Whispers in the Ice

Capitulo 9

Al otro día decidí ir a la pista de hielo donde me puse a aclarar mis ideas y pensamientos sobre Logan. En todo lo que sucedió anoche no he dejado de dar vueltas al asunto. Me puse mis patines e hice ademán de entrar a la pista cuando alguien habló a mis espaldas.

—Creí haber sido clara con las indicaciones, Blackwell, y el doctor también fue muy claro —dijo mi entrenadora.

—Lo sé, pero también me dijo que podía patinar un poco para recuperar el movimiento poco a poco. Sé que tiene poco tiempo que me lesioné, pero también necesito esto.

—Supongo que no vienes solo a patinar para recuperarte, ¿verdad? —me observó fijamente, buscando lo que me había traído a la pista.

—Así es. Necesito aclarar algunas cosas, y el hielo es mi lugar seguro… también es terapia para mí.

—Muy bien, entonces a patinar.

Respiré hondo, acomodé los brazos y me lancé al centro. No era una práctica oficial ni un programa pulido, solo una necesidad. El hielo se convirtió en mi lienzo y mis movimientos, aunque torpes por la rigidez de la pierna, en un intento de liberar lo que me estaba consumiendo.
Un desliz suave, girando sobre un pie, los brazos extendidos como si pudiera alcanzar algo que se me escapaba. El aire frío me quemaba los pulmones, pero a la vez me mantenía despierta.
Probé un giro sencillo, lento, dejando que mi falda se abriera un poco con el movimiento. No buscaba perfección, buscaba sentir que todavía era yo.
En mi cabeza sonaba una música que nadie más podía escuchar, una melodía hecha de recuerdos y de preguntas sin respuestas. Avancé hacia la mitad de la pista y, con cuidado, marqué un salto corto. El aterrizaje fue inseguro, la pierna me reclamó de inmediato, pero no caí.

—Vamos, Vi… todavía puedes —me animé en voz baja.

Logan
Estaba en la pista de hockey, en pleno entrenamiento, pero mi mente no estaba ahí: estaba en Violet.

—¡Concéntrate, Morgan! —gritó el entrenador—. Te necesito centrado, el próximo fin de semana es el partido.

Sacudí la cabeza, como si eso pudiera borrar lo que sentía.

—Lo sé, entrenador. Una disculpa.

Pero mi concentración no volvió, y él lo notó enseguida.

—Es todo por hoy. Váyanse a sus casas… o a donde quieran —ordenó, dando por terminada la práctica.

Salimos del hielo y fui directo a los vestidores. Me cambié rápido, todavía pensando en ella. Apenas salí, Nick apareció a mi lado.

—¿Ya hablaste con mi hermana sobre lo de anoche? —preguntó con tono serio.

Negué con la cabeza.

—No. Pero planeo hacerlo ahora.

Nick me miró fijamente, sin sus bromas habituales.

—Estás enamorado de ella. Lo sé. Y te juro que eres mi mejor amigo, Logan. He estado de chismoso y de pesado, pero si es verdad, prométeme que no la vas a lastimar.

No dudé ni un segundo.

—Sí, estoy enamorado de ella. Y nunca haría algo que la lastimara.

Él respiró hondo y asintió.

—No lo digo solo por ella, lo digo por ti también. No me gustaría que alguno de los dos acabe con el corazón roto.

—No te preocupes, hermano.

Salimos juntos de la pista. Apenas me subí al auto, saqué el celular y le envié un mensaje a Violet, pidiéndole verla. Para mi sorpresa, aceptó. Así que arranqué de inmediato hacia la cafetería donde la cité.

Llegué antes que ella, como siempre. No podía evitarlo: la ansiedad me empujaba a llegar temprano, a revisar el lugar, a elegir una mesa apartada como si eso pudiera darle paz. Mis manos jugueteaban con la taza de café ya frío cuando la vi entrar.
Su cabello caía sobre los hombros, los ojos cansados pero firmes, como si hubiera librado una batalla con ella misma antes de decidir venir.

Se acercó despacio y, cuando se sentó frente a mí, todo el ruido de la cafetería se volvió un murmullo lejano.

—Hola —dijo, apenas audible.

—Hola, Vi —respondí, sin poder evitar sonreír.

Hubo un segundo de silencio. Podría haber hablado del partido, del entrenamiento, de cualquier cosa banal. Pero no vine por eso.

—Quería verte porque… no quiero que lo de anoche se quede en el aire —dije, apoyando los codos en la mesa—. Lo que siento por ti no es un impulso ni un error. No pienso esconderlo, Vi.

Ella bajó la mirada, girando la taza entre sus manos. Un mechón rebelde cayó sobre su rostro, y tuve que contenerme para no apartarlo yo mismo.

—Logan… —susurró, y su voz se quebró un poco—. Todo es tan complicado.

—Lo sé —respondí, inclinándome hacia ella—. Pero no me importa lo complicado, me importas tú. Y si tengo que pelear con el mundo entero para estar contigo, lo haré.

Finalmente levantó la mirada. Había algo en sus ojos, entre miedo y esperanza, que me atravesó por completo.

Entonces estiré mi mano sobre la mesa. Ella dudó apenas un segundo antes de entrelazar sus dedos con los míos.

En ese gesto sencillo, más que en cualquier palabra, entendí que la pelea valía la pena.

La cafetería seguía llena, los vasos chocaban, alguien reía fuerte en la barra. Pero para mí, solo existía ella, justo ahí, sujetando mi mano como si supiera que yo nunca la iba a soltar.

No quise soltar su mano. La apreté con firmeza, como si en ese pequeño gesto pudiera decirle todo lo que llevaba guardado.

—Vi… —empecé, tragando saliva—. Yo no quiero que esto se quede en un momento bonito o en un recuerdo de cafetería. No quiero que dudes de lo que siento.

Ella ladeó la cabeza, expectante, como si temiera lo que vendría después.

—Estoy enamorado de ti —continué, sin apartar mis ojos de los suyos—. Y no me basta con ser solo tu amigo, ni el chico que está a tu lado de vez en cuando. Quiero estar contigo de verdad.

Violet abrió los labios, sorprendida, pero no dijo nada. Así que solté el aire de golpe y me lancé:

—Vi… ¿quieres ser mi novia?

El tiempo pareció congelarse. Vi cómo sus mejillas se encendían, cómo sus dedos temblaban un poco sobre los míos. Por un instante pensé que iba a decir que no, que era demasiado pronto, que Nick, que el equipo, que todo…




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