Todo un mes evitando a Max y parece que no puedo más, lo echaba de menos, era mi felicidad y mi lugar seguro.
Elida trata de subir mi ánimo pero parece imposible, nada de lo que antes me gustaba hacer me llama la atención ya que las comencé a hacer con Max y era él quien las hacía ver más entretenidas y memorables, ahora solo dolían por su ausencia. Se que exagere al reclamar algo que pasó hace mucho pero siento que igual debía de decirme, solo lo ocultó y me la presentó, fue lo que más me dolió. Yo a él no le ocultaba nada como para que haga eso, le contaba todo de mi, de quién era antes de venir aquí y de conocerlo, de lo que era mi vida antes de él.
Ha estado llamando a mi celular de manera intensa, al móvil de Elida igual y ha venido a casa todas las tardes pero nunca lo recibo, siempre le pido a Elida que le dé una excusa aún cuando él sabe que no salgo hasta que son las siete de la noche. Hoy debía ir a mi clases en la universidad por lo que comencé a prepararme desde las seis, me pasé una sudadera por la cabeza cubriendo mi cuerpo y solo até un poco mi cabello para ponerle un lazo negro.
Elida se ofrece para llevarme a la universidad ya que mi institución está de camino a su trabajo, además así podía evitar encontrarme con Max.
Ella me mira de reojo queriendo hablar pero la ignoro, solo miro por mi ventanilla con mis audífonos en mis oídos.
La clase de arte perdió su sentido luego de que varias veces pinté con Max lienzos, luego de que compartiera mi actividad favorita con él y le diera aún más sentido. Frustrada de todo esto, suspiro, el profesor dictaba la clase y yo sentía que no entendía nada de lo que estaba hablando.
Extrañaba a mi otra mitad.
El dictado acaba y ahora en cada mesa nos dejan unos lienzos con acuarelas, quieren que hagamos un cuadro de algo que nos haga feliz, de aquello que nos mantiene con una sonrisa de oreja a oreja.
Inicié mi cuadro con una forma humana que a medida que la iba acomodando con las acuarelas fue formando a aquella persona que tanta falta me hace.
Dibujé y pinté los clásicos vestuarios que él utiliza, como las camisas formales con chalecos de señor, su cabello del color de la miel cayendo en dominó sobre su rostro, unos iluminados y preciosos ojos mieles, un rostro atractivo y con aquellos rasgos que solo yo conozco de él.
Al finalizar mis ojos se llenaron de lágrimas ya que había sin desearlo dibujado a Max, era simplemente él, de la noche que nos conocimos.
—Excelente cuadro, Sienna. —. El profesor pasó por mi lado, adulando mi obra.
Pero yo no podía verle así, me dolía pensar en él.
Ella era hermosa, bella y sana, no tenía nada de malo y no debía ocultarse del resto por ser igual. Sabrina sería la pareja perfecta de él, son tal para cual, yo solo sobraba ahí fingiendo que puedo ser feliz, fingiendo que merezco ser amada y amar
¿Qué había de malo conmigo? ¿Por qué la vida se empeña en hacerme ver qué está no era mi meta?
Amaba a Max, me he enamorado hasta los huesos de él y de su forma de ser, siento que nunca más podré amar de la forma en la que lo amo a él y es realmente triste, si muero él me olvidará en cuestión de semanas e irá tras ella para suplantarme.
El cáncer según los médicos estaban desapareciendo de mi sistema pero que no debía confiarme ya que en algún momento, no hoy ni mañana, pero en algún momento volverá y me llevará.
Elida aún cree que eso no pasará y que estaré bastantes años junto a ella pero lo cierto es que no creo que sea así, y que el día de mi muerte está cada vez más cerca.
El profesor se detiene en un pequeño podio que hay en todas las aulas dónde comienza hablar sobre los temas que vimos hoy como un repaso, de los cuadros que fueron sus preferidos y que personalmente quiere que permanezca en el aula como decoración. Todo iba demasiado bien cuando de pronto… la puerta del aula es abierta haciendo que todos chillen de la emoción al ver quién era, yo me sonrojé violentamente ocultando mi rostro con mis manos y bajando hasta esconderme bajo mi mesa.
¡¿Qué está haciendo acá?!
Máximo había entrado a mi aula, a mi universidad y ahora tenía a todos mis compañeros descontrolados, ya que al ser una figura pública muy conocida llamaba la atención de todos y de todas.
—¿Sienna? —. Indagó por mi paradero a mis compañeros.
—Bajo su mesa. —. Respondió la chica a mi costado, ¡Traidora!
Pude ver aún de bajo de la mesa como él se abre paso entre el tumulto de personas para venir a dónde yo me encuentro, se pone de cuclillas para verme mejor.
Al conectar su mirada con la mía sonrió.
—¿Qué haces escondida de mí? —. Susurró arqueando una de sus pobladas cejas.
—No lo hago. —. Susurré casi inaudible, es increíble como vuelve la timidez a mi cuando está él.
Él hizo un ruido con su garganta negando y agregó:
—Yo creo que sí lo haces mi amor. —. Mi cuerpo se estremeció al escucharlo llamarme de ese modo.— ¿Puedes salir un momento? Deseo hablar con mi novia.
Max estaba mal de la cabeza, de bien.
Luego de varios empujones al momento de salir de mi aula, de malas miradas que las chicas me daban cuando Max sujetaba mi mano, pudimos salir al campus universitario cuando ya la noche ha caído.
—¿Ahora puedes decirme que haces aquí? —. Me solté de él y me crucé de brazos para que no pueda tomar mis manos, quería tomar distancia aunque también lo extrañe.
—Sienna, lo que pasó con Sabrina no me importa ya y mucho menos me interesa saber que está enamorada de mi. Yo solo te quiero a ti, te quiero a ti como mi novia, odio tener esta distancia contigo. Me es insoportable vivir sabiendo que estás alejada de mi por algo que no creí importante. ¿Crees que estos días ha sido fácil para mí verte desde la distancia? Sienna, prefiero morir a una vida sin ti, a no tenerte conmigo. —. Reprimo mis ganas de llorar cuando su voz se corta a media palabras.— Por favor, Sienna, te pido que me des la oportunidad de ser el novio que mereces. Si te molesta que Sabrina sea mi amiga entonces la alejaré, todo con tal no te vayas de mi vida.
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Editado: 26.06.2024