When She Was Obsessed

SEXTO INTENTO

El cerdo de la fortuna.

La granja del Sr. Hilton es extremadamente grande. Llevamos caminando varios minutos cuesta abajo y aún no veo señales de que hayamos llegado al criadero de puercos. Las puntas de mis dedos están cubiertas de polvo y las plantas de mis sandalias llenas de barro pegajoso y hediondo del lugar. Todo está mal, realmente lo está, pero lo único que me mantiene de un humor espléndido es poder tener una vista perfecta del trasero de Loann.

Oh, sí.

Mientras él camina de la mano junto a su dulce cucarachita, yo puedo disfrutar de la vista de su bien formada espalda, su sensacional cabello y lo bien que le queda ese pantalón corto color beige. Podría tomarle una fotografía, pero ya saben no quiero lucir más desquiciada de lo que estoy por él.

Sonriente voy detrás de ellos como un león acechando a su presa. Me fijo en su comportamiento y en las características físicas que tienen cada uno de ellos. Sonrío con malicia al darme cuenta que Disney es más plana que la tabla que usa mi mamá para cortar cebolla.

No puedo evitar que una risa escape inadvertida de mis labios. Disney es la única que gira y me observa con ojos entornados. Ambas nos retamos con la mirada, hasta que ella decide hacer lo siguiente insoportable del día. Sin más lleva una mano hacia el bolsillo trasero de Loann y le da un pequeño apretujón. 

Juegas sucio, Disney.

Loann no se inmuta de su acción, lo que me dice que ellos están muy acostumbrados a ese tipo de cariñitos. No quiero que me afecte, así que quito la vista hacia cualquier otro punto y oculto mi pesadez tras una sonrisa socarrona y una agitada de cabello.

Soy Defne, no una idiota que marca su territorio de una manera tan tonta.

Cuando logro estabilizar mis ganas de abofetearla, observo un poco más analítica la situación. Nunca me había fijado demasiado en su comportamiento como pareja. Noto en Loann un tipo de novio frío y nada cariñoso. Es Disney quien en todo momento parece ser mantequilla en pan tostado junto a él. Me intriga, sí que lo hace, es decir mi chico frío parece ser tan duro y hosco como una piedra de diamante en bruto.  No puedo decir que eso no me agrada porque la verdad me fascina. Me enloquecen los chicos que parecen ser difíciles. Y Loann lo es.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? — Lesly, la chica pecosa de hace unos minutos, aparece en mi campo de visión. Sé que intenta retomar una conversación conmigo y me agrada. Es la única que no parece tenerle miedo a Cooper.

— Dale — digo, sin despegar la vista de la parejita.

— ¿No crees que se te nota demasiado?

— ¿Eh?  — empiezo a tomarle un poco de atención.

— A Cooper, digo, es lindo pero su actitud contigo apesta.

— Bueno, también podría preguntarte por qué odias tanto a Disney. Ella es todo ternura.

— Lili no es todo ternura, ya te lo dije.

Noto en Lesly un resentimiento claramente notorio y deseoso de expresarse de mil maneras. Me interesa, podría ser una pieza clave en mi camino hacia Loann.

— ¿Primas por parte de madre o padre? — indago.

— Su mamá es hermana de mi madre. Mamá ama a Lili porque... — extiende su mano hacia ella—. Solo mírala es delgada y hermosa. Además de inteligente y popular. Tiene un novio bello, amigos que la aman, se preocupa por los animales y para colmo ¡Es vegana! Dios, yo amo a los animales, pero no puedo vivir sin los chicharrones.

Wou, demasiada información.

— Eso es sincero de tu parte — la reconforto dándole toquecitos en el hombro —. Sin embargo, yo no creo que las características que mencionas hagan a Lilian mejor que tú.

Ella sube una ceja y luego me observa como si no creyera lo que acabo de decir.

— Eres Defne Prinsloo, según lo que hablan los chicos en los pasillos tú eres un bizcocho caliente.

Oh, maldita sea, ¿eso dicen de mí los de último año?

Concéntrate, hermosa.

— Bueno, bueno. Tú también lo eres— digo, y es cierto. Lesly es bella, solo le falta una ropa más acorde a sus curvas y un maquillaje que resalte sus ojos cafés. Yo podría ayudarla, pero hace mucho tiempo que dejé el trabajo comunitario. No sé si me atrevería a retomarlo.

— Soy genial a mi manera, ya se lo he dicho a mi madre — dice ella, un tanto pensativa. No quiero ser grosera, ya que ella está siendo amable conmigo al acompañarme en este duro trayecto. Además no es un zombi en el móvil como los otros integrantes de mi grupo y tampoco es como Loann y Disney, quiénes  son los únicos que mantienen una conversación con el señor Hilton.

Ñoños.

Por todo eso, la escucho.

— Es difícil, ¿sabes?

Oh, mierda me distraje en mis pensamientos.

— ¿Cómo se llama tu madre? — pregunto, solo para no hacer evidente que me perdí la mitad de la historia.

— Megan — responde—. Ella era igual de sensacional que tú en la Universidad. Quizás por eso me caes tan bien. Estoy acostumbrada a que la gente irradie esa luz sobre mí.




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