" - dijo haciendo comillas con sus dedos - pero aunque todos crean eso, no lo haremos - susurró.
Joe sonrió sin poder evitarlo. La noticia le daba esperanzas, tal vez no todo estaba perdido.
—¿No te casarás? - repitió tontamente - ¿Que opinan tus padres sobre eso?
—Ellos tenían todo arreglado - suspiró - me hicieron mucho daño, sabes.
—Lo recuerdo - murmuró un tanto disgustado - lamento que te tocará esa mierda de padres.
—Y lo que recuerdas no se compara con lo que pasó después - siseó - hay varias cosas que me hicieron desde niña y nunca las he contado, pero bueno - sonrió falsamente - el pasado es pasado.
—Sabes que puedes hablar conmigo - susurró Joe cerca de su oido - siempre estaré para ti - afirmó tomando su mano.
—Gracias - Jade tomó la mano de Joe y esta vez si pudo sentir esa vieja sensación de chispas recorriendo su piel.
—No se por todo lo que habrás pasado, pero si deseas venganza...
—Descuida - rió palmeando su hombro - la venganza ya está hecha.
—¿En serio? - Joe entrecerró los ojos - ¿Que has hecho?
—He matado a mis padres. - sonrió orgullosa - no tienes idea de cuánto lo disfruté.
—Vaya - Joe estaba conmocionado - con que así se sintió Mike cuando le conté sobre mi primer asesinato - murmuró
Jade rió ante el comentario de Joe y luego deposito un rápido beso en sus labios.
—Lo siento - sonrió ante la mirada atónita de Joe - es que tú rostro se veía adorable.
—Llegamos - aviso uno de los sicarios.
—Es momento - Joe tomo la mano de Jade y bajaron a toda velocidad.
—¡Diego Montero, allí vamos! - exclamó Jade con una sonrisa aterradora pero hermosa.