Al terminar las clases, busqué a Nick y a Violet y los encontré discutiendo en el estacionamiento, así que me acerqué a ellos.
—¿Qué pasa? ¿Por qué están enojados? —pregunté, acercándome con cautela.
—Pues que Violet se quiere ir sola a la casa porque no me quiere esperar a que acabe el entrenamiento —me dijo Nick con un suspiro.
—No es que no quiera, es que tengo mucha tarea, Nick, y sé que no me vas a ayudar —le respondió Violet, intentando mantener la calma.
—Dile que es peligroso que se vaya sola, Logan.
—Cariño, tu hermano tiene razón. Ven con nosotros al entrenamiento y después yo te ayudo a hacer la tarea, ¿qué te parece? A mí no me dejaron nada —le dije, sin darle tiempo a discutir.
Antes de que pudiera reaccionar, la tomé en brazos. Sus piernas se enredaron alrededor de mi cintura y sus brazos fueron directo a mi cuello.
—¡¿Qué haces, Logan?! ¿Estás loco? —exclamó, aunque su voz tenía un dejo divertido.
—Solo por ti —respondí con una sonrisa.
—Ay, qué bonito momento de pareja —intervino Nick con su tono burlón—.
—¿Querías que no se fuera? Pues así no lo hará —dije, acomodando a Vi con cuidado en mis brazos.
Al llegar a la pista de entrenamiento, las miradas de los chicos del equipo se clavaron en nosotros. Hubo un momento de sorpresa, y luego estalló un coro de vítores y aplausos:
—¡Esooo! ¡Vimos lo que pasó en el estacionamiento! —gritó uno.
—¡Bien jugado, Logan! —añadió otro.
—¡Qué romántico, hermano! —se escuchó entre risas.
La tensión desapareció en un instante; el ambiente se llenó de risas y ánimo mientras nos dirigíamos hacia el centro de la pista. Ni siquiera Nick podía dejar de reírse, y Vi parecía a medio camino entre la vergüenza y la diversión.
—¿Listos para entrenar? —les pregunté al equipo, mientras acomodaba a Violet para que estuviera cómoda.
—¡Sí! —respondieron al unísono, contagiados por la energía que había irrumpido junto con nosotros.
Coloqué a Violet con cuidado en el asiento de la banca, asegurándome de que estuviera cómoda antes de dirigirme al centro de la pista. Sus ojos me seguían con atención mientras me acercaba a mis compañeros del equipo, y pude notar la mezcla de curiosidad y admiración en sus miradas.
—Bien, equipo, escuchen —dije, dejando atrás cualquier tensión que pudiera sentir—. Hoy nos enfocamos en pases rápidos, coordinación y resistencia. Necesitamos estar al cien para el próximo partido.
Nick rodó los ojos con su típica sonrisa pícara, pero respetó mi instrucción. Los demás asentían, concentrados, listos para seguir la dirección.
Arranqué con un calentamiento intenso, y la pista pronto se llenó del sonido de los patines cortando el hielo, los gritos de instrucciones y el choque de los palos. Cada vez que daba indicaciones, veía cómo el equipo respondía: movimientos precisos, pases exactos, velocidad controlada. Ser capaz de liderarlos mientras sentía la mirada de Violet sobre mí me daba una mezcla de orgullo y nerviosismo.
—¡Nick, más rápido en ese pase! —grité, viendo cómo mi hermano hacía un intento demasiado relajado.
—¡Sí, jefe! —respondió él, con una sonrisa que solo lograba que me divirtiera aún más.
Pude notar cómo Violet admiraba cada movimiento, cómo sus ojos brillaban cuando veía los giros, las maniobras y los tiros al arco. Era como si estuviera viendo una versión de mí que solo mostraba a los que realmente conocía.
—Vamos, chicos, un último esfuerzo —les dije—. Quiero que cada pase sea perfecto, cada tiro con precisión. ¡Hagan que cuente!
La energía de la pista se intensificó, y sentí cómo el liderazgo fluía de manera natural. Cada indicación, cada corrección, no era solo para ganar el juego, sino para mostrarles que confiaba en ellos y que podían confiar en mí.
Al finalizar, los vítores no se hicieron esperar. Nick incluso aplaudió exageradamente, y los demás chocaban palmas entre sí mientras yo me acercaba nuevamente a Violet.
—¿Viste eso? —le pregunté en voz baja, con una sonrisa—. Todo por ti… y por ellos, claro.
Ella me devolvió una sonrisa tímida, pero llena de orgullo, y sentí cómo todo el esfuerzo había valido la pena. Verla ahí, observándome, me hizo darme cuenta de que no solo estaba liderando a un equipo; estaba mostrando una parte de mí que quería que ella conociera y apreciara.
Al terminar de entrenar, yo y los chicos fuimos a los vestidores a ducharnos y cambiarnos. Al regresar, fui directo a Violet y la besé. No fue un beso tierno; fue uno profundo y posesivo, ya que quería dejar en claro que ella es mía.
Salimos tomados de la mano con Nick siguiéndonos. Aún era temprano; subimos a mi auto y fuimos a casa de ellos. Al llegar, Nick bajó primero; luego Violet y yo entramos a la casa, e inmediatamente Violet subió a su habitación para hacer su tarea.
—Voy a pedir pizza. Tú adelante, ayúdala; ahora subo yo —me dijo Nick.
—La vas a ayudar.
—Después de todo, fue mi idea que se quedara a ver el entrenamiento, y aunque no lo creas, se va a sumar.
Sin responderle, subí a la habitación de Violet, que ya estaba sentada en su escritorio con el portátil abierto y cuadernos al lado. Me acerqué a ella y le di un beso en el cuello.
—Si así me piensas ayudar, mejor no lo hagas —me dice con una sonrisa.
—Solo era motivación, cariño¿En qué te ayudo?
—Mm, con lo de matemáticas.
—De acuerdo.
—No sé ni por qué estudio contaduría si lo que quiero es patinar o pintar —me dice quejándose—. ¿Qué hará papá cuando se entere?
—Cariño, tu papá lo sabe; él paga la mensualidad —le digo, y ella voltea a verme con los ojos abiertos como platos.
—Olvidé que estabas aquí.
—¿Pensaste que estabas sola?
—Es que ya sabes que hablo sola —me responde con una risita nerviosa.
Después de un rato, Nick entró con las cajas de pizza en las manos.
—Traje la comida y refrescos para poder aguantar la jornada de estudios. Y antes de que preguntes, pedí tu pizza con piña, Violet.
—Gracias, Nick —respondió ella con una sonrisa cansada, mientras se acomodaba el cabello detrás de la oreja.
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Editado: 04.10.2025