When She Was Obsessed

TRIGÉSIMO INTENTO

Tengo una conversación pendiente con Loann Cooper y no puedo hacer frente a ello. Después de que ayudé a Annie con el lavado de la vajilla, y como método que usé para hacer tiempo, me decido subir las escaleras hacia la habitación de té helado. En el camino, me planteo cada de una de las frases que él pueda utilizar en mi contra, e ideo cada una de las respuestas a ellas. Me topo con la cruda de que realidad de que, sean cual sean, suenan demasiado estúpidas como para cubrir que soy una acosadora de profesión. Porque, vamos, encontrarme hurgando en su diario puede tomarse como pura curiosidad, pero entrar a su habitación y revisar su cajón de calzoncillos es demasiado. Es demasiado loco y raro. Por lo tanto, soy rara. He pasado de ser la chica más popular y deseada, a convertirme en una niñita intensa y.... rara.

Intensa con letras mayúsculas.

En cada paso que doy me siento más nerviosa que en el anterior. Mi corazón está agitado y las manos me sudan. Las manos no me sudaban antes, no lo hicieron la primera vez que intenté tener sexo con JC y no pude. Ni siquiera en ese momento me sentí tan estúpidamente nerviosa como ahora. Y esto no tiene nada que ver con sexo, tiene que ver con una simple conversación. Pero una conversación con Loann Cooper. Ya puedo imaginarme su rostro irónico y burlón, y esos hermosos labios diciendo: Tú, mocosa, no eres más que una ridícula acosadora.

Ay.

Por un momento me planteo huir o simplemente rehusarme a tener esta absurda conversación con él, pero asumo que Loann está decidido a contarle todo a su madre y, aunque no es un delito, me moriría de vergüenza si ella llega a enterarse de que estoy vuelta loca por su hijo. Además, pese a que llevo poco tiempo, me he acostumbrado a los Cooper. Me gusta el tipo de familia que han formado y me agrada lo bien que me siento estando aquí.

Cuando estoy a dos pasos de la puerta de Loann Cooper, tomo un gran respiro. El necesario por si pierdo la respiración en cuanto vea su rostro enfurecido. Tampoco estoy dispuesta a dejarme dominar por la culpa, eso está claro, pero no puedo cubrir lo evidente. He sido pillada.

Un paso adelante y lo suficientemente cerca de la manija, me preparo para tocar, pero noto que la puerta está abierta. Asumo que debo llamar antes de entrar, pero al decidir hablar la voz fuerte de Loann hace que me sobresalte.

— Pasa — dice él, con un tono de voz indescifrable.

Trago saliva. Mierda, estoy nerviosa. Estoy hecha una gelatina humana, pero no puedo dejarme dominar por mis emociones ahora. Debo ser fuerte, debo idear excusas tontas como siempre. No quiero que Loann Cooper sepa que estoy enamorada de él porque revisé sus calzoncillos. Sería absurdo, me niego a que mi historia impactante termine de esta manera.

Lo primero que veo, es que, sentado en su escritorio, al parecer escribiendo algo en ese misterioso diario, y lo segundo es su atractivo rostro en dirección hacia la mía. Sus ojos azules me analizan y sus labios se mantienen formado una línea recta. Mentiría si no dijera, que veo detrás de esa seriedad un ápice de burla.

Mierda, esto es peor de lo que pensaba.

— Bien, si quieres, puedes tomar asiento — sugiere, señalando su cama.

Su cama podría ser una buena opción dentro de mis fogosas alucinaciones, pero no ahora.

— No, gracias. Estoy bien aquí — digo, aún muy cerca del umbral de la puerta.

Loann se coloca de pie y camina hacia mí, por un momento siento que me voy a desplomar, pero la tensión pasa cuando lo vea pasar de mí y dirigirse hacia la puerta. Sin embargo, esa tensión se intensifica cuando lo veo cerrar esta.

Como dije, es peor de lo que me imaginaba.

Loann vuelve a estar frente a mí, pero esta vez de pie y solo a unos pasos.

— No voy a cuestionarte por qué hurgaste nuevamente en mi habitación, porque es estúpido discutir acerca del tipo de calzoncillos que me obsequió mi ex — ex se oye bien, pero sé que lo demás no será así—. Así que empezaré por la gran pregunta de siempre: ¿Qué pretendes?

— No pretendo nada — respondo de inmediato.

— Hurgas mis cosas y hurgas mi habitación. Toda esta mierda infantil, Defne, está desesperándome. Podrías simplemente venir aquí y pasar tiempo con mi hermana, pero no, realmente quieres fastidiarme. Y ahora, además de eso, estás interesada en cosas de mi pasado. Hoy hablo contigo, pero se lo diré a mi madre también.

Mi labio inferior tiembla, pero no me amilano.

— Tu madre está preocupada por ti.

— No creo que tú seas la solución.

Mis labios se fruncen.

— No lo soy, pero sirve para que ella se desahogue. Ella dice que...

— Ella dice que — me imita—. No puede ser cierto — se desespera— ¿qué más te ha contado ella antes de que yo llegue? — me pregunta con un tono exigente.

— Nada, tú la has interrumpido.

— Mientes.

— No miento. Ella solo dijo que estaba preocupada por ti, que siempre actúas como si estuvieras amargado con todo el mundo. Ella quiere ayudarte y no sabe cómo, tú no confías en ella.

Loann me mira serio por uno segundos, lo suficiente para entender que he tocado un parte medio sensible de él, así que continúo hablando.

— Tu madre intenta que tú seas feliz y cree que las soluciones que le estás dando no son las correctas.

No quiero mencionar a Lilian, así que la omito de nuestra conversación.

— ¿Te habló de mi pasado?

— No — digo, con pesar. Porque me hubiera encantado descubrir qué es lo que ocurrió para que Loann sea tan pero tan poco amigable con todos en general. En especial conmigo.

Él asiente un par de veces y luego se desploma boca arriba sobre su cama. Su cuerpo es tan alargado y atlético, me cuesta un poco no poder quitar la vista de la parte de abdomen al descubierto que ha dejado su camiseta levantada. Sin embargo, recupero la compostura en cuanto él vuelve a hablar.




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