Sin esperar nuevas órdenes, Jade se adelantó corriendo hacia la entrada junto con dos de sus hombres rusos. Joe sintió un poco de alivio al ver a aquellos sicarios siguiendo sus pasos, estaba casi seguro que aquellos hombres la cuidaban por pedido de Andrew. Aunque le doliera un poco aceptarlo, estaba feliz al saber que Jade se encontraba en buenas manos.
Claro que podría estar en mejores manos, y con "Mejores" se refería a él mismo, por supuesto.
La mansión ya se encontraba hecha un desastre, la planta baja era un río de sangre.
—Estoy captando dos temperaturas corporales moviéndose en el ala oeste - dijo Mike desde el intercomunicador - ¡Mierda! ¡Ahora son diez! - exclamó con emoción.
—Entendido - Joe le hizo señas a su gente y todos tomaron posiciones.
Dos minutos más tarde los sicarios Italianos fueron sorprendidos por Joe y su gente, bastaron unos pocos disparos para acabar con todos.
—Eso no fue divertido - bufó Joe.
—Fue muy rápido, ¿Verdad? - Jade lo miraba divertida - tómalo como un calentamiento.
—Pre calentamiento - bromeó Joe mirando las cabezas que les quedaban - ¿aún somos quince los que estamos aquí? - preguntó.
—Ni una baja todavía, señor Nicollo - murmuró un hombre de unos treinta años - el señor Angelo dice que entrarán a nuestra señal. - informó guardando su radio.
—De acuerdo, vayamos por las escaleras hasta el segundo piso y ahí les avisaremos.
En cuanto se dirigieron al segundo piso, este se encontraba prácticamente vacío, ni siquiera estaban los cuerpos.
—Esperen - Joe levantó la mano y observó nuevamente la sala. - está muy limpio todo.
—¿Se supone que aquí estarían los cuerpos que dejó la escuadra de Martin? - Jade avanzó lentamente, buscando con la mirada restos de sangre - es extraño...
—¡Jade! - Joe apenas pudo dar un paso al frente pero ya era tarde.
Jade se encontraba en el suelo apretando su abdomen lleno de sangre.
—Estoy bien - se reincorporo rápidamente haciendo una mueca de dolor.
Joe y los demás avanzaron hacia ella haciendo un escudo protector a su alrededor, unos segundos después otros diez sicarios se acercaron haciendo una lluvia de disparos.
—Nos emboscaron - gruñó Joe. A su lado, Jade soltaba pequeñas risitas - ¿Que pasa? - la miraba confundido
—Ups - dijo abriendo su mano, dónde se encontraba el clip de seguridad de una granada
Joe la miro con recelo y alertó a sus hombres
—¡Granada! - gritó y todos corrieron en direcciones opuestas.
Segundos más tarde la granada estallo en medio de sus contrincantes. Joe se levantó de su sitio, quitando la sangre de su rostro. Buscó a Jade con la mirada y la encontró rodeada de los dos rusos, un suspiro de alivio escapó de sus labios.
—¡Los que sigan con vida, síganme! - gritó - y tú - señaló a el mismo hombre que dirigía al pelotón - haz la llamada.
—Si, señor
Continuaron la marcha hacia el tercer piso y se detuvieron unos metros antes de llegar. Joe decidió preguntar a su hermano.
—Mike, dime qué ves - dijo por la radio, pasaron dos minutos y su hermano no contestaba - ¡Mike! - gruñó - ¡dónde mierda estás metido!
—Joe - jadeó Mike - ¡no lo vas a creer! Casi muero...
—¿Que? - Joe estaba impaciente - ¿Que ocurrió?
—Estoy encerrado en el sótano, me lleve parte del equipo conmigo, han entrado a la casa...¡Pero tranquilo! - se apresuró a decir - todas las trampas están colocadas, estaré bien.
—Mike, mandaré a alguien a...
—Oh no, hermano - dijo conmocionado - creeme, tú necesitas más ayuda que yo...
—¿Que?
—Estoy captando más de treinta temperaturas corporales
—¿Dónde? - Joe puso alerta a su equipo.
—Tercer piso - murmuró - cuídate hermano
—Igualmente - suspiró guardando la radio en su bolsillo.
—Señor...
—Dile a Angelo que suba con las otras escuadras, lo necesitamos.
—La señorita Jade no está - Joe buscó con la mirada frenético.
—¡DANAZZIONE! - bramó.
Jade le estaba dando un buen dolor de cabeza, quería buscarla pero sabía que ahora no era el momento.
Minutos más tarde, Angelo y Antonio se les unieron junto con sus escuadras.
—Te ves aterrador - admitió Angelo repasando el rostro ensangrentado de Joe - ¿Dónde está Jade?
—Herida y desaparecida - gruñó en respuesta.
—Ya veo - sonrió Antonio - esa chiquilla es tremenda, tranquilo - le dijo a Joe - seguramente fue en busca de su amado, iremos allí en unos minutos.
Joe bufó molesto ante el comentario de Antonio, ignoró sus celos y volvió a concentrarse en la misión.
—Mike dice que son más de treinta sicarios - explicó - ¿Cuántos traen ustedes?
—Treinta - rió Angelo - tú aún conservas a tus quince, ganaremos - aseguró.
—Andando - Joe hizo señas a sus hombres y todos corrieron en distintas direcciones, minutos más tardes los gritos de agonía no se hicieron esperar.
Joe se acercó a dos sicarios que atacaban a uno de sus hombres y de un salto rebanó la garganta de uno, cuando el otro sicario estuvo a punto de atacar, el hombre que estaba en el suelo disparó en su cráneo, nuevamente salpicando el rostro de Joe, que sin poder evitarlo soltó una sonora carcajada.
—Joe - jadeó Angelo poniéndose a su lado - enserio que pareces un maldito psicópata asesino, ya basta de risas.
Joe ignoró el comentario de Angelo y corrió a enfrentar a los sicarios restantes. Luego de varios minutos los sicarios estaban todos muertos.
—¿Cuántas bajas? - pregunto Joe guardando la daga en su cazadora.
—Cinco, señor Nicollo - gritó uno.
Joe asintió y ordenó a todos subir al último piso, dónde finalmente se reencontraron con la escuadra de Martin.
—Está escondido aquí atrás - susurró Martin señalando una enorme puerta de acero. - mandé a llamar al equipo con las herramientas para derribar la puerta...
—¡No! - dijo Mike desde la radio - ¿Están en el sexto piso?