When She Was Obsessed

VIGÉSIMO CUARTO INTENTO

Escojo una chaqueta de mi armario y salgo de mi habitación. Antes de bajar las escaleras, tomo un gran respiro. Estoy segura de que mamá pondrá una gran traba cuando le diga que debo salir de casa e ir a la de mi antiguo trabajo por temas de "emergencia". Ella no sabe que soy niñera de la hermana de Loann Cooper, y no es consciente de eso porque sé que no es partidaria de mis sentimientos hacia él. Así que preferí ocultárselo, así como muchas otras cosas que últimamente prefiero guardarme solo para mí.

No sé si estoy actuando con cordura, no sé si me arrepentiré de acercarme nuevamente hacia él, pero sí tengo muy en claro que no puedo negarme ante una petición tan dulce como fue la de Liana, más aún teniendo en cuenta que la pequeña está enferma. He sido muy poco comprometida y desagradecida con Annie Vega al irme de esa forma y sin avisar, pero me escudo en que su hijo es un idiota y no podía volver a verlo después de lo ocurrido.

Al bajar las escaleras y caminar hacia la sala, mamá me ve desde el sofá con un gesto realmente intrigado.

— ¿Vas a algún lugar?

Antes de responder acomodo mi bolso en mi hombro.

— La niña con la que trabajo está muy enferma, necesitan que vaya para apoyarlos.

Mamá frunce el ceño.

— Dijiste que habías decidido buscar otro trabajo.

Camino a paso lento hacia el sofá.

— Y así era, pero me necesitan — dejo caer mis hombros.

— No creo que tú puedas cumplir el papel de una enfermera, además, es muy tarde para que salgas sola de casa.

— Él... pasará a recogerme — explico.

Oh, no.

— ¿Él?

— El hermano mayor de la niña que cuido.

Mamá achica los ojos e inclina el rostro hacia un costado. Claramente nada tranquila con mi intento de calmar la conversación y darle una mayor seguridad.

— ¿Puedo conocerlo? — me pregunta, cambiando el tono de madre autoritaria al de una amiga emocionada por saber el rostro de tu cita.

Pero esto dista mucho de ser una cita.

— Mamá, solo es el hermano de Liana.

— Oh, qué lindo nombre — dice ella, seguido esto su sonrisa empieza a difuminarse lentamente. Como si el nombre le causara algún recuerdo.

— Es una niña muy tierna — comento, para cambiar la dirección de la conversación—. No es nada lindo irme sin despedirme de ella. Creo que merece al menos una explicación.

— Es extraño que hayas decidido irte, estabas muy contenta con el trabajo.

Me muerdo el labio inferior y dejo que el peso de mi cuerpo descanse en una pierna.

— Prefiero no comprometerme tanto a una responsabilidad. Cuidar de una niña no era una tarea fácil— chamullo.

Mamá vuelve la atención a su película, pero continúa la conversación conmigo.

— Los niños pequeños nunca han sido tu fuerte.

Río.

Es la verdad, jamás he tenido paciencia con los pequeños. De hecho, soy de las que se ha comportado aún más infantil que ellos en las peleas. Siempre he detestado cuando los niños optan por ser berrinchudos y decir que cualquier cosa de este mundo es suya. Es como si tuvieran una etapa de posesión extrema. Pero con Liana es diferente, ella es una pequeña mujer atrapada en el cuerpo de una niña. Es muy madura, pero tiene esa dulzura y candidez propia de sus seis años de edad. Y es mucho mejor amiga que el trío de arpías de Trina y sus compinches.

— Esta niña es especial.

Mamá dejar de mirar la Tv para darme un gesto pícaro.

— Creo que su hermano te gusta.

Revoleo los ojos.

— Su hermano, definitivamente, no me gusta — aclaro.

Me encanta.

Dios, no otra vez.

— Asegúrate de no regresar tarde, Defne.

Asiento repetidamente.

— Y... quiero que me llames en cuanto llegues.

Vuelvo a asentir. Soy como un perrito de cabeza móvil en el tablero de un auto.

— Te aseguro que lo cumpliré.

En cuanto termino de darle un beso en la mejilla a mamá, escuchamos los toques en la puerta. Me quedo muy quieta como por tres segundos, hasta que mamá decide romper el silencio.

— Creo que debes abrir.

— Oh, sí, casi... yo... ahora voy — digo, completamente nerviosa.

Hubiera sido mejor que él solo llamara a mi móvil para que pueda salir. Por qué siempre Loann Cooper me hace las cosas un poco más difíciles.

Antes de abrir la puerta, asimilo que él está en mi porche, parado y esperando a que yo salga. Si esto no es más parecido a lo que siempre soñé, que alguien me golpee y diga que no es la realidad. Puede que no sea la misma situación que siempre que quise, pero demonios, cómo se acelera mi corazón mientras giro la manija de la puerta.

Al abrir, descubro su imagen. Es Loann. Es él. Es té helado.

Nos miramos solo un momento, pero lo justo como para que pueda apreciar el atractivo de su rostro. Su cabello está un poco despeinado y sus labios están algo pálidos, lleva una sudadera blanca y pantalones deportivos. Todo de él me dice que no está pasando unos días muy increíbles, su rostro me dicta preocupación y cierto toque de desesperación. Sin embargo, nada de eso lo hace lucir mal, todo lo contrario, sigue viéndose igual de deseable que siempre.

— Hola — saluda, con la frialdad característica de siempre.

— Hola — respondo casi al unísono.

El aclara la garganta y mete las manos en los bolsillos de la sudadera.

— No has cambiado de opinión, ¿verdad?

— No, iré de todos modos — respondo, al mismo tiempo que atravieso el umbral de la puerta. Camino por su costado y llego hasta las escaleras del porche. Antes de pisar el primer escalón, escucho la voz de Loann y la de mamá.

La voz de mamá me alarma más.

— Perdón, no sabía que... — dice ella, mientras su mirada se queda fija en Loann. Su rostro se inclina hacia atrás cuando lo ve.

— Buenas noches, señora — saluda él—. Soy ...

— Peter — lo interrumpo—. Su nombre es Peter.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.