Welcome To Wixton Charm

Capítulo 4

*4*

Camino por la plaza de Wixton Charm mientras que el Alcalde a mi lado sigue hablando con su secretaria, no sé para que me llamó y mucho menos que es lo que pretende haciendo que toda la gente nos vea juntos. Cansada de andar con tacones me siento en una banca y Josiah ríe sonoramente.

—Hola, mano izquierda de mi padre —me sobresalto y dejo de ver mi celular para buscar al chico que ha llegado.

Cuando mis ojos lo encuentran me es imposible no sonreír, de verdad que él tiene algo ahora que me hace querer conocerlo, siento que ni él mismo se conoce y aunque en un principio solo lo investigué en redes para fastidiar a Syvil, ahora siento que él necesita ser comprendido y alguien que lo empuje a atreverse, aunque realmente se cohiba demasiado, el mismo se restringe.

—Jarek, por lo menos ahora estaré aburrida pero no sola —el chico se sienta a mi lado luego de abrazar a su padre.

—¿Para que te llamó? —pregunta guardando su celular en el bolsillo de su chamarra, se acomoda en el respaldo y cruza los brazos, inclina su cabeza para verme y me pone nerviosa.

—No lo sé, desde que llegué me tiene caminando y no me dice nada.

—Generalmente es así —dice riendo suavemente, me hace sentir nerviosa que se sienta tan agusto conmigo así de la nada—. ¿Estabas en algo importante?

—No —admito, pues estaba leyendo una de las anteriores tesis que hicieron algunos ex alumnos que cursaron la misma carrera que yo, como toda buena estudiante—. ¿Como que generalmente?

—Es que a veces le dan presentimientos y para asegurarse de que no te pase nada, decide tomar tu tiempo, invalidarlo y tenerte frente a él, sin decirte nada y sin hacer algo contigo,

—¿Bromeas? —ríe y me hace sentir extraña nuevamente.

—No.

—¿Y qué haces en ese caso?

—Llamo a mi novia, así estoy con ella y mi padre al mismo tiempo —dice como si nada, como que para mí no fuera un balde de agua.

—¿Tienes novia?

—Sí —afirma frunciendo el ceño supongo que sorprendido y confundido por mi sorpresa y confusión.

—¿Es un chiste?

—No —vuelve a decir y ríe otra vez—. ¿Tan raro te resulta saber que tengo novia?

—Sí.

—¿Por qué todo el mundo dice lo mismo?

—Porque, no lo sé, simplemente es que no tenía cómo saber eso y no te ves como los babosos enamorados.

—Vale, es que yo tampoco sé mucho de ti, se puede suponer cualquier cosa y tu eres rara así que… —se encoge de hombros dejando el tema abierto y yo no lo pienso continuar.

—Claro, solo yo soy rara —ironizo y este vuelve a reír.

—¿Quieres un helado?

—Podría aceptar un capuchino —se levanta y me tiende su mano.

Caminamos con calma uno al lado del otro, mis tacones resuenan contra el pavimento y yo trato de mantenerme cuerda, pues no quiero divagar mientras voy al lado del chico al cual antes jamás había conocido, es un shock saber que no es para similar a como yo lo tenía encasillado.

—Oye, vuelve a tierra.

Dios, ya estaba en otro mundo sin querer. Sonrío y lo veo un tanto avergonzada, miro a mi alrededor para saber donde vamos, pero en realidad jamás había estado en esta parte de la ciudad, demasiado lejos de la Universidad para mi.

—¿En qué piensas tanto?

—No te importa.

—Mira quien es la rara, vistes de rosita y vestidos, pero respondes bien sacada de onda.

—¿Dices que visto mal?

—Digo que tu personalidad y tu vestimenta no concuerdan, pero ¿Qué se puede esperar? Estudias política.

—¿Cómo dices qué debería vestir?

—De negro, oscuro como tu alma —una carcajada brota del fondo de mi estómago y el me sigue, la verdad es que no esperaba que dijera eso y se nota que tampoco lo dice en mala, si no que es, no lo sé, es fluido—. Fuera de juego, si es raro escucharte y verte.

—Como que no combina —admito viendo al chico—. ¿A dónde vamos?

—A una cafetería, pero creo que me he perdido —admite viendo los letreros, muerdo mi labio para no reírme de él, es mejor reír con él.

—¿A dónde querías ir?

—Se llama, Bewitched —susurra perdido, busco en mi celular y pronto descubro que está por el otro lado en la calle paralela.

—Ven, sígueme —digo sonriendo, me ve y entrecierra los ojos.

—¿Te estás riendo de mí?

—En realidad, sonrío porque aquí tuve la cita más patética de mi vida —admito reconociendo el lugar.

—¿De verdad? ¿Tu tienes citas malas?

—Ya vez, por más guapa que uno sea, igual cuesta encontrar al indicado.

—¿Por eso sales con todos y los pones a prueba?

—¿Qué comes que adivinas?

—Hoy comí tortitas con arándanos —dice riendo y blanqueo los ojos, es divertido conocerlo.

Llegamos a la cafetería y abro la puerta invitando a que pase primero, me sonríe coqueto e inclina la cabeza, pasa y me espera a que me acerque. Camino a su lado y vamos a pedir a la vitrina, aquí no hay nadie que te vaya a ofrecer todo a la mesa, miro qué cosa hay en la vitrina, creo que aquí cada día cambian las cosas dulces a vender.

—¿Qué se te ofrece? Yo pago, pide lo que quieras —lo miro entrecerrando los ojos, no conocía ese lado suyo tampoco.

—Quisiera una porción de carlota de limón y un capuchino.

—¿Ya decidieron que van a querer? —pregunta una chica castaña, su rostro angelical y su aura me hacen desconfiar de ella, siento su falsedad o que algo oculta—. Buenas tardes, corazón.

—Hola, hermosa —dice el chico que me acompaña, el chico se inclina y besa la mejilla de la chica—. Para mi lo mismo de siempre y para ella una carlota de limón con un capuchino.

—¿Cuentas separadas?

—No esta vez —dice el chico frunciendo el ceño, pues la chica en ningún momento lo ve y pareciera que hasta el amor por él desapareció ¿Será celosa?

—En un minuto —suspira la chica y nos deja solos.

Me debato mentalmente en sí ser indiscreta o no, si preguntar o quedar con la duda, observo a la chica mientras que ella trabaja.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.