Whispers in the Ice

Capitulo 6

A la mañana siguiente, los rayos de sol habían comenzado a colarse por la ventana de mi habitación. Me desperté y fui a darme una ducha con agua fría para terminar de despejarme. Salí del baño y me dirigí al armario: tomé un top negro y un pantalón deportivo gris holgado, junto con una sudadera roja y mis tenis. Nada elegante, pero suficiente para sobrevivir el día sin que mi tobillo se resintiera demasiado.

Me cepillé el cabello y lo dejé suelto. Desde pequeña nunca me gustó peinarme demasiado, solo lo hacía en competencias, y ni siquiera siempre; me gustaba ver las ondas naturales de mi cabello.

Bajé a la cocina y me encontré con los chicos desayunando.

—¿Lista para ir al zoológico que llaman escuela? —preguntó Nick con su sonrisa burlona.
—La verdad, no. No por las clases, sino por las preguntas que me harán sobre mi lesión.
—Tranquila, si alguien dice algo, les demostraré que no solo soy bueno en el hockey, sino también rompiendo caras.
—No seas dramático, Nick —intervino Logan.
—Lo bueno es que uno de ustedes sí piensa.
—Podemos usar los palos de hockey también, no solo las manos —añadió Logan, y me arrepentí de haber abierto la boca.
—¿En serio apoyas al maniático de mi hermano?
—Es nuestro código de equipo: si alguien está en una pelea, los demás lo respaldan. Así que, si yo planeo golpear a alguien, el equipo me respalda.

Rodé los ojos y terminé mi jugo sin responder.

Después del desayuno salimos de la casa. Nick ya tenía su auto reparado, así que me fui con él.

—La entrenadora quiere hablar conmigo hoy —le dije mientras avanzábamos por la calle.
—Vi, no importa lo que te diga. Lo importante es tu tobillo, así que despreocúpate. Pase lo que pase, cuentas conmigo.
—Lo sé… es solo que no quiero que me saque de la competencia.
—Aquí lo importante eres tú, no la competencia.
—Gracias, Nick.
—No me des las gracias, solo estoy tomando mi papel de hermano mayor.

El resto del trayecto lo pasamos escuchando música hasta que llegamos a la escuela. Apenas bajamos del auto, Logan se adelantó.

—Dame la mochila. El doctor dijo que no podías cargar mucho peso —me dijo, arrebatándome la mochila antes de que pudiera protestar.
—No hace falta, puedo cargarla yo sola…
—Ya lo hice. Yo la llevo hasta tu salón.

Nick le lanzó una mirada cómplice.
—Cuídala, y si alguien dice algo, me lo dices.
—No te preocupes —respondió Logan—, yo puedo resolverlo.
—Lo sé, pero no quiero dejarte toda la diversión.

Suspiré.
—¿Saben que puedo cuidarme sola, no?
—Sí, pero como te lo dije antes, estoy tomando mi papel de hermano mayor —dijo Nick antes de irse.
—Y yo el de cuidar a quien me importa —añadió Logan en voz baja, provocando que mi corazón se acelerara.

Me guió por los pasillos hasta mi salón. Sentía la mirada de todos encima, escuchaba comentarios al pasar, pero me hice la fuerte.

—A la hora del almuerzo vengo por ti, ¿ok? —dijo Logan.
—Está bien, pero no hace falta… puedo ir yo sola.
—No fue una pregunta, Vi.

Sin darme oportunidad de responder, dejó la mochila sobre mi escritorio y se marchó. Me quedé mirando la puerta cerrarse, con el corazón acelerado.

Las clases pasaron lentas, llenas de miradas curiosas y preguntas sobre mi lesión. No entendía cómo todos sabían lo que había pasado.

Cuando sonó la campana del almuerzo, Logan estaba esperándome fuera del salón, como lo prometió.

—Vámonos, tu hermano ya apartó la mesa.

El murmullo de la gente al vernos caminar juntos por los pasillos se volvió insoportable, pero él no pareció notarlo.

—Te dije que no era necesario.
—Y yo te dije que vendría. Así que andando.

Llegamos a la cafetería. Nick estaba sentado con otros dos chicos del equipo.

—Creí que solo seríamos nosotros tres —murmuré.
—¿Te incomoda? Si quieres, los echo.
—No, no es eso. Es solo que… no soy muy sociable.
—Son buenos chicos, te van a caer bien.

Nos acercamos y Nick sonrió.
—Chicos, ella es Violet, mi hermana. Vi, ellos son Dylan —dijo, señalando a un pelinegro de ojos vivaces— y William.
—Me puedes decir Will —respondió el rubio con una sonrisa.
—Y a mí como prefieras, Violet —añadió Dylan, guiñándome un ojo.
—Mucho gusto, chicos. A mí me pueden decir Vi.

Nos sentamos y comenzamos a comer, aunque algunos comentarios de otros estudiantes al pasar me hacían repetir mentalmente mi nombre como si fuera un escudo.

De pronto, Ethan, mi compañero de historia, apareció frente a la mesa.
—Violet, qué bueno que te encuentro. Quería saber si quieres estudiar juntos para el examen.

—No puede, está ocupada —dijeron Nick y Logan al unísono.
—Ellos tienen razón, Ethan. Tengo que hablar con mi entrenadora después de clases.

—Ya la oíste —añadió Logan, entre dientes, con la mandíbula tensa. Ethan retrocedió y se marchó casi corriendo.

—¿Qué les pasa? ¿Por qué le hablaron así? —les pregunté, confundida.
—Por la forma en que te miró —respondió Logan sin apartar los ojos de su comida.
—Sí, me dio desconfianza —secundó Nick.

Suspiré, pero no insistí más. Terminamos de comer y cada uno volvió a sus clases.

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Después de la última hora, fui directo a la oficina de la entrenadora. Me recibió con los brazos cruzados.

—Violet, ya sabes lo que voy a decirte. Estás fuera de las rutinas hasta que tu tobillo esté completamente recuperado.

Mi estómago se hundió.
—¿Fuera… totalmente?
—Por ahora, sí. Sé que la competencia es importante, pero tu salud lo es más. Si fuerzas la lesión, podrías perder más que una temporada.

No supe qué responder. Solo asentí y salí con un nudo en la garganta.

Al final del día, nos encontramos en el estacionamiento. Nick cargaba su equipo de hockey.

Les conté lo que pasó en la oficina de la entrenador y ambos me abrazaron haciendo que me sintiera mejor.




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