When She Was Obsessed

VIGÉSIMO PRIMER INTENTO

Hace mucho tiempo que no me vestía para una cita

 

 

 

Hace mucho tiempo que no me vestía para una cita. Ni siquiera recuerdo la última vez que la tuve. Y, si escarbo mucho en mis recuerdos, solo encuentro el día anterior en que terminamos JC y yo. Creo que nunca me he puesto a pensar en eso, ni en nuestra relación en concreto. Y no sé cómo sentirme al respecto, pero siempre ha sido así. Mis novios anteriores nunca han dejado una huella pequeña ni profunda en mi alma, simplemente fueron personas con las que intenté un romance y no funcionó.

De repente, mientras me maquillo, me veo envuelta en sucesos del pasado y me encuentro con rostros que creí, había olvidado. Desde mi primer novio, al que terminé por un mensaje de Facebook, hasta JC a quien decidí terminarlo justo un día antes de cumplir un mes de horrible relación. Y si nunca expliqué el porqué de nuestra ruptura, pues la explicación está en que simplemente no llegó a ser lo que esperaba para un novio. Sin embargo, siendo un poco empática con él, y sintiéndome como me siento ahora por té helado, me topo con la idea de quizás solo quizás fui demasiado abrupta al decirle que no lo quería. Ahora, me pregunto si todo lo que hice en el pasado, es decir, ser una chica un tanto egoísta y fría me han llevado a tener este karma tan amargo.

Si es así pues...

Ya, déjame en paz, maldito.

Bajo las escaleras de casa con el móvil lleno de mensajes sucios de Larry y sus "consejos" de cómo comportarme en la primera cita, hasta llegar a la cocina en donde encuentro a mamá preparando panecillos de chocolate. El aroma es delicioso, tan delicioso que por un momento se asoma a mi mente la idea de cancelar a Stefan y quedarme en el sofá de sala junto a mamá, llorando por mi situación amorosa y viendo películas de comedia romántica. Pero, probablemente, mamá termine de odiar aún más de lo que odia a Loann, y no quiero eso. Quiero proteger su imagen un poco más. Ya saben lo que dicen, contarle a mamá los problemas amorosos, es también una manera de cerrar un ciclo.

Y yo no quiero cerrar el ciclo aún.

— ¿A dónde vas tan arreglada?

Miro mi atuendo de abajo hacia arriba. No me esmeré mucho, pero debo decir que, a pesar de eso, me veo fantástica. No hay nada que no pueda hacer unos jeans, unos botines negros y una camiseta holgada blanca. Todo sumado a un labial rojo, mi cabello rubio amarrado en una coleta y una chaqueta denim para el frío.

— Tengo una cita.

Mamá deja en la mesa los panecillos antes de mirarme con un gesto de asombro, que luego se va transformando en neta felicidad.

— Wou, ¿y quién es el afortunado de salir con mi hermosa hija?

Inclino mi peso sobre una pierna y acomodo un mechón suelto de mi cabello tras mi oreja.

— Su nombre es Stefan.

Mamá parece soltar un respiro de tranquilidad. Su sonrisa es aún más genuina que al inicio, no obstante, disimula muy bien su alivio mientras se prepara una taza de té.

— Es un lindo nombre, ¿dónde lo conociste?

— En la universidad. Es de otra facultad, es amigo de algunos chicos de mi grupo.

— ¿Y es guapo? — mamá me da una sonrisa pícara antes de beber un sorbo de té.

Recuesto mi cuerpo en la encimera y simulo jugar con uno de los vasos decorativos de mamá. No me gustan este tipo de interrogatorios, porque, debo ser sincera, no estoy ni un poco interesada en Stefan y esta cita. Así que mamá me cuestione acerca de ellos, me resulta tedioso, hartante y hasta un poco fastidioso.

— Bueno...

— Debe serlo, estoy segura de que sí.

Suspiro.

— Es lindo, no puedo decir que no.

— ¿Vendrá por ti?

— A las ocho — respondo, aliviada por el cambio de tema.

— Perfecto, empieza a caerme bien.

Sonrío.

Dejo de juguetear con vaso de la encimera y recuesto mi espalda en esta. Tomo un gran respiro y decido iniciar con una disculpa por lo ocurrido hace unos días.

— Siento lo de ese día. No quise ser entrometida — digo, en un tono bajo y bastante pasivo.

Mamá toma asiento en una de las sillas de la cocina. Parece un poco meditabunda al inicio, pero pronto vuelve a mostrarme la sonrisa amable que siempre tiene.

— No creo que seas entrometida, cariño. Solo... prefiero no hablar aún de ciertas cosas contigo. No son historias que guarde con cariño en mi cabeza, pero sí son tonterías de jovenzuelas. Algún día te contaré todas mis anécdotas universitarias.

— ¿Tuviste novios antes de papá?

— Claro que sí, me divertí mucho antes de conocer a tu padre — me guiña un ojo.

— Mamá — me quejo.

— Es la verdad, tuve muchas aventuras antes de enamorarme. No me arrepiento porque en su momento fueron cosas que me hicieron sentir demasiado bien.

— No puedo decir lo mismo de mi ex novios — comento.

Mamá me mira un tanto inquisitoria. Me preparo para un sermón largo.

— ¿Te gusta mucho ese muchacho? ¿verdad?

— ¿Stefan? — desvío.

Mamá me mira con gesto desaprobatorio.

— ¿Loann?

Ella siente.

— Que te puedo decir madre — miro hacia cualquier punto de la cocina, perdiéndome lentamente en el recuerdo de su rostro y sus labios sobre mi boca —. Loann es... algo que me enloquece.

— Yo creo que solo es calentura.

Abro los ojos de par en par.

Suelto una carcajada y ella también.

— Está bien, es demasiado atractivo, pero no es lo único que me gusta de él.

— ¿Qué es entonces?




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