White Mind

5. Un nuevo amanecer

 

—Hola, mi amor... —Ryan se acercó hasta ella sonriéndole con sencillez mientras empezaba a desatar sus muñecas—. Este año ha sido un infierno sin ti. Pero sabía que no podías estar muerta.

Carla frunció el ceño sin comprender como su tacto podía sentirse tan verdadero cuando aquello debía ser fruto de una mera alucinación a causa de lo que le estaban suministrando.

—No volveremos a separarnos. —Siguió él, rozándole una mejilla.

—No puedes... No puedes ser real... No... —balbuceó confundida—. Yo te vi morir.

—Estoy aquí. —Le susurró tomándola por el rostro antes de plasmar sus labios sobre los de ella en un sentido beso—. Soy real, cariño. Real.

La morena abrió los ojos encontrándose con los brillantes azules de él apuntándola con suavidad

La morena abrió los ojos encontrándose con los brillantes azules de él apuntándola con suavidad. Una lágrima descendió por su mejilla.

—Ryan...

—Eso es. —Asintió el mismo—. Soy yo.

—¿Cómo? —Alzó uno de sus pesados y entumecidos brazos hacia él para palparle el pecho con dificultad—. Te dispararon.

—Llevaba chaleco anti balas.

—¿Chaleco? ¿Por qué ibas tú a llevar un chaleco...?

Pero de pronto se interrumpió volviendo a mirar a su alrededor. Sus pies seguían atados. La cánula continuaba suministrándole algún tipo de sustancia a través de vía intravenosa.

—¿Eres uno de ellos? —Preguntó asustada.

Después de todo, aquella gente había ocasionado una auténtica carnicería en Theravãda para capturarla. Sin olvidar que las primeras órdenes —un año atrás— habían sido las de ser asesinada a manos del Soldado de Invierno. Y él estaba con ellos ahora.

—Carla...

—Responde. —Exigió provocando que el brillo nacarado brillase en sus ojos de nuevo.

Sem Karpo fulguró de igual modo en las manos de Ryan, contrarrestando así la compulsión a la que Carla había tratado de someterlo para que le respondiese con la verdad.

De nuevo la frustración recorrió el pequeño cuerpo de la morena al ver que había sido incapaz de hacerle obedecer. Así como tampoco había podido salvar la vida de Tenzei ni la de los otros monjes.

—La piedra es la fuente de tu poder, pero a la vez es el único escudo que existe capaz de detener tus intromisiones a la persona que la porte encima. —Le informó Ryan conociendo muy bien que debía estar afligiendo a aquella dulce mirada castaña.

Eso lo explicaba todo. La imagen del asesino número uno de HYDRA agujereando la frente de un balazo a Tenzei volvió a su mente en un doloroso flashback.

—Eres uno de ellos. —musitó sin más prueba que sus rodeos y de que estaba en la misma sala que los "malos"—. Tú me has hecho esto... ¿Cómo has podido?

—Lo he hecho por nosotros, Carla. —Fue a acariciarle el rostro de nuevo pero ella se lo volteó con rechazo—. Cuando te lo explique lo entenderás. Te he salvado la vida, mi amor.

—No me siento de ese modo.

Ryan la tomó con fuerza por el brazo para impedir que volviese a rechazarlo y le sacó la cánula liberándola así del influjo químico.

—Necesito que sigas confiando en mí. Te prometo que todo cobrará sentido pronto. Vamos, mírame... —La tomó por la barbilla acariciándole la misma con el pulgar—. Me sigues queriendo, ¿verdad?

Carla se limitó a mirarlo con los ojos brillantes de emoción. Había pasado tanto tiempo echándolo de menos... Tanto. Abrió sus brazos para aferrarse a él.

Ryan la recibió brindándole un tierno beso en la cabeza, correspondiéndole así.

—Yo también, preciosa. Por eso no voy a permitir que nada ni nadie nos separe. -El ojiazul viró hacia los ventanales de espejo lanzando una mirada iracunda al otro lado del cristal. No podía ver a su tío, pero sabía que los observaba.

—¿De verdad vamos a ceñirnos al plan del chico? —preguntó una nueva voz al lado de Alexander Pierce.

Este último torció una ladina sonrisa hacia el hombre alto y moreno, que de brazos cruzados también contemplaba la escena que se daba en el interior de la sala.

—No es tan horrible como parece, Rumlow. Si mi sobrino consigue doblegarla, hacerle creer en nuestra misión... Se convertirá en uno de nuestros mejores activos. Imagínatelo. No hay peor terror que el que proviene de la mente. Y ella podría controlarlas todas a su antojo. A nuestro antojo.

—Un nuevo amanecer para HYDRA.  —musitó Brock destensando los brazos para dejarlos caer a ambos lados de su robusto cuerpo—. Pero con el debido respeto, señor. No podemos olvidar que Harper está marcada como una de nuestras principales amenazas.




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