Violet
Al terminar de comer, nos dirigimos al estacionamiento donde estaban las camionetas y el auto de papá junto con sus hombres de seguridad.Mientras caminaba, mi mente no dejaba de dar vueltas. Quería saber por qué Iker me estaba evitando, por qué se mostraba tan distante cuando antes todo era distinto. El nudo en mi pecho se hacía cada vez más pesado. Recordé, sin querer, aquella vez en que me cargó cuando me torcí el tobillo en la oficina de papá; me miró sonriendo y me dijo “no te preocupes, Vi, yo te cuido”. Era ese Iker el que buscaba, no este desconocido.
De pronto se me ocurrió una idea.
—Pa que tal si vamos al centro comercial y ¿me puedo ir con Iker en la camioneta? —le pregunté con una sonrisa inocente, intentando que sonara como un simple capricho.
Papá me observó con esa mirada que todo lo descubre, como si intentara leerme los pensamientos. Al final, giró la cabeza hacia Iker.
—Cuídala bien, Iker —le dijo con voz firme.
—Siempre, señor —respondió él en el mismo tono.
Papá subió a su auto, y Luck y Marco lo siguieron también. Iker me abrió la puerta de atrás de la camioneta, pero como obedecer no es precisamente una de mis virtudes, rodeé el vehículo y abrí la puerta del copiloto.
Él me miró con resignación, como si supiera que discutir conmigo era inútil, y sin decir nada se subió del otro lado. Encendió el motor y comenzó a conducir, siguiendo de cerca el auto de papá.
Dentro de la camioneta el aire era espeso. El zumbido del motor, los claxons lejanos, y nuestro silencio parecían un único sonido. Respiré hondo.
—…Iker, ¿te puedo preguntar algo? —dije, con la voz más suave de lo que esperaba.
Vi cómo tragó saliva antes de responder.
—Sí, dime.
—¿Te hice algo? Si fue así… discúlpame. No quise hacer nada que te… —iba a continuar, pero me interrumpió.
—No, Vi, no hiciste nada —dijo con una voz fría que me heló por dentro—. Es solo que ambos crecimos, y ya no es lo mismo, ¿ok? Ahora mi trabajo es cuidarte, no ser tu amigo. Así que solo me comportaré como tu guardaespaldas y nada más. No te preocupes por mí ni por lo que haga. Simplemente cumplo con mi trabajo.
Sentí como si mi corazón se detuviera en ese instante. Las palabras se clavaron como agujas, y mis ojos se llenaron de lágrimas. Una escapó sin permiso, resbalando por mi mejilla. La limpié rápido con el dorso de mi mano, como si así pudiera borrar también lo que sentía.
—Entiendo… —fue lo único que logré decir. Recosté mi cabeza en la ventana, cerré los ojos y tragué el nudo que me quemaba la garganta.
—Iba a decir algo más—. Violet, yo… —su voz sonó distinta, casi quebrada.
—Entiendo que es tu trabajo, no te preocupes. Me mantendré al margen yo también —le interrumpí, con la voz lo más firme que pude, aunque mis ojos siguieran cerrados.
—Nena, por…
—No quiero hablar, Iker. Solo cállate, ¿sí? —dije, conteniendo todo lo que en realidad quería gritarle.
El silencio se adueñó del interior de la camioneta. Afuera, la ciudad pasaba veloz, pero dentro… todo estaba quieto, menos mi corazón que parecía a punto de romperse.
Iker
Al terminar de comer, seguimos a Patrick y a los demás hacia el estacionamiento. Caminaba unos pasos detrás de Violet, como siempre, atento a cada movimiento, cada mirada extraña a su alrededor. Era mi deber protegerla, aunque en realidad, protegerla siempre fue más que una orden… era una necesidad.
Entonces la escuché decirle a Patrick con esa voz suave que me desarma:
—Pa podemos ir al centro comercial y ¿me puedo ir con Iker en la camioneta?
Mi pecho se tensó. Sabía que ella solo buscaba respuestas, quería hablar conmigo… y yo era el último que podía darle lo que pedía.
Patrick me miró con esa seriedad que siempre impone respeto.
—Cuídala bien, Iker.
—Siempre, señor —respondí, aunque por dentro sentía que estaba fallando desde el momento en que empecé a amarla.
Fui directo a abrirle la puerta trasera de la camioneta. Era lo correcto, lo que debía hacer. Pero ella, como siempre, con esa rebeldía que la hace única, rodeó el vehículo y abrió la puerta del copiloto. Me miró como si quisiera desafiarme, como si supiera que no podría decirle que no. Y tenía razón. Solo suspiré y me subí del otro lado.
Encendí el motor y arranqué detrás del auto de Patrick. El silencio llenó el espacio, y yo agradecí eso… porque si escuchaba su voz otra vez, no estaba seguro de poder seguir conteniéndome.
El ruido del tráfico afuera era apenas un murmullo; dentro, mi corazón sonaba como un tambor.
—Iker, ¿te puedo preguntar algo? —me dijo de repente.
Tragué saliva, porque temía lo que vendría
.—Sí, dime.
—¿Te hice algo? Si fue así, discúlpame. No quise hacer nada que te…
Tuve que interrumpirla. Si la dejaba seguir, me iba a quebrar.
—No, Vi. No hiciste nada. Esolo que ambos crecimos, y ya no es lo mismo, ¿ok? Ahora mi trabajo es cuidarte, no ser tu amigo. Así que solo me comportaré como tu guardaespaldas y nada más. No te preocupes por mí ni por lo que haga. Simplemente cumplo con mi trabajo..
Cada palabra que dije me dolió más a mi que a ella. Fingir frialdad cuando por dentro quería tomarle la mano, decirle que jamás dejó de ser mi mundo… era una tortura. Me oí hablando y me odié: no era lo que sentía, era lo que me obligaba a decir.
Cuando la vi girar el rostro hacia la ventana y una lágrima resbaló por su mejilla, sentí un golpe directo en el corazón. Maldita sea. ¿Qué estaba haciendo?
—Violet, yo… —quise decirle la verdad, que cada día sin hablarle era un tormento, que tres años cuidándola desde las sombras me habían destrozado, que la amo desde somos niños y la vi primera vez.
Pero me interrumpió con esa firmeza que pocas veces usaba conmigo:
—Entiendo que es tu trabajo, no te preocupes. Me mantendré al margen yo también.
—Nena, por… —mi voz salió quebrada, casi suplicante.
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mafia +18, drama y giros inesperados, sueños y secretos y un amor de película
Editado: 04.10.2025