El domingo amaneció tranquilo, con la casa casi en silencio después de la noche de películas, pizza y un juego que había dejado más preguntas que respuestas. Apenas estaba terminando de desayunar con Nick cuando el timbre sonó.
—Yo abro —dijo él, levantándose con esa sonrisa misteriosa que me ponía nerviosa.
Me quedé en la mesa, curiosa, hasta que escuché su voz gritar desde la puerta:
—¡Mira nada más quién vino a salvarnos del aburrimiento!
Me levanté y lo vi.
Tyler.
El mismo Tyler que había sido mi compañero de travesuras desde que tenía memoria, el que me enseñó a andar en bicicleta y me acompañó en mis primeras competencias cuando apenas sabía mantenerme en pie sobre el hielo. Estaba ahí, parado en la puerta, con esa sonrisa fácil que siempre lograba sacarme otra.
—¡Vi! —exclamó, abrazándome sin esperar permiso.
—Tyler… —reí, devolviéndole el abrazo—. ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas de viaje.
—Regresé anoche. Y no podía irme sin venir a ver a mis Blackwell favoritos. —le guiñó un ojo a Nick, que levantó los brazos como si hubiera ganado la lotería.
—Sabía que este fin de semana no podía estar completo sin ti, hermano.
Yo reí, pero entonces noté la mirada de Logan, que estaba sentado en el sofá desde antes de que tocara el timbre. No había dicho una sola palabra, pero sus ojos azules se habían oscurecido apenas vio a Tyler abrazarme.
Nick no tardó en notar el silencio.
—Ah, cierto, se me olvidaba. Tyler, él es Logan. Capitán del equipo y… ya sabes, uno más de la familia.
—Encantado —dijo Tyler, tendiéndole la mano.
Logan la aceptó, aunque su sonrisa no llegó a sus ojos.
—Lo mismo digo.
Por dentro, sentí un nudo en el estómago. Esa tensión no podía ser buena.
---Tyler dejó su mochila en el suelo como si la casa fuera suya de toda la vida —y de alguna manera lo era— y nos miró con entusiasmo.
—Oigan, ya que estamos todos reunidos, ¿qué les parece si salimos un rato? Hace días que no paso tiempo con ustedes, y prometo que será divertido.
Nick levantó la mano de inmediato.
—Yo voto que sí. Si me quedo otro segundo aquí, seguro mi hermana me obligará a limpiar su cuarto.
—¡Oye! —protesté, lanzándole una servilleta.
Tyler rió, como siempre, haciéndome sentir cómoda y ligera, como si nada pudiera salir mal.
—Entonces está decidido. Podríamos ir al centro, comer helado y después pasar por el lago. El clima está perfecto.
—Suena bien —respondí, sonriendo sin darme cuenta.
Pero apenas lo dije, noté de reojo la expresión de Logan. No parecía tan entusiasmado. Sus labios estaban curvados en una sonrisa educada, pero su mandíbula estaba tensa.
—¿Qué opinas, Logan? —preguntó Tyler directamente, como si estuviera retándolo.
Logan lo sostuvo con la mirada por unos segundos que parecieron eternos.
—Claro, vamos. Mientras Violet se cuide el tobillo, no tengo problema.
Sentí que la temperatura de la sala había bajado unos grados. Entre ambos había algo invisible, pero tan evidente que hasta Nick lo notó.
—Bueno, pues, ¡decidido! —intervino mi hermano, intentando cortar la tensión—. Tenemos una cita con un helado gigante y después con el lago.
Tyler me miró otra vez, y yo respondí con una sonrisa nerviosa. Mientras tanto, Logan apartó la vista, pero sus ojos todavía parecían decir algo que no se atrevía a pronunciar en voz alta.
El centro estaba lleno de luces y gente caminando con bolsas de compras. Aún era temprano, pero el aire tenía ese aroma dulce de las panaderías que nunca fallaba en tentarme.
—¡Primero lo primero! —dijo Nick, arrastrándonos hasta la heladería más grande del lugar—. Quiero un helado más grande que mi cabeza.
—Eso no es muy difícil —respondí entre risas, y Logan soltó una pequeña carcajada que hizo que Nick me sacara la lengua.
Terminamos comprando conos enormes. Tyler escogió uno de vainilla con chispas de chocolate, Logan pidió de café y yo de fresa. Nick, fiel a su estilo, pidió el que tenía más toppings posibles.
—Eso no es un helado, es un accidente en proceso —dijo Logan, observando cómo a Nick ya se le escurría el chocolate por la mano.
—¡Es arte! —respondió mi hermano, mientras intentaba lamerse la muñeca. Yo no pude evitar reír, y Tyler también.
Cuando nos sentamos en una banca, Tyler me miró con una sonrisa cómplice.
—¿Recuerdas cuando tratamos de hacer helado casero y terminamos cubiertos de leche y azúcar?
—¡Oh, sí! —me llevé una mano a la cara—. Creo que el piso de la cocina nunca volvió a ser el mismo.
Ambos reímos al recordarlo, pero cuando giré la cabeza, vi a Logan observándonos en silencio, con los ojos clavados en Tyler.
—Suena… divertido —dijo finalmente, aunque su tono sonaba más seco de lo normal.
Después de pasear un rato por las tiendas, fuimos al lago. El agua reflejaba el atardecer y el aire fresco me hizo cerrar los ojos un momento. Era uno de esos lugares que siempre me daban paz.
—Apuesto a que no puedes lanzar una piedra más lejos que yo —me retó Nick, recogiendo una del suelo.
—Por favor, Nick. Con mi tobillo lesionado sigo siendo mejor que tú.
Me agaché para tomar una piedra, pero Logan enseguida se inclinó junto a mí.
—Ten cuidado, Violet. No deberías forzar la pierna.
Su voz fue tan baja que solo yo lo escuché. Me enderecé y, por alguna razón, mi corazón se aceleró.
—No pasa nada —murmuré.
Tyler apareció a mi otro lado y me dio un pequeño empujón amistoso.
—Déjala, Logan. Ella siempre fue la campeona de las piedras planas. ¿Te acuerdas, Vi?
—¡Claro! —respondí sonriendo—. Tú nunca lograste que rebotaran más de dos veces.
Tyler rió y lanzó una piedra que apenas tocó el agua antes de hundirse. Yo no pude evitar reírme más fuerte.
Logan, en cambio, guardó silencio. Su mirada iba del lago a Tyler, y luego a mí, como si estuviera midiendo cada movimiento, cada palabra.
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mafia +18, drama y giros inesperados, sueños y secretos y un amor de película
Editado: 04.10.2025