Nicole despertó sin apuro.
El sol entraba por la ventana con una luz tibia, como si supiera que ese día no era cualquiera.
Era el último del año.
Se sentó en la cama, se estiró con suavidad y abrazó a Conejín antes de bajar las escaleras en pijama.
En la cocina, su madre ya estaba sirviendo el desayuno.
—Buenos días, dormilona —dijo con una sonrisa.
—Buenos días, mami —respondió Nicole, frotándose los ojos.
—El desayuno está listo.
Nicole se sentó y empezó a comer.
Pan con mantequilla, jugo de naranja, y ese silencio cómodo que solo existe entre madre e hija.
Su madre la miró con curiosidad.
—¿Y con quién vas a pasar el conteo esta noche?
Nicole se detuvo.
—Quería ir con Alex… pero no puedo dejarte sola.
Su madre se conmovió.
—Eso es muy lindo, mi amor.
Pero ya pasamos doce años juntas.
Tal vez este año… podés hacer algo nuevo.
Nicole la miró.
Se levantó y la abrazó fuerte.
—Gracias por entender.
Después fregó su plato, subió a su cuarto y empezó a buscar ropa.
📱 El grupo de amigas
Mientras revisaba el armario, su celular vibró.
Era el grupo de WhatsApp: Las Reinas del Drama.
Hengely:
Hoy es mi segunda cita con Carlos 😍
Michelle:
¡Yo también tengo cita! Camilo me invitó a ver los fuegos 🎆
Nicole sonrió.
Nicole:
¡Qué emoción! Las dos tienen cita en Nochevieja 🥺💖
Pero al enviar el mensaje…
algo se le apretó en el pecho.
Alex no le había escrito.
Ni siquiera un “buenos días”.
📞 La llamada
Nicole salió al balcón.
El cielo estaba claro.
El viento le movía el cabello.
Marcó el número de Alex.
Él respondió con voz suave:
—Hola, mi amor.
Nicole no saludó.
Solo dijo, con tono firme:
—Alex Nicolás Collado…
—¿Te acordaste de mí hoy?
Alex se rió bajito.
—Claro que sí.
Solo que… aún no sé dónde llevarte.
Nicole se quedó en silencio.
—¿Aún no sabés?
—Es que no lo pensé bien. Pero te tengo en mente, ¿eh?
Nicole bajó la mirada.
—Entonces pensaste en mí después.
Alex notó el cambio en su voz.
—Ey… no es eso. Solo que…
Nicole no lo dejó terminar.
—Ya entendí.
—Feliz año, Alex.
Colgó.
Entró al chat privado.
Y lo bloqueó.
Nicole se quedó en el sillón de su cuarto, con las piernas cruzadas y el celular entre las manos.
Jugaba un jueguito de deslizar frutas.
No estaba feliz.
Pero tampoco triste.
Solo… en pausa.
Conejín estaba a su lado, como siempre.
El ventilador giraba lento.
Y el cielo, allá afuera, empezaba a teñirse de dorado.
Entonces escuchó la voz de su madre desde abajo:
—Nicole… Alex vino a verte.
Nicole no respondió.
No se movió.
Solo bajó el volumen del juego y dejó el celular a un lado.
Unos segundos después, la puerta se abrió con cuidado.
Alex entró despacio.
Con la chaqueta gris, el cabello algo despeinado, y esa mirada que decía “vine porque no podía no venir”.
Nicole lo miró sin levantarse.
—¿Solo cuando te bloqueo te acordás de que existo?
Alex cerró la puerta con suavidad.
—No digas eso…
—No me olvidé de vos.
Solo… me costó organizarme. Pero tengo algo para los dos.
Nicole lo miró de reojo.
—¿Qué cosa?
—Quiero ver el inicio del año con vos.
Y pensé que podríamos ir a la playa.
Nicole se quedó en silencio.
El enojo no se fue de golpe.
Pero empezó a aflojarse.
—¿A la playa?
—Sí. A ver los fuegos desde la arena.
A caminar descalzos.
A empezar el año… con vos.
Nicole bajó la mirada.
Jugó con el borde de su manga.
—Me sentí sola, ¿sabés?
—Cuando vi que no me escribiste…
sentí que no pensaste en mí.
Alex se acercó.
Se agachó frente a ella.
Y la abrazó.
—Siempre estás en mi mente, Nicole.
Aunque a veces no lo diga bien.
Ella apoyó la frente en su hombro.
Cerró los ojos.
Y dejó que el enojo se disolviera en ese abrazo.
🩱 Preparándose
Un rato después, Nicole se levantó.
—Me voy a poner algo casual para ir a la playa.
Y para bañarme… llevo un traje de baño por piezas.
Alex se sonrojó apenas.
—Está bien —dijo, mirando a otro lado.
Nicole se rió bajito.
—Tranquilo. No es provocador.
Solo cómodo.
Entró al baño.
Se duchó con agua tibia.
Se secó el cabello con una toalla suave.
Y se puso un pantalón corto de mezclilla, una blusa blanca con tirantes, y sandalias.
El traje de baño lo guardó en el bolso, junto con una toalla pequeña y un suéter por si hacía frío.
Cuando terminó, abrió la puerta del cuarto.
—Ya podés entrar.
Alex la miró.
Y sonrió.
—Te ves linda.
Nicole bajó la mirada, sonrojada.
—Gracias.
—Yo tengo mi ropa en casa —dijo él—. ¿Me acompañás a buscarla?
Nicole asintió.
—Claro. Pero vos manejás.
—Obvio —respondió él, sacando las llaves del bolsillo—.
Aunque si querés, te dejo elegir la música.
—Entonces sí voy —dijo ella, sonriendo.
Salieron de la casa de Nicole.
El cielo ya empezaba a teñirse de naranja.
Las calles estaban tranquilas, como si el mundo se estuviera preparando para el conteo.
Caminaron sin apuro.
Nicole llevaba su bolso colgado al hombro, con el traje de baño guardado y Conejín asomando un poco por la cremallera.
Alex iba a su lado, con las manos en los bolsillos y el corazón latiendo más rápido de lo normal.
—¿Estás nervioso? —preguntó Nicole, sin mirarlo.
—Un poco.
No por la playa… sino por vos.