Welcome To Wixton Charm

Capítulo 3

*3*

Los días pasan y no tan rápido como yo quisiera, mi madre desde que está acá cada día está peor y ya no sé qué más hacer, pues también sólo tengo que esperar.

—Para el primero, tu ya no serás nada Maeve Delorean, nadie puede ni podrá detenerme, estarás muerta para entonces y esa maldita hija que tienes, la veré llorar sola, porque tu esposo ahora es mío.

Respiro pausado para calmarme, ella no puede saber que yo ya sé mucho de ellas. Me repito mi mantra una y otra vez “Solo falta un mes”, malditas arañas que no pueden nacer antes. Camino por el lugar, no tengo nada que hacer y estoy tan aburrida y enojada que podría golpear al que se me cruce por enfrente.

—Papá.

—Dime, Cora —mi padre me mira y sonríe, se que mi manera de vestir a veces es muy diferente a mi personalidad.

—Saldré a dar una vuelta a los jardines.

—Bueno, creo que Jarek está por ahí, cuidado con ahuyentarlo.

—Yep —digo sonriendo ya de mejor ánimo, es divertido que el chico se cohiba cuando se trata de mi.

Me calzo mis sandalias nuevamente y me levanto con calma, salgo a respirar aire libre que va y viene, estar dentro de las paredes del castillo hace que me sienta tan pequeña y presionada, y solo quisiera explotar y decir todo de una vez, pero de mi depende mi madre y mi mejor amiga. Me detengo agitada y noto que he caminado más de lo que creía, estoy entre una arboleda, las hojas acarician mis pies desnudos y las que quedan adornan de naranjo las cúpulas, que resultan hacer de techo.

—Mierda —un gruñido me hace querer buscar de quién se trata, con mi cuerpo en alerta me paseo y agradezco poder ver entre los árboles.

A unos metros a mi derecha, puedo ver a un chico sobre un caballo blanco, el animal que parece ser irreal corre y al frenar se alza de manera que se sostiene solo en las patas traseras, quien lo monta se sostiene y cuando vuelve a estar en sus cuatro patas el chico abraza el cuello de la bestia. Desde la distancia me quedo a observar, es increíble la conexión entre ambos, pues el caballo inclina la cabeza queriendo arropar el cuerpo del chico a quien no logro reconocer.

—¿Coraline? —Salgo de mi trance y noto que el chico es Jarek, tiene su ceño fruncido, debe de estar tan confundido como yo.

Me siento en un tronco y lo miro desde una altura mucho más baja que la de él, quien se acerca un poco más aún montando al caballo.

—¿Entonces?

—Necesita respirar aire puro, un poco de silencio. A ti eso te gusta ¿No?

—De hecho, no, simplemente me acostumbre a tenerlo como compañía —abro la boca, no acabo de entender, sonríe y baja del caballo, quien a pesar de que le sueltan la rienda se queda atrás del chico—. Papá se moriría si no me ve las veinticuatro horas del día y si pudiera, me vestiría con plástico burbuja.

—Pero, tienes veintiún años ¿No? Puedes independizarte.

—Sí —dice viendo sobre mi, luego se acerca y se sienta a mi lado, le hago más espacio para que estemos ambos cómodos—, pero para él soy también Meredith Nils y dice que la juventud es peligrosa, de hecho, no sé cómo siquiera le agradas, eres todo lo contrario a lo que me pide ser o lo que quisiera que sea.

—Tal vez es que soy la imagen de su primer amor, ese que él dejó ir.

—¿Cómo sabes?

—Mamá me contaba historias, sé que no se trataba de Evan, además, siempre mencionaba a una hermana odiosa y ahora Syvil empata —trato de alejarme un poco más cuando el caballo se acerca más a la banca queriendo olerme.

—¿Quieres subir? —cuestiona sonriendo, de seguro ya notó que su mascota me tiene nerviosa.

—¿Al caballo o a ti? —Decido bromear siquiera para romper el hielo.

—Al caballo.

—No, gracias —digo tratando de mantener la sonrisa, definitivamente tengo que reconsiderar la escala de miedo que le tengo a los caballos.

—¿Le tienes miedo a los caballos?

—No —miento o tal vez no—. Miedo le tengo al océano, le tengo fobia a las arañas, le temo a las alturas y, a los caballos, a los caballos les tengo respeto, simplemente es eso.

—Yo los admiro, quisiera ser como ellos —dice viendo al animal de color blanco que le muerde la chamarra a la altura del cuello, no entiendo como no le da miedo o algo por el estilo.

—Puedes serlo.

—No lo creo, necesitaría de un milagro.

—Los milagros no existen—susurro viendo sus ojos de la misma manera que él alcanza los míos—. Linda charla, Jar, Nos vemos.

—Nos vemos, mano izquierda de mi padre.

Sonrío notando que sí escucha mis conversaciones con su padre, pero nos da espacio, se mantiene con su padre pero sin ahogarlo, comparten pero no se conocen. Hace un sonido raro y su caballo se aleja un poco, en silencio y con una inclinación de cabeza le agradezco porque con lo que me pone nerviosa no podría haberme ido aunque me despidiera varias veces.

Vuelvo a la casa y con quien me encuentro de buenas a primeras es con Syvil, lo que hace que mi momento de relax acabe tan rápido como empezó. La mujer me sonríe tan falsa como siempre, no sé para que se esfuerza siquiera, ambas sabemos que ninguna va a estar conforme con la otra.

—¿Dónde andabas? —cuestiona sin miramientos.

—Fui a caminar y me encontré con Jarek, me entretuve hablando con él ¿Pasa algo?

—Quisiera hablar contigo —interrumpe cuando tuve la intención de marcharme.

—Te escucho —mascullo de mala gana y moviendo mi brazo para que me suelte.

—Ambas sabemos que no te agrada y dejame decirte que el sentimiento es mutuo, así que, si quieres estar bajo mi techo, lo único que te pido es que dejes en paz a mi sobrino, no merece que le taladres su mente y lo uses como haces con los demás.

—Syvil, tomaré tu palabra y la meditaré —sonrío cordial y paso por su lado.

Voy hacia mi habitación, mis tacones resuenan y creo que por eso mismo es que me los había quitado antes, el sonido reverbera demasiado y eso me hace sentir extraña, como en una película de terror. Llego a mi habitación y me encuentro con la puerta entreabierta, abro un poco y veo a mi padre revolviendo mi bolso.




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