Loann me entrega con amabilidad unas sábanas y cubre mi cuerpo, mientras yo, completamente en shock por todo lo sucedido, trato de asimilar al menos una de las muchas palabras que ha dicho esta noche.
Qué mierda significa eso del sol, por ejemplo.
Cuando él está casi completamente vestido y yo sigo en mi lugar, solo cubriendo mis senos con la tela, parpadeando y con los labios semiabiertos, decido decir lo primero que se me viene a la mente.
— ¿Quieres decir que... crees que voy a hacerte daño?
Loan vuelve a suspirar, sus suspiros lejos de parecerme lindos como antes, ahora me estresan y me hacen sentir mucho más estúpida.
— No.
— Acabo de decirte que me gustas.
Loann hace un gesto tan extraño, que no puedo si quiera describirlo. Es como si no estuviera conforme con la idea de que alguien lo quiera.
— Y yo acabo de decirte que no puedo confiar en ti.
Me asqueo.
— Entonces, ibas a tener sexo conmigo y luego a decirme: Gracias, pero no puedo estar contigo, pareces ser una mala persona.
Loann vuelve a suspirar.
— ¡Deja de suspirar! ¡Maldita sea!
Busco con la mirada mi ropa interior y no la encuentro. Mierda, ¿dónde está?
Me inclino hacia un lado de la cama para buscar si ha caído en el piso, pero no la encuentro. Cuando vuelvo a mi posición, encuentro a Loann, avergonzado y con una mano sosteniendo mi brasier y mi ropa interior. La tomo de mala gana.
— No maldigas — me susurra.
— ¡Al diablo con esa mierda! ¡Estoy harta!
Pero debo admitir que mi furia va cargada de una enorme y aplastante vergüenza.
— Bien — dice, sentándose al borde la cama y de espaldas hacia mí —. Te daré privacidad para que puedas cambiarte.
Frunzo el ceño y muerdo mis mejillas. Su amabilidad apesta, apesta tanto como esta bochornosa situación. Todo estaba perfecto, sí, pero ahora todo también está arruinado. No lo puedo descifrar y eso empieza a desesperarme. Tanto como la sensación de dolor que tengo por haberle confesado todo, no debí hacerlo. Ahora estoy expuesta. Expuesta en todos los sentidos, porque sigo sin poder encontrar el resto de mi ropa.
— Aquí está — dice extendiendo una mano, sin dejar de estar de espaldas y entregándome mi camiseta.
Igual que lo anterior, se la arrancho sin decir un solo gracias. Estoy furiosa, maldita sea. No puedo evitarlo.
Me la coloco, y hago lo mismo con mis pantalones que gracias a Dios encuentro al pie de la cama. Al estar lista, bajo de la cama por mi lado, y camino alrededor de estar buscando mis zapatillas. De reojo, veo a Loann continuar en su misma posición, completamente ensimismado en los pensamientos que sigo y seguiré desconociendo por mucho tiempo. A los pocos minutos, estoy completamente vestida. Mi enojo ha bajado un poco, pero no lo suficiente. Aún quiero que Loann desaparezca ahora. Pero, lamentablemente, estoy en su habitación así que la que tiene que desaparecer soy yo.
Quisiera esperar uno minutos más, solo para darle la oportunidad de decir algo. Algo que me haga sentir mejor, o que me haga quedarme, pero no puedo. Continúo mi camino hacia la puerta, tomo la manija y me decido a salir, en ese poco tiempo la furia vuelve a aparecer.
— Defne — lo escucho decir, pero no lo suficientemente fuerte y con la intención que yo necesito.
Exhalo y sin mirarlo, digo:
— Cállate.
Cierro la puerta de un tirón y continúo mi paso hacia las escaleras.
***
Viernes.
Viernes por la tarde y varios días después de lo sucedido, he tomado la decisión de dar un paso adelante con algunas cosas. Necesito a mi mejor amigo ahora mismo, así que lo he llamado para citarlo en el café cerca de la casa de los Cooper. El café de mi reciente y nuevo amigo Theo, quien esta tarde está demasiado atareado por la cantidad de clientes que hay el día de hoy. Solo he podido saludarlo a lo lejos, y al hacerlo se le ha caído un poco de café en el piso, así que me mantengo callada en mi lugar para no provocarle más incidentes.
Mientras espero a Larry, le echo una ojeada a mis redes sociales. Tengo pocos, pero nuevos seguidores en Instagram, le atribuyo la poca a actividad a que últimamente he dejado todo de lado, incluyendo mi vida social. Para darle un poco más de vida a mi desolada cuenta, me saco un selfie bebiendo mi taza de café y la subo a mi feed. Estoy a punto de dejar el móvil en la mesa, cuando la tonta curiosidad me vuelve a obligar a tomar el teléfono. Entro a la cuenta de Loann.
Reviso sus viejas y últimas fotografías, pero no encuentro ninguna actualizada. No puedo evitar que eso me haga sentir un poco mejor. Que Disney maneje sus cuentas está de locos, pero también me dice entre ellos hay una conexión rara y tan fuerte, que hasta ahora no he podido igualar. Hay confianza entre los dos, y mucha, eso está claro, pero también existe algo extraño. No es normal que tu novia maneje a su antojo tu vida social y privada. Y que Disney sea tan estúpidamente controladora con Loann, me hace sentir decepcionada. Siempre creí que Loann tenía más carácter que eso, pero, también me hace sentir mucho más atraída a él de otras maneras. Quisiera poder ayudarlo, aunque él no quiera.
— Hola, Defy — escucho decir a Larry, toma asiento al frente de mí y me sonríe.
Sonrío, para demostrarle que las cosas se han apaciguado.
— Hola, Larry, ¿cómo has estado?
— Bien, y lo sabes. Te he visto todos los días en la universidad.
Río y él me acompaña.
— Por Dios, qué estúpida soy, bueno... ¿qué tal te ha ido?
Inclina la cabeza a un costado.
— Uhmm, han pasado muchas cosas.
— ¿Malas? ¿En dos semanas?
— Dos semanas es suficiente para que el mundo colapse.
— Dímelo a mí — susurro.
— Cooper, Loann Cooper — dice, con pesadez.
Asiento, porque a Larry no puedo mentirle.
— ¿Qué fotografía subió él ahora? — pregunta, inocente.