— No es necesario que te vayas — insisto por milésima vez.
— Sí lo es — responde Stefan.
—Claro que no.
— Es su casa.
Recuesto mi cuerpo en el marco de la puerta y suspiro. En verdad no quiero que él se vaya.
Stefan baja paso a paso las escaleras del porche y, antes, de que pueda llegar a su auto decido decirle algo.
— No olvides que aún está pendiente el trabajo que mencionaste.
Él gira tan pronto escucha mi voz. Puedo ver su rostro amable y gentil nuevamente.
No hemos hablado del beso de hace unos minutos, y le agradezco por ello. Es la primera vez que me siento un poco avergonzada por este tipo de situaciones. Un beso siempre ha sido lo más natural para mí cuando alguien me interesaba, pero no creo que Stefan pueda compararse a mis exs. Creo que él si tiene sentimientos y un cerebro, y eso genial.
— No lo olvidaré, estoy más interesado que tú — sonríe.
— ¿Nos vemos luego? — pregunto.
— Eso ni siquiera debería existir como pregunta.
Sonrío.
Cerrar la puerta principal de los Cooper se convierte en pocos segundos en algo muy significativo para mí. Uno, porque en serio no quería que Stefan se marche; y dos, porque claramente no puedo entender la mierda que hay en el cerebro de Loann Cooper. No soy una persona manipulable, debería saberlo. Y, a pesar de que Dios él me encanta, no quiero convertirme en almohada que él pueda morder cuando tenga furia y abrazar cuando esté cansado.
¡Okay!
— ¡No tengo de que hablar contigo! ¡Me oyes! — giro, aprieto los ojos y grito. Todo al mismo tiempo.
En cuanto abro los ojos, Loann ya no está en el balcón del segundo piso. Él, su estúpida arrogancia y su bello rostro, se han ido. ¡Se han ido nuevamente!
Muy decidida a hablar con él, subo las escaleras hacia su habitación. Cuando llego, encuentro la puerta de estar completamente cerrada. Me acerco para tomar la manija, le doy un par de vueltas, pero está con seguro. Mis manos se convierten en puños, puños que se quedan suspendidos en el aire, muy decididos a tocar la madera con todas mis fuerzas. Sin embargo, no lo hago, solo exhalo y trato de recobrar la compostura. Mis hombros caen y retrocedo un par de pasos. Me quedo en la misma posición mientras analizo los hechos ocurridos. No es difícil comprender que hay un poco de celos en la actitud de Loann. Pero los celos no son siempre una señal de amor. He estado tan concentrada en llamar su atención, en demostrarle que soy mucho más que una cara bonita, que tal vez esto se debe más a un ego herido, que a un corazón lastimado. Loann no parece tener corazón, o si lo tiene, está dañado. Aún no sé el porqué, pero creo que ya no me interesa mucho saberlo. Después de todo, los intentos están funcionando.
Están funcionando para amarme más.
***
" Creo que regresaremos más tarde de lo planeado".
El mensaje llega a mí y me hace desplomarme en el sofá de la sala. La señora Vega diciendo que llegará más tarde de lo planeado me genera jaqueca. Liana está dormida y yo estoy sola en la sala aburrida, viendo películas y comiendo palomitas de maíz. No es algo que me fastidie hacer un sábado por la noche, pero creo que a mi madre no le hará mucha gracia. Eso es realmente lo que me preocupa.
Tomo mi móvil y decido marcar el número de Dani. Dani es una buena opción para persuadir a mi madre. No creo que ella escuche otra voz que no sea la de ella en estos momentos, sin la necesidad de gritar como desquiciada. Mi madre últimamente ha cambiado drásticamente, antes había un lazo fuerte de confianza entre nosotras, pero últimamente eso ya no existe.
— ¿Defne?
— ¡Dani! Necesito tu ayuda.
— Tu madre espera que regreses en media hora.
— Sobre eso — alargo la frase lo más que pueda—. Tardaré unas horas.
— Nena, te entiendo, pero...
— Ayúdame, necesito que le digas que es trabajo. En verdad lo es.
— ¿Estás con Loann?
— Sí, pero, él está en su habitación, yo solo cuido de su hermanita... Oh, recordaste su nombre.
— Es un lindo nombre.
Me vuelvo a desplomar en el sofá, miro hacia al techo y suspiro.
— Es un increíble nombre — me pierdo en su recuerdo por unos instantes. Hay silencio en la otra línea y lo agradezco. No quiero verme ridícula.
— ¿Tía?
— Eh, nena, sí te ayudaré.
— ¡Te quiero!
— Intenta no meterte en problemas.
Achico los ojos.
— Esa no es tu filosofía. Pensé que ibas a decirme que use protección — carcajeo, pero ella no me acompaña.
— Solo inténtalo — vuelve a decir.
— Dale — digo, resignada —. Y gracias otra vez. Te debo una, Dani.
Cuelga.
Dejo el móvil en la mesa de centro y doblo mis manos sobre mi pecho. Trato de cerrar los ojos un momento y descansar. No me apetece dormir con Liana porque sé que su cama es tentadora y podría quedarme hasta la mañana siguiente, así que prefiero esperar a los Cooper en la sala y estar lista para cuando ellos regresen.
Pestañeo un par de veces y luego mantengo los ojos cerrados. Empiezo a sentir mi cuerpo adormecido y listo para quedarse en reposo, pero unos ruidos en la cocina me alarman. Son pasos. Me levanto de un tirón y camino hacia el pasillo que lleva a la cocina. Veo la luz de esta encendida y me acerco un poco más. Claramente estoy asustada, pero no voy a dejar que eso baje mis defensas. En cuanto estoy en el marco de la puerta, veo una espalda, claramente muy conocida, hurgar en el refrigeradora, sacar vasos de la despensa y luego colocarlos en la alacena. Solo es Loann sirviéndose un poco de yogurt de durazno.
Doy un paso fuera, pero su voz me detiene.
— ¿Asustada?
— No — me apoyo en el umbral de la puerta con los brazos cruzados. Me gusta la vista que tengo, debo admitir. Pantalones deportivos, una camiseta holgada blanca y pantuflas. Es como ver una parte de él que nunca me había imaginado.