Welcome To Wixton Charm

Capítulo 6

*6*

Salgo de la ducha y ya tengo a tres chicas junto con el diseñador de mi disfraz esperando por mi en mi habitación, me quito la bata blanca quedando sólo con el protector de pezones y mi tanga, tendré que usar corset y necesito ayuda para ponérmelo. Pronto las chicas comienzan a acercan las capas de ropa a mi, me ponen todo lo necesario y luego tengo que entrar a esa cosa que sostiene la falda, así para que se mantenga como los vestidos princesa.

—Te va a quedar muy bien —asegura la chica ajustando el corset, tal parece que me quiere ahogar.

—Gracias, ya se me ven increibles las tetas —admito—. Aunque no respiro.

Todos reímos y acercan la falda, la pasan por sobre mi cabeza y la ajustan a mi cintura, la caída se ve fenomenal, aún no estoy completamente lista y ya todo toma forma. Pasan a ponerme la parte superior del vestido, es con mangas largas pero tiene un escote en punta, con hombros caídos, esta también trae el resto de la caída de la falda y por supuesto también la cola de este que lo hace ser más grande y pesado.

—Este color te sienta divino —dice una chica y admito que el azul bebé es mi color, sobre todo con esos bordados dorados, que le dan luz y juego saliendo de la monotonía.

Ya vestida comienzo a peinarme, decidí dejar mi cabello suelto, le hago algunas ondas naturales y utilizo una diadema del mismo color del vestido con perlas doradas, dejo sólo dos mechones de cabello por delante de la diadema para que le de calor a mi rostro. Hablando de maquillaje y tratando de apegarme a la época que tenemos como guía, entonces no me hago mucho, la piel como siempre, algunas sombras tierra para los ojos, brillo dorado para iluminar, un tanto de máscara de pestañas y un gloss labial suave, casi del tono de mis labios.

Termino mucho antes de la hora del comienzo de la fiesta, me acerco a la ventana y veo a Jarek cabalgando, no sé cómo, pero me siento como rapunzel, en la torre y el príncipe en su corcel a su rescate. Supongo que ya está vestido y listo para la fiesta, pues lleva un abrigo que nunca antes usaría, cambió sus pantalones y hasta los zapatos son distintos.

—Permiso ¿Se puede? —miro a la puerta y veo a mi padre llegar, viene vestido tal como los hombres de la época victoriana—. ¡Wow! Te ves hermosa, aunque creo que esos escotes no iban.

—Pues, me ahogan los cuellos altos, pero que sepas que tu amante aceptó mi vestido así —digo firme, aún sigo dolida con él, pero con la conversación que escuché el otro día, ya hasta me duele seguir lejos de él.

—Venía a verte, también tu mamá quiere verte.

—Voy —lo invito a salir de mi habitación y camino tras de él, lo quiero bien lejos de donde descanso.

Llego a la habitación donde mi mamá descansa, estos días se le han hecho pesados, miro su cuerpo en la cama y su solo entrecejo me deja claro que le duele todo, su araña me da la bienvenida apenas me acerco a besar su frente, me alejo pues el arácnido me tiene saltona.

—Hola, hija.

—Hola, mamá ¿Te sientes bien?

—Cariño, no olvides nada —pide tomando mi mano, la suya está muy fría.

—Ya lo sé. ¿No vas a la fiesta?

—Coral, tú eres lo más preciado para mí —mis bromas se agotan, pues no puedo abrir la boca para hablar si no me sale la voz—. Pase lo que pase, siempre atrevete, atrevete a ser mejor, arriésgate y disfruta porque al mundo se vino a vivir y tienes todo para hacerlo como se te pegue en gana, que no te restrinjan los comentarios de alguien que no te conoce, porque quien te conoce siempre te querrá ver sonriendo, te querrá ver siendo tu, con fallas y aciertos, pero siempre sonriendo, porque tu sonrisa ilumina hasta el callejón más oscuro.

—Con que aquí estás, Coraline —me seco las lágrimas traicioneras, pero no dejo de ver a la mujer—. Hola Señora Maeve.

—Hola, Jarek, te pareces mucho a tu padre.

—Coraline, quisiera hablar contigo —dice el chico con timidez.

—Ve con él, Cora —susurra mamá y entiendo a la perfección.

—Te amo, mamá —suspiro y beso su frente, consciente de que esta podría ser nuestra última conversación.

Me acerco al chico, quien se asombra por completo al verme de frente, sus ojos me escanean de pies a cabeza y ya quisiera estar sin ropa, para que vamos a estar con mentiras, yo a él ya lo quisiera mio.

—Te ves muy diferente.

—Lo sé, tal vez era una gran princesa en mi vida pasada, tal vez, en esa vida tampoco me quedé con el príncipe encantado.

—Siempre puede ser que tú estés encantada —masculla mi madre con cuidado y sonriendo.

—No lo dudaría —dice Jarek aunque no entiende a lo que mi madre se refiere—. Siempre son las princesas las que están en peligro.

—Tu peligras estando conmigo, esta vez es el príncipe al que deben rescatar, la princesa puede muy bien ella sola —mi madre se ríe y nos señala que salgamos de la habitación.

—¿Te refieres a ti misma en tercera persona?

—Todos lo hacen —suspiro cansada, hoy podría ser el último día que vea a mi madre con vida.

—¿Te sientes bien? —cuestiona una vez que ya nos hemos alejado de la habitación.

—No lo sé, simplemente es raro sentir que te preparaste por mucho tiempo para despedirte de alguien y cuando sientes que llegó el momento de hacerlo, sientes que no serás capaz.

—¿Lo dices por Maeve? —asiento y se para delante de mí, toma mi mentón y me obliga a verlo a los ojos—. Yo más que nadie sé cuánto amas a tu madre, y si algo llegara a pasar, te prometo ser el primero en sostenerte, yo más que nadie te podré entender.

Sonrío y a pesar de cualquier cosa, decido abrazarlo, esos abrazos que nunca deberían de acabar, esos abrazos que bien te queman o te calientan, esos abrazos que te recomponen y te destruyen al mismo tiempo, sin embargo, con Jarek siempre fue así, nos respetabamos y teníamos opiniones distintas del otro, éramos nuestro hater y nuestro más similar al mismo tiempo.

—Gracias —susurro con sinceridad, él me ha visto como ninguna otra persona, me ha visto vulnerable infinidad de veces y jamás lo ha usado como arma, por más que dijo detestarme.




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