Carla observó gracias a las cámaras del pasillo como Wolf y Schäfer, junto al Soldado de Invierno, se encargaban de los guardias de seguridad con más brutalidad de la que le hubiese gustado ver.
—Demonios...
Por suerte el sonido mecánico de la bóveda abriéndose la distrajo y se volvió en su dirección tomando el microchip que se hallaba dentro.
Wolf le había dado instrucciones de que se largase de allí después de eso. La prioridad máxima eran los prototipos, pero Carla no estaba dispuesta a que ninguna de las balas que rozaban el aire terminasen con la vida de los que solo trataban de hacer bien su trabajo. Y por esa razón, en vez de huir, decidió enfrentarse y entrar en combate.
Se guardó el chip en el bolsillo del pantalón y salió corriendo al pasillo donde se concentraba la lucha.
Wolf había sido reducido por tres hombres de los cuales trataba de zafarse mientras el Soldado de Invierno abría fuego contra las escaleras de emergencia asegurándose de que por ese flanco nadie se atrevía a pasar.
Schäfer, por su parte, combatía también con un grupo de hombres al tiempo que otro entraba por el pasillo norte con las armas en alto.
Carla se ocultó brincando sobre una especie de carros altos de mercancías, y esperó para abalanzarse contra los cuatro guardias cuando estos pasaron por su lado.
El primero de ellos se llevó un fuerte golpetazo en la mandíbula cuando la rodilla de la chica impactó contra la misma consiguiendo dejarlo por los suelos.
El segundo hombre trató de reducirla por la espalda, pero ella le propinó un enérgico codazo a tiempo de defenderse del tercero que la apuntaba con su arma. Carla se tiró al suelo obrando una ágil voltereta y se escabulló bajo el arco de sus piernas pateándole fuerte en la entrepierna.
El guardia se dolió notando como las rodillas le fallaban y ella aprovechó el momento para desarmarlo y apuntar con su pistola hacia el cuarto hombre.
—Corre. —ordenó con total seriedad.
El guarda caminó de espaldas hasta salir por la puerta por la que había entrado y Carla desmontó la pistola dejándola caer al suelo.
Corrió hacia Schäfer al ver como vapuleaba a uno de los miembros de seguridad y detuvo su brazo del golpe fatal pateando al trabajador en el pecho para apartarlo de en medio.
—¿Qué cojones estás haciendo? —Le reprochó el agente de HYDRA con cara de pocos amigos.
—Evitar una carnicería. Tengo el chip. Podemos irnos.
—Soldat, Уберите ее отсюд! —"Soldado, ¡sácala de aquí!"
Una vez dentro no podían dejar testigos, así que ni de broma se largarían antes de hacer limpieza, y la mocosa era un problema para cumplir con ello.
Invierno se giró colgándose el subfusil al hombro y sin mediar palabra, así como demasiado rápido para que ella pudiese evitarlo, la tomó por la muñeca arrastrándola por la fuerza fuera del pasillo.
—¡Eh, eh, tranquilito!
Un grupo de guardias los siguió en su huida hasta que el soldado la empujó hacia el interior de una nueva ala cerrando la puerta tras ellos en total silencio. Sacó una Glock de su pantalón cargo y disparó contra el panel que servía como mecanismo para abrir las otras puertas que daban al lugar.
—¿Qué haces...? ¡Ahora estamos encerrados aquí! Y Wolf y Schäfer... Peor que peor.
—Ganar la guerra es más importante que cualquier soldado.
Lo que significaba que Invierno estaba no solo dispuesto a sacrificar la vida de adversarios e inocentes, sino también la de compañeros para cumplimentar su misión dentro de HYDRA. Fuera cual fuese la misma.
—¿De verdad crees lo que acabas de decir? ¿Qué tu vida... y la vida de otras personas no importa un carajo? —Sacudió la cabeza pareciéndole una tremenda locura—. ¿Estás dispuesto a morir por la misión? ¿O es solo que disfrutas matando en nombre de HYDRA?
—No me gusta matar. —zanjó con voz mecánica, aunque se adivinaba cierto tinte torturado en su mirada.
A Carla le resultaba demasiado confuso. Ilegible.
—Pues es tu primer reflejo... —Caminó hacia el final de la sala para picar una pared con el puño y escuchar el ruido que ésta hacía—. Theravãda, en el coche con Wolf, ahora con esos hombres... Cuando te conocí mataste a dos vigías solo para tener la oportunidad de hacer lo propio conmigo.
—No me conociste entonces. —cortó él avanzando hasta su posición con paso firme para acortar la distancia que Carla se había asegurado de guardar entre ambos.
Las piernas de la joven, por el contrario, empezaron a temblar. Estaba encerrada con el perturbado máximo de la agencia y no se le ocurría otra cosa que molestarlo con lecciones fallidas de ética y moral.
—¿E-Entonces? —balbuceó volviéndose pequeña a su lado—. ¿Cuándo es entonces?
Había sonado demasiado a pasado lejano como para hacer referencia a solo un año atrás.
Invierno cerró los ojos con fuerza, como quien trata de rememorar algo que ha olvidado y se exprime el cerebro para conseguirlo.