When She Was Obsessed

TRIGESIMO OCTAVO INTENTO

— ¿En qué piensas?

Me desplomo sobre la cama de Liana, boca arriba y con las manos extendidas encima de mi cabeza. Suspiro. No lo sé, estoy feliz.

— En que la vida es muy bonita.

Siento el pequeño peso de Liana a mi costado, ha saltado como un coneja hacia su cama.

— Yo siempre creo que la vida es bonita.

Sonrío. La miro con gesto de ternura.

— Siempre recuerda tener esa actitud toda la vida — me incorporo para tomar asiento al borde la cama. Liana se ha quitado los zapatos y da vueltas alrededor de su cama.

— Me gusta jugar con Lily, ver películas contigo y tengo una nueva amiga en el colegio — me cuenta.

— Eso es increíble — le hago saber.

Por dentro siento mi pecho apretarse. Es muy nostálgico recordar las cosas simples que hacían tu vida perfecta cuando tenías seis años.

— Pero no puedo jugar tanto como quisiera.

— Puedes — le digo, esta vez giro para verla dando pequeños saltitos sobre su cama.

— No puedo, no puedo lastimarme. Mamá se pondría triste, papá también y Loann se molestaría con todos.

— ¿Por qué se molestaría?

— Porque siempre dice que debo ser una niña obediente. No debo correr muy rápido o me lastimaría. Loann dice que debo ser cuidadosa.

Dejo de mirarla, esta vez me quedo pensativa. Nunca nadie ha querido decirme lo que padece Liana. Sé que no puedo ser algo muy terrible, yo la veo muy sana, pero existe un secreto. Quisiera averiguarlo, pero no sería muy ético preguntárselo a ella. Es tan sola una niña, y puede que ni siquiera ella misma lo sepa. No quiero meter la pata, no cuando las cosas me están saliendo tan bien.

Palmeo el espacio a mi costado.

— Ven aquí, conejita saltarina — le pido.

Liana viene gateando hacia mí. Es una niña muy activa, no ha sido fácil lidiar con ella, pero tengo la suerte de que le caigo muy bien. Creo que me quiere, y yo a ella. Nunca me he llevado tan bien con los niños, pero con ella sí.

— Creo que tu familia te ama mucho y solo quiere protegerte.

Ella cruza los brazos sobre su pecho.

De repente, empiezo a familiarizarme con la frase. Mi madre también quiere protegerme, muy en el fondo lo sé. Sin embargo, no encuentro correcta la forma en la que actúa. No creo que pueda entender cómo me siento cuando solo está pateándome el culo constantemente.

Centro mi atención en Liana, también parece ensimismada en algún recuerdo. Me preocupa, hace un momento estaba feliz, además es extraño ver a una niña tener cambios radicales de humor.

Aunque puede ser genético. El hermano es un ejemplo.

— Pero yo quisiera ir a esos circuitos extra divertidos que hay cerca de la escuela — sus ojos se agrandan repentinamente—. ¡Han abierto un lugar increíble!

Sonrío.

— Mercy ha ido con sus hermanos — dice con un toque de tristeza—. Todos han ido, menos yo.

Toco su cabello.

— Mamá no quiere llevarme — sus brazos cruzados se aprietan más a su pecho—. Se lo he pedido a Loann y tampoco quiere llevarme. Todos son malos.

— Hey, yo no soy mala — le reprocho.

— Entonces, ¿podrías ayudarme a convencerlos? — hala de mi brazo.

Paso saliva. No debería abrir la boca en momentos como este.

— Bueno... ¿qué dices si vamos por una brocheta? — trato de persuadirla.

— Por favor, Defne. Solo iría una vez, por favor, ¿sí? — hala de mi brazo otra vez, sus pestañas se baten sin cesar y tiene los labios extendidos.

Oh, genial.

— Haré lo que pueda — digo, por compromiso.

— ¡Sí! Habla con Loann. Si lo convences, hemos ganado.

Ah, rayos. Como si fuera fácil convencer a ese hombre de algo.

— Es lo más difícil, Liana. No te prometo nada, linda. Tu hermano es muy cabezota.

— Pero tú le gustas, te hará caso.

Mi corazón salta.

— ¿Cómo lo sabes?

— Porque un niño en mi escuela molestaba mucho a Mercy, ella decía que le caía super mal, y después... — ella hace un gesto de incredulidad— ¡Le dijo que era una niña linda y si quería ser su novia!

Me indigno.

¿Qué clase de escuela es esa?

— Son muy niños aún — le recuerdo.

— Sí, qué asco, yo le dije a Mercy que eso sería muy desagradable. Ella dijo lo mismo, pero yo creo que sí le agrada en realidad. Siempre lo invita a jugar con nosotras, es muy incómodo, pero como Mercy es mi mejor amiga lo soporto. Eso del amor no me gusta. Antes que un novio prefiero a Lily. Lily es mejor que Thomás, además a ella no se le caen los mocos como a él.

Río.

La abrazo y beso su cabeza. Adoro a esta niña.

— Creo que le gustas a mi hermano — finaliza.

No sé qué decir. Estoy un poco ruborizada.

— ¿A ti te gusta mi hermano?

Niego con la cabeza.

— En serio, vamos por una brocheta — digo nerviosa.

Liana sonríe y da un salto fuera de su cama. Se coloca las zapatillas mientras yo intento retomar la seguridad de una chica de diecinueve años frente a una niña de seis.

Espero a que termine y cuando lo hace, toma mi mano y caminamos hacia la puerta. Antes de salir ella vuelve a halar mi brazo para llamar mi atención.

— ¿Qué ocurre? Ya casi no habrá dulce de leche — le advierto.

— Defne, quiero decirte algo que te hará cambiar de opinión.

La miro con gesto interrogante ante su extraña seriedad.

— ¿Qué ocurre?

— A mi hermano no se le caen los mocos.

****

Una hora después, Liana hace la tarea en la pequeña mesa de la cocina. Los señores Vega no están en casa, y casi nunca lo están. Entiendo perfectamente por qué necesitaban una niñera. Trabajan la mayor parte del día y, las pocas horas que pasan en casa, se dedican enteramente a tratar de pasar tiempo con sus hijos. Eso es bueno, mi padre también trabajaba siempre, sin embargo, a diferencia del señor Landon, papá solo dedicaba sus horas libres a su portátil.




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