CAPITULO 13. UN REENCUENTRO

Habían pasado ya un par de semanas. Wat y Jeff comenzaron a salir cada vez más seguido. Parecían felices y cómodos, parecían tranquilos. No habían pasado a un siguiente nivel desde su cumpleaños. Continuaban saliendo, riendo, jugando. Pero ahora se sentían más cercanos, más cálidos. Desde que pudieron sincerarse y abrir sus corazones con la ayuda de unas cuantas copas.

Aquella noche del cumpleaños de Wat, las cosas parecían haberse esclarecido y también parecían haber tomado un rumbo diferente. Durante años Wat pensó que todo lo que había pasado, había pasado sólo en su cabeza. Todo estaba en su imaginación y mientras él no hablara de ello nunca se iba a hacer real.

Wat tenía una avalancha de sentimientos y emociones. Pensaba día y noche en que hubiera pasado si algún día ambos se hubieran hecho saber cómo se sentían el uno por el otro. También en ocasiones pensaba que quizá, el momento y la forma en cómo sucedieron las cosas fue el adecuado, debido a que, si en algún punto hubiera ido con sus padres a contarles cómo se sentía en aquel entonces, seguramente habría sido fuertemente reprimido y juzgado. Pero ahora era diferente, él era un adulto. Él podía tomar el control de su vida.

Poco a poco comenzó a aceptar, todo lo que nunca pudo hacer. Comenzó a asimilar cuanto tiempo había pasado desde que él comenzó a repetirse en su cabeza una y otra vez que aquello solo había sido una etapa pasajera. Comenzó a darse cuenta que nunca lo fue. Jeff llegó en un momento crucial para su vida, porque lo ayudó a auto descubrirse y aceptarse justo como era. Y ese, es uno de los regalos más preciados que alguien te puede dar...

Mientras tanto, Ela y Tian continuaban avanzando en su relación. Parecía que la marea de emociones que los atacaba al inicio ya iba bajando poco a poco la intensidad y posaban los pies sobre la tierra. No significa que no seguían gustándose. Al contrario, se atraían muchísimo. Pero poco a poco comenzaron a crear juntos una rutina y adaptarse el uno al otro como una pareja. Ahora quedaba una cosa más que mantenía en preocupación y ansiedad constante a Ela.

Aún no habían tenido sexo. No porque no quisieran, ambos querían hacerlo, pero no sabían exactamente cómo dar el primer paso. Ela no quería parecer insistente con Tian, mientras que Tian no quería parecer impaciente. No quería precipitar las cosas ni que ella se sintiera presionada.

Era extraño porque ambos habían sido muy abiertos en ese tipo de cosas siempre. Pero ahora, que estaban juntos, no sabían cómo manejar esa situación sin hacer incómodas las cosas entre ellos. Era claro que existía falta de confianza y de comunicación para tratar ese tema y llegar a un acuerdo. Pero cada uno tampoco se atrevía a abrir ese tema.

Aunque no hacía falta el sexo en absoluto para que ellos disfrutarán de su relación. Se divertían y siempre pasaban un buen rato. Parecía que poco a poco se estaban, ¿enamorando?...

Un día se encontraban en la facultad. La maestra estaba indicando al grupo que debían realizar un trabajo final en equipo entre 4 personas.

Wat y dos de sus amigos estaban poniéndose de acuerdo.

Ela ahora odiaba los trabajos en equipo. Había invertido tanto tiempo en su nueva relación y en sus asuntos, que había dejado de lado la actividad que siempre se le había dado mejor: socializar.

Ya estaban armados casi todos los equipos mientras Ela se encontraba aún en el fondo del salón sentada, mirando su celular fingiendo que no le importaba. Pero al mismo tiempo se sentía muy apenada porque nadie le había pedido trabajar juntos aún.

Wat la miraba de lejos, no decía nada, pero dentro de él sentía pena por ella. Él ya no se sentía molesto por lo que había sucedido antes. El regreso de Jeff le había permitido ver nuevas perspectivas de la vida. Entre ellas, le había enseñado que, en ocasiones, no es que las personas traten de herirte con sus acciones intencionalmente, simplemente no saben cómo decir exactamente lo que desean.

Wat comentó a sus amigos

W- ¿Por qué no le decimos a Ela? aún nos falta uno

Sus amigos no tenían problema, quien había tomado distancia fue ella. Ella fue quien se alejó de todos ellos poco a poco. Hasta que llegó un día en el que ninguno encontró la forma de iniciar una conversación nuevamente. Pero en realidad, jamás quedaron en malos términos. Así que ellos accedieron sin dudar.

Uno de ellos tomó la iniciativa y se dirigió hacia dónde estaba ella. Después de decirle un par de cosas Ela voltio a ver a Wat y a quienes se encontraban reunidos junto a él.

Ela asintió mientras seguía viendo directamente a Wat. Y procedió a guardar sus cosas para irse a sentar con ellos.

La profesora les había indicado reunirse en lo que quedaba de la clase y ponerse de acuerdo acerca del tema a elegir.

Ela llegó y saludó a los 3 chicos que se encontraban en la mesa.

E-Hola, chicos. ¿Cómo han estado? Ammm, tú Wat, ¿cómo has estado?

El corazón de Ela palpitaba muy fuerte, tener que acercarse de nuevo a sus antiguos amigos le era difícil después de sentirse culpable por abandonarlos.

Todos respondieron palabras al azar, querían hacer que pareciera que nada pasaba para que Ela no se sintiera incómoda. Fingieron que nunca pasó aquella distancia repentina y estuvieron hablando, jugando y trabajando en conjunto durante las 2 horas que quedaron de clase.

Cuando terminó la clase y la maestra anunció que podían irse. Ela comenzó a guardar sus cosas a la par de los chicos.

Wat y Ela no habían hablado mucho, solo lo necesario.

Cuando los chicos estaban a punto de salir le preguntaron a Ela que si quería que la esperarán para irse juntos.

Ela un poco apenada asintió

E-Sí, como quieran chicos... Gracias

Ela no lo hacía notar, pero, después de que la marea de emociones que sentía respecto a Tian se calmara, comenzó a extrañar mucho su antigua vida y sus amigos. Especialmente extrañaba mucho a Wat, era con quien pasaba la mayor parte del tiempo. Y ella sólo esperaba un momento preciso para buscar acercarse a ellos nuevamente.