Iker
No podía quedarme quieto. Mis pasos iban de un lado a otro del pasillo, las manos cerradas en puños, el corazón golpeándome como un martillo. La tenían dentro, inconsciente, frágil… y yo sin poder hacer nada. La impotencia me estaba matando.
Entonces lo vi.
Logan.
Entró al hospital con esa arrogancia que siempre cargaba, como si no acabara de destrozar a Violet horas antes. Su mirada recorrió el pasillo hasta encontrarme, y no tardó en soltar esa maldita frase:
—Quiero verla.
La sangre me hirvió. En dos zancadas estuve frente a él, mi mano cerrándose con fuerza en su camisa para empujarlo contra la pared. Su espalda chocó con un golpe seco, y lo miré directo a los ojos, tan cerca que podía sentir su respiración temblar.
—¿Tú? ¿Quieres verla? —mi voz salió baja, peligrosa, como una amenaza apenas contenida—. Escúchame bien, cabrón: lo último que necesita Violet es a un maldito infiel como tú en su vida.
Intentó sonreír con burla, pero su voz le tembló cuando respondió:
—Ella todavía me quiere, Iker… no te hagas ilusiones.
Lo apreté más fuerte, la rabia nublándome la vista.
—¿Quererte? —escupí la palabra como veneno—. La única ilusión aquí es la tuya. Violet ya abrió los ojos, y lo único que ve cuando te mira es la traición. ¿Y sabes qué es lo peor? Que yo estuve ahí cuando se derrumbó por tu culpa. Yo fui el que sostuvo a la mujer que destrozaste mientras tú estabas ocupándote con cualquiera.
Logan intentó zafarse, pero lo atrapé del cuello de la camisa y acerqué mi rostro al suyo, con la voz tan baja que helaba:
—Acéptalo, Logan. La perdiste. Violet nunca más será tuya. Y si vuelves a acercarte a ella, juro que no habrá hospital capaz de armarte de nuevo.
Sus ojos se abrieron, tragó saliva, y por primera vez lo vi dudar. Lo solté de golpe, dejándolo respirar, pero sin apartar mi mirada asesina.
Patrick apareció en el pasillo en ese momento, observándonos en silencio. Sus ojos se clavaron en Logan, y con una simple orden selló lo que yo ya había sentenciado:
—Fuera. No vuelvas a acercarte a mi hija.
Me quedé ahí, con los puños temblando y el pecho ardiendo. Pero dentro de mí, al menos, había algo claro: Violet ya no tendría que enfrentarlo nunca más. Mientras yo respirara, nadie la lastimaría otra vez.
Apenas Logan desapareció por las puertas del hospital, sentí que podía volver a respirar, aunque la rabia seguía ardiendo en mi pecho. Me pasé una mano por el rostro, intentando calmarme, pero la ansiedad volvió en cuanto recordé que Violet seguía ahí dentro, luchando contra el dolor.
Un médico salió al pasillo y me acerqué de inmediato.
—¿Cómo está? —pregunté, mi voz tensa, desesperada.
—Está estable —respondió con calma—. Fue una descompensación por el dolor y el estrés, pero ya se está recuperando. Puede pasar a verla.
No esperé más. Crucé las puertas y avancé por el pasillo frío hasta su habitación. El corazón me golpeaba contra el pecho con tanta fuerza que pensé que me iba a delatar.
Cuando entré, ahí estaba.
Sus ojos estaban abiertos, un poco hinchados, pero tan verdes y vivos como siempre. Estaba recostada, con la bata del hospital, el cabello suelto cayendo sobre los hombros. Apenas me vio, sus labios temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Iker… —susurró, con una voz frágil que me partió en dos.
No pensé, no dudé. Crucé la distancia en dos pasos y me incliné hacia ella. Antes de poder decir una sola palabra, sus brazos se aferraron a mi cuello con una fuerza desesperada.
La abracé de inmediato, hundiendo mi rostro en su cabello, cerrando los ojos con fuerza. Sentí cómo su cuerpo temblaba contra el mío, cómo su respiración era entrecortada, y todo dentro de mí se quebró.
—Estoy aquí, nena… —murmuré contra su oído, con la voz rota—. No voy a irme a ningún lado, te lo juro.
Ella sollozó bajito, apretándose más contra mí, como si quisiera fundirse conmigo para nunca más soltarme. Y yo la sostuve, fuerte, como si con mis brazos pudiera protegerla de todo lo que la había herido.
En ese instante no existía Logan, ni su traición, ni el dolor que nos había separado. Solo estábamos los dos, aferrándonos como si el mundo fuera a desmoronarse y lo único que nos mantenía de pie fuera ese abrazo.
Violet
Sentía el calor de sus brazos rodeándome, fuertes, seguros, como si fueran el único lugar en el mundo donde nada podía alcanzarme. Cerré los ojos, apretando más mi rostro contra su cuello, inhalando ese aroma suyo que siempre me volvía un poco más débil.
No quería soltarlo. No podía.
—Pensé que… —mi voz se quebró y me aferré más a su camisa—… pensé que te iba a perder, Iker. Que después de todo lo que pasó, después de lo que hicimos… te ibas a alejar de mí.
Él me sostuvo más fuerte, su respiración acelerada contra mi oído.
—Nunca —susurró, con un tono grave que me atravesó el pecho—. Nunca, Violet.
Sentí cómo las lágrimas me resbalaban por las mejillas, pero ya no las detuve. Lo que había visto de Logan, lo que me había destrozado por dentro, se mezclaba ahora con esta verdad que siempre había estado latente.
Me separé apenas un poco, lo suficiente para mirarlo a los ojos. Mi corazón latía desbocado, como si me empujara a hablar aunque me temblara la voz.
—Iker… —tragué saliva, sintiendo que mi pecho iba a explotar—. Todo este tiempo intenté engañarme. Creí que podía olvidarte, que podía… reemplazarte con alguien más. Pero no puedo. Nunca pude. Porque eres tú… siempre has sido tú.
Él me miraba fijo, con esa intensidad que me dejaba sin aire, los ojos oscuros, la mandíbula apretada como si estuviera conteniendo algo mucho más grande que él mismo.
Mis dedos se aferraron a su camisa, temblando, y mi voz salió como un suspiro quebrado:
—Te amo, Iker.
El silencio que siguió fue tan denso que sentí que podía cortarse con un cuchillo. Mi corazón se detuvo, esperando, temiendo. Pero entonces vi cómo la dureza de su expresión se rompía, cómo sus ojos brillaban con una emoción que jamás había visto en el.
#2121 en Otros
#48 en No ficción
#5526 en Novela romántica
mafia +18, drama y giros inesperados, sueños y secretos y un amor de película
Editado: 04.10.2025