✒ CAPÍTULO 6 PRIMERA VEZ
— ¿Viste cómo te miraba todo el mundo? ¡Es que no me la creo! Incluso Siomara se impresionó con tu belleza. — Suelto una gran carcajada ante la emoción de Donovan. Jamás lo había visto tan impresionado y feliz al mismo tiempo. Sus emociones contagian a cualquiera.
— Seguramente lo único que les impresiono fue lo hinchado de mis ojos. — Digo con sarcasmo.
Mientras lloraba, nunca recordé que los ojos se te hinchan como sapo cuando lloras por mucho tiempo.
— ¿Nunca has pensado en ser modelo? — Dejamos de reír cuando Donovan me mira serio. — Quiero decir, tienes toda la belleza de una diosa y el cuerpo ya es un extra. Te cuidas sin necesidad de hacer tantas dietas y esas cosas ridículas que muchas chicas hacen para verse bien. ¡Serías grande Ven!
— No. Yo paso con eso. — Niego con la cabeza.
Déjenme reír de nuevo. No me gusta ese mundo. Contratos, demandas y un montón de gente que solamente ve tu cuerpo y no lo que eres. ¡Bah!
— Creo que será mejor que entre ahora antes de que se te ocurra otra locura. — Me aferro a la mochila en mi hombro. — Te veré mañana ¿cierto?
— Por supuesto. — Le sonrío un poco. — Gracias por acompañarme a la audición Ven. Eres como mi amuleto de la buena suerte.
— Me alegro de haberte sido de ayuda Dov. Gracias por la cena. — Me levanto sobre las puntas de mis pies y lo abrazo. — Eres mi mejor amigo.
— Y tú la mía Ven. — Nos apartamos luego de que responde a mi abrazo. — Descansa. Buenas noches.
— Buenas noches Dov. — Me despido para luego encaminarme a mi habitación a paso rápido.
Donovan es una excelente compañía en los días difíciles. A pesar de ser como la mamá de los pollitos, saber hacerme reír por cualquier tontería. Es capaz de hacer que se te olviden tus problemas y también tus profundas tristezas. Donovan se merece lo mejor del mundo comenzando por ese comercial que Maximiliano de mala onda, le quitó. Hoy escuché sobre ello y me ardió el pecho de rabia solamente de pensar el hijo de... que fue Maximiliano al arrebatarle esa oportunidad a Donovan. Maximiliano abuso de su poder en la agencia para gritarle a todo el mundo que Dov, era el hijo de una amante. Lo llamo hijo ilegítimo y otras tantas tarugadas. Dov, sin medir las consecuencias, lo golpeó frente a todos y por obvias razones ya no aceptaron que adicionará.
— Pensé que Donovan te raptaría. — Me sobresalto al ver a Andrew en el marco de la puerta de mi habitación.
— No se supone que estarías aquí. — Inevitablemente le sonrío plantándome a su lado. — Lamento haber llegado tan tarde. Dov me invitó a cenar.
— Si. No debería estar aquí, pero, me diste tú única copia de llaves y decidí esperarte. No creo que quieras dormir en el pasillo ¿o sí? — Con su dedo índice pone en alto mi juego de llaves.
— Claro. No iba a quedarme afuera. — Digo con sarcasmo. — ¿Entramos?
— Oh claro. — Se corre a un lado para dejarme entrar a la habitación.
No es la gran cosa para ser Raven, lo que, si es que, se ve muy cómoda y al menos podré estar aquí hasta que pueda mantener mi trabajo como profesora. Esta lo bastante iluminada y es bastante amplia. Estaré bien aquí. Eso creo.
— Yo creo que necesitas algo mejor Venus. — Andrew me saca de mi ensoñación.
— Para nada Andrew. — Lo miro honesta. — Estaré bien aquí. El chiste es no quedarme en la calle de nuevo. Es acogedora. Gracias por traer mis cosas.
— No fue nada Venus. — Eleva una de las comisuras de sus labios en una sonrisa torcida. — Supongo que quieres descansar así que me iré. — Deja mis llaves entre mis manos. — Y, te veo mañana.
— Está bien. — Se inclina y besa mis labios de manera lenta haciéndome sonreír. — Buenas noches mi diosa. — Dice cuando ya se ha apartado de mí.
— Buenas noches pombéro. — Nos encaminamos a la salida y hace una reverencia hacia mí, antes de desaparecer en las sombras de los pasillos.
Cuando le dije a Andrew que me refería a no quedarme en la calle, era al tiempo en que Maximiliano era agresivo conmigo y no podía llegar a casa golpeada y muy herida. Nunca me quede en la calle, pero, fue complicado andar vagando de un lado a otro, buscando trabajo y lugares en donde pasar la noche. Cuando Afrodita se cruzó de nuevo en mi camino, ella y su familia -en especial sus hermanas y su madre- se volvieron un gran apoyo y me ayudaron a superar que mi mundo se derrumbara por culpa de un lilipendo.