Whispers in the Ice

Capitulo 8

Capítulo 8

Logan

—¿Por qué crees que no eres nadie? —le pregunté, sin poder evitarlo.

Pero Violet no me dio respuesta. Solo repitió con calma, aunque sus ojos delataban lo que callaba:

—Como te lo dije, solo somos amigos. Así que no hay razón para que les digas algo a tus ex.

Antes de que pudiera detenerla, se alejó hacia donde estaba Nick. Apreté los puños, conteniendo las ganas de gritarle que dejara de esconderse detrás de esa palabra. Amigos.

La seguí, porque aunque dijera lo contrario, no soportaba verla lejos de mí.

—Vi, ¿te unes? —preguntó Will, con esa sonrisa traviesa.

—Claro —respondió ella sin dudar.

Me senté a su lado, aunque ella prefirió colocarse junto a Will. Yo me ubiqué al otro lado, observándola de reojo. No podía dejar de notar cómo la miraban los demás, y mucho menos cómo ella sonreía tímida cada vez que alguien la incluía en el juego.

La botella giró, risas estallaban, retos absurdos se cumplían… hasta que se detuvo apuntando hacia ella.

—Verdad o reto, Vi —dijo Dylan, con una sonrisa pícara.

—Verdad —contestó, mordiéndose el labio.

—¿Quién te gusta de aquí? —soltó Dylan, y todos comenzaron a silbar y reír.

Ella se quedó en silencio, nerviosa. Mis ojos se encontraron con los suyos, y por un segundo juré que iba a decir mi nombre. Pero enseguida miró hacia abajo.

—Nadie —respondió rápido.

Las risas continuaron, pero yo sentí un nudo en el estómago. Nadie. Otra vez escondiéndose. Otra vez negando lo que ambos sabíamos.

Cuando la botella volvió a girar, esta vez cayó en mí.

—Verdad o reto, Logan —preguntó Nick, con una ceja arqueada.

—Reto.

—Besa a la persona que más te guste en este círculo.

El murmullo fue inmediato. Todos miraban, algunos expectantes, otros riéndose. Yo no lo dudé ni un segundo. Mis ojos fueron directo a ella.

Violet abrió los suyos con sorpresa, y supe que estaba a punto de levantarse o de decir algo que me hiriera más que cualquier golpe en el hielo. Pero antes de que hablara, me incliné hacia ella.

—Lo siento, Vi —susurré, solo para que ella lo escuchara. Y la besé.

No fue un beso largo, ni tampoco suave. Fue real, cargado de todo lo que había estado callando. Ella no reaccionó al principio, pero tampoco me apartó.

El grupo estalló en gritos y aplausos, algunos silbando, otros vitoreando como si hubieran esperado este momento desde siempre.

—¡Ya era hora! —gritó Dylan entre risas.

Yo apenas los escuchaba. Todo mi mundo estaba en el temblor de los labios de Violet contra los míos.

Cuando me separé, sus mejillas estaban encendidas, y sus ojos verdes me buscaban como si hubieran perdido el rumbo.

Nick nos miraba, serio, hasta que rompió en una carcajada y levantó las manos.

—¡Sabía que pasaría! —exclamó—. Siempre lo supe, y ustedes dos lo negaban. ¡Mírenlos, parecen sacados de una novela!

Todos rieron, y esa tensión que me había helado la espalda desapareció de golpe.

Violet, todavía ruborizada, intentó excusarse:

—Nick, yo…

—Tranquila, hermanita —dijo él, abrazándola con una sonrisa—. Si él te hace daño, me las verá conmigo. Pero si no… pues, creo que por fin tengo razón en algo.

Las risas no se hicieron esperar, y aunque ella le dio un manotazo en el hombro, yo pude ver cómo se mordía el labio para ocultar una sonrisa.

Volvimos al círculo, pero para mí el juego ya no existía. El único reto que me importaba era ella.

---

De regreso a la casa, el auto iba lleno de ruido y carcajadas. Nick y Dylan no dejaban de bromear sobre el beso, Will aseguraba que ya le debía dinero a alguien por haber apostado que pasaría, y Violet solo negaba con la cabeza, aunque el color en sus mejillas la delataba.

Yo manejaba en silencio, con una sonrisa que no podía borrar. De vez en cuando, la miraba por el retrovisor. Ella fingía observar la ventana, pero sus dedos jugaban nerviosos con la manga de mi chaqueta, la misma que todavía llevaba puesta.

Cuando llegamos, Nick y Dylan entraron primero, aún discutiendo sobre quién había ganado más retos.

Violet y yo nos quedamos unos segundos en la puerta. El silencio volvió, esa calma que solo existía cuando nos quedábamos solos.

Ella bajó la mirada, y yo supe que si no decía algo en ese momento, me arrepentiría.

—Vi —murmuré, acercándome un poco—. Pase lo que pase… quiero que sepas que no pienso dejar que esto sea un error.

Sus ojos verdes se alzaron hacia mí, brillando bajo la tenue luz del pasillo. Y con una pequeña sonrisa que me desarmó por completo, respondió:

—No lo es, Logan.

No necesité nada más. Me incliné y la besé de nuevo, más corto esta vez, pero lleno de esa promesa silenciosa que ninguno de los dos se atrevía aún a poner en palabras.

De pronto, la voz de Nick resonó desde arriba:

—¡Violet, Logan, dejen de hacer cosas raras y suban ya!

Ella soltó una carcajada y yo rodé los ojos, aunque en el fondo agradecí esa interrupción; porque si seguía besándola ahí, frente a la puerta, no estaba seguro de poder detenerme.

Subimos juntos, y antes de entrar cada uno a su habitación, ella me susurró al oído:

—Buenas noches ...

Me quedé quieto, mirándola desaparecer tras la puerta, con una sonrisa tonta en el rostro. Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, dormí con la certeza de que lo que sentíamos ya no podía esconderse más.

Subi a mi habitación y me quedé recostado en mi cama, con la luz apagada y la cabeza hecha un caos. Nunca había confirmado una relación. Nunca. Era más fácil dejar que las cosas se apagaran solas antes de admitir que alguien me importaba.
Pero con Violet no podía huir. Ella no era como las demás.

El problema era que ya no se trataba de un juego. Y aunque lo intentara, no sabía cómo demostrarle que con ella quería algo real.

Violet
No podía dormir. Cerraba los ojos y lo único que veía era el momento en que Logan me besó. Todavía podía sentir el calor de sus labios, la forma en que su mano rozó la mía como si quisiera decirme algo que no se atrevió a poner en palabras.




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