When She Was Obsessed

DÉCIMO SEGUNDO INTENTO

Té helado.

Mamá duerme en la camilla de la habitación mientras estoy a su lado. No me muevo de la silla que he colocado junto a su cama, solo tengo mi mano sobre la suya acariciándola delicadamente.

Todo empezó cuando esta mañana ella decidió encargarse de todos los pendientes en la editorial para ganar un poco de dinero extra. Dinero extra que necesitamos por el tema de mi padre. En fin, los trabajadores de almacenes ya se habían ido a sus casas cuando ella decidió bajar una enorme caja de madera con todos los manuscritos pendientes de analizar. La caja era demasiado pesada, la escalera hacia el último piso del andamio muy vieja y mamá muy frágil. Perdió el equilibrio y cayó quebrando su muñeca derecha con el peso de su cuerpo. Mamá está vendada y ahora descansa un poco debido a que también sufrió un golpe en la cabeza. Estaba desmayada cuando su compañera de trabajo, quien decidió regresar por unas llaves olvidadas, la vio tendida en el piso.

Me aterra el solo pensar que mi madre pudo estar tiempo sola ahí en el piso e inconsciente, sin nadie que pudiese ayudarla.

Una lágrima tibia se desliza desde mi mejilla hasta mi mentón e imagino a mi madre. Coloco mi cabeza muy cerca de su costado y cierro los ojos. No podría estar más sola en este mundo sin ella. Llevo un brazo cuidadosamente hacia su regazo y me quedo quieta. Sintiendo la protección que solo ella me puede dar y las lágrimas que ya son como una cascada sobre mi rostro. No gimoteo, no quiero despertarla y que se preocupe por mí. Solo me dedico a pensar en que es lo siguiente que haré ahora que ella no puede ejercer bien su trabajo.

Debo conseguir un trabajo, maldita sea.

Una voz desde la puerta de la habitación, me hace regresar a mi posición inicial. Veo a Loann en el umbral de la puerta.

Mis ojos se iluminan, si no estuviera tan triste por mi madre sonreiría como una tonta.

Sigue aquí, ha pasado una hora y él sigue aquí.

 —¿Puedo pasar?

Asiento con la cabeza.

Loann hace lo mismo, mantiene los brazos detrás de su espalda y camina lentamente hacia el otro extremo de la camilla. Lo observo tontamente por unos segundos mientras admiro lo lindo y tierno que se ve incómodo, es como derretir por un momento una de sus capas de hielo o derribar una parte del muro que hay entre los dos.

Admiro unos segundos como sus ojos azules vagan entre los rincones de la habitación, y cuando me doy cuenta de que es demasiada atención para él, aclaro la garganta y me coloco de pie.

 —Gracias por acompañarme —digo.

Por primera vez en estos escasos minutos su mirada cae en mí. No sonríe, pero si me regala un gesto amable. Esos que dicen "No hay de que" luego mira a mi madre y se queda pensativo hasta que se anima a hablar nuevamente.

 —¿Ella está bien?

 —Se fracturó la muñeca derecha, pero se recuperará pronto.

 —Olvida las fiestas de los viernes un par de semanas —comenta, en un tono en el que yo capto algo de reproche.

Mis ojos se achican al devolverle la mirada. No quiero discutir ahora, no cuando estábamos tan bien por unos cuantos segundos.

 —Haré más que eso —digo, regresando la vista hacia mi madre, Loann vuelve a mantener silencio y yo me animo a hablar para no sentir que esto se está convirtiendo en algo muy incómodo—. No tienes que quedarte.

Su respiración sube y baja mientras nuestras miradas se conectan.

 —Puedo esperar un poco —dice tomando asiento en uno de los muebles de la habitación.

Mi corazón estalla de felicidad y la esperanza vuelve a encenderse como una fogata en medio de mi corazón.

 — Mamá está bien —digo forzada—. Disney debe estar hecha una fiera.

 —¿Y tu padre?  —pregunta él, tomándome con la guardia baja.

 —Con su otra familia —respondo sincera.

De reojo trato de mirar su reacción, pero no parece inmutarse ni un poco.

—Perdón —lo escucho decir.

 —No te disculpes por algo que tú no has hecho.

 —No quise ser indiscreto —dice rápidamente.

Sé indiscreto conmigo, sé lo que quieras. mi amor.

 — No importa —digo seria, mirando hacia mamá.

 —Mi abuela es doctora, si deseas puedo conseguirte las radiografías gratis.

 — ¿Crees que no tengo dinero?

Loann ríe.

 — Trato de ser amable.

 —¿Con Defne Prinsloo la chica por la cual tu padre te sermoneaba?  —esta vez lo miro fijamente, pero mis ojos no encuentran los suyos.

 — Con mi compañera de taller — vuelve a mirarme.

Qué hermoso suena que él se refiera a mi como algo suyo, aunque solo sea " su compañera de taller".

Vamos avanzando.

Dos minutos después, vuelve a reinar el silencio incómodo. No obstante, a mí me agrada, digo, puede ser inquietante tener a Loann Cooper a escasos centímetros de mí y no preguntarle absolutamente nada de lo que siempre he querido saber, pero su cercanía me agrada tanto que empiezo a disfrutarla. El saber que está aquí pensando tal vez de una manera remota en mí y en mi madre, me gusta. Es como tenerlo para mí, aunque sea de manera momentánea.




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